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30 Jun 2019
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

El lenguaje secreto de los caramelos

Os contaré un secreto: Los caramelos que llevo siempre en mi taxi en verdad son un gancho para conocer aspectos ocultos del usuario.

Confieso que juego con el usuario a través de los caramelos. Están dispuestos en una cestita, en el hueco de los asientos delanteros, de modo que todo aquel que sube en mi taxi no puede evitar reparar en ellos. Que sean, precisamente, de colores, tampoco es casual: a veces dispongo adrede de caramelos todos rojos y sólo un caramelo amarillo para ver si el usuario se decanta por el único amarillo o acaba optando por un rojo cualquiera, detalle que a la postre me ofrece jugosas pistas psicosociales del usuario: ¿individualista y caprichoso o tendente, tal vez, a pasar desapercibido?

Los hay que toman caramelos a puñados cuando creen que no les veo, otros hacen lo propio aun creyéndose observados, y otros piden permiso: «¿puedo coger uno?» (curiosamente los niños tienden siempre a pedir permiso; los adultos, casi nunca).

Pero todos, sin excepción, declinan cogerlo cuando sólo queda uno. A veces dejo a propósito sólo uno: la última vez, lo dejé durante más de una semana y absolutamente nadie se atrevió a cogerlo. Pero luego dejé un total de tres, y dos de ellos desaparecieron casi de inmediato. Lo mismo sucedió cuando dejé dos: siempre, y digo SIEMPRE, queda el llamado «caramelo de la vergüenza”. Afirmo, sin miedo a equivocarme, que hay un nexo de unión de todo el mundo a este respecto. Y es un dato esperanzador: deberíamos aplicarlo en parcelas más útiles.

Caso aparte es aquel usuario que tiende a morder el caramelo emitiendo ruidos realmente desagradables, o aquel que declina hablar cuando lo tiene en la boca e inicia la charla una vez desaparece, o el que prefiere guardarlo para luego, o el ansioso que solapa dos, tres y hasta cuatro a lo largo del trayecto (reconozco conductas dispares no concluyentes en lo referente a lo gratis).

Pero no deja de ser un lenguaje en sí mismo el de los caramelos. Un lenguaje dulce, añado. Y os aseguro que hay materia para una tesis doctoral. Seguiré compilando datos.