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23 Jul 2019
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Los prejuicios en el discurso político

La pareja de chilenos tomó mi taxi en pleno debate de investidura a la Presidencia del Gobierno de España.

En esos instantes yo estaba escuchando por la radio una réplica de Pedro Sánchez a Pablo Iglesias justo cuando alzaron el brazo y frené a su altura. Los dos, de unos sesenta años y el kit completo del perfecto turista, saludaron amablemente, me indicaron su hotel como destino, y al bajar el volumen de la radio me preguntaron de qué iba el tema:

—Hoy es el debate de investidura del candidato a la Presidencia del país.

—Súbalo, por favor. Quiero escucharlo —me dijo ella.

Seguía hablando Pedro Sánchez.

—¿Y ese es..?

—Pedro Sánchez. Presidente en funciones y actual candidato a la nueva Presidencia.

Los dos reconocieron que no tenían la más remota idea de la situación política en España. No sabían quién era el tal Sánchez, ni qué partidos componían nuestro arco ideológico (apenas les sonaba vagamente Aznar y el Rey Felipe). Reconocieron, eso sí, haber votado en Chile a su actual presidente, Sebastián Piñera. Les supuse, por tanto, de derechas.

Llegó el turno de Pablo Iglesias y los turistas escucharon con atención.

—Habla bien el tipo. Buena dicción. Muy convincente. Parece tener razón en lo que dice. El otro, ¿Sánchez se llama?, no me ha gustado —dijo el chileno.

Me resultó curioso que alguien tan ideológicamente opuesto al discurso de Unidas Podemos simpatizara, a priori, con la formación izquierdas. Y esto me llevó a pensar hasta qué punto estamos intoxicados (y condicionados) a la hora de escuchar cualquier propuesta de cualquier partido. Hasta qué punto los prejuicios nos impiden por sistema analizar las cosas con objetividad. También es cierto que los chilenos escucharon intervenciones radiofónicas, sin imágenes que pudieran contrastar: no entró en acción el lenguaje gestual, o posibles prejuicios de carácter estético (la visión un Pablo Iglesias sin traje de chaqueta habría podido dar pistas ideológicas capaces de empañar su discurso).

Visto lo cual, sería un ejercicio realmente interesante escuchar la opinión de quien nada sabe de nuestro clima político. Una opinión a ciegas, sólo escuchando o leyendo propuestas sin noticias ni imágenes previas. Aunque sólo fuera por contrastar hasta qué punto influyen nuestros prejuicios en las decisiones que tomamos. Influyen mucho, muchísimo, ya os lo adelanto.