Decir lo que te salga del emoticono
La modernidad nunca dejará de sorprenderme. Ayer un chico en mi taxi no sabía encontrar la palabra adecuada y optó al final por enseñar a su amigo un emoticono de WhatsApp.
Sucedió tal que así:
—Nada, tío, que al final la cosa se puso mazo tensa.
—Venga, cuéntame.
—Pues nada, que llegué al sitio, hice la entrevista y tal, y al principio todo guay, ¿no? La chica me dijo que empezaba el lunes a las ocho, me dio una dirección, me dijo el horario, me empezó a contar detalles del curro…
—¿Y entonces?
—Pues nada, que en estas llegó un menda, que debía ser el jefe de todo el cotarro, y le dijo a la tía que saliera un momento. Y nada, se pusieron a hablar en el pasillo, y luego volvió a entrar ella en el despacho y va y me dice que lo sentía mucho pero que había habido un error o no sé qué cojones y que el curro ya estaba pillado.
—No me jodas…
—Como te lo cuento, tronco. Y que si en un futuro hubiera nuevas… cómo dijo… vacantes, me llamarían el primero. Buah, menudo cabreo me pillé.
—No me extraña.
—Salí de allí y… buff… me sentí como… no sabría explicarte… como… buah…
—Te entiendo.
—No, pero en serio. Me sentí como… buah… espera. Hay un emoji para esto. Te lo busco.
El chico sacó su móvil y en un par de movimientos rapidísimos le envió al otro un WhatsApp (supuse que con el emoticono en cuestión).
El amigo sacó también su móvil y abrió el mensaje.
—Buah, ya ves, tío. Te entiendo mazo.
—Eso es lo que te quería decir. Así me sentí, tío. Ahora estoy mejor, más tranquilo y tal, pero en ese momento…
Y eso fue todo. El chico (de unos veinte años) podría haber dicho angustiado, o ansioso, o rabioso, o triste, o colérico, o incluso despechado, febril, enfadado, enervado, contrariado, molesto, cabreado (o un grado más: encabronado), o incómodo, desazonado, exacerbado, enconado, encolerizado, enfurecido… pero no. Le fue más fácil tirar de emoji.
Y tal…