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15 Jun 2021
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Un futuro asombroso

Hay recuerdos que te asaltan de repente y no puedes obviarlos, ni cambiarlos por otros mas sanos, ni mucho menos domar la furia que provocan. Son subtextos de la vida en directo que a veces no encajan en tu entorno, pero ahí siguen, impertérritos: jodiéndote el coco.

¿Cómo evitarlos? Un golpe en la cabeza no es la opción más apropiada, pero ayuda bastante («terapia de choque», creo lo llaman). Dicen que el dolor es relativo, y que cualquier dolencia puede anularse infringiéndote un dolor aún más agudo en otra parte. Lo malo de este método es su condición de bucle. No tiene límite, y lo más seguro es que acabes en urgencias por politraumatismos severos.

No. Lo mejor no es golpearte contra el pico de una mesa sino pensar en el futuro, o en la vida de otros (aunque estos otros sólo vivan de un modo figurado en tu cabeza). El futuro es un bálsamo, digamos. Un placebo. Y pensar en el futuro no implica en ningún caso engañarte a ti mismo, porque es impredecible. Yo siempre soy optimista respecto a mi futuro y pesimista respecto al futuro de los demás. Mi lema es «soy inmortal mientras no se demuestre lo contrario». Mi lema es «Algún día seré la hostia, pero dame tiempo».

A menudo hablo del futuro con los usuarios de mi taxi. Y el caso es que muchos no son capaces ver más allá de la próxima semana, y otros se ven directamente jubilados (porque odian sus trabajos), jugando al dominó en el bar de abajo o viendo obras con las manos en la espalda. La gente quiere descansar, y eso es horrible. La gente quiere no hacer nada, y eso es un fracaso de la humanidad en su conjunto.

—Irme al pueblo —me dijo un hombre de unos cincuenta años.

—Uff, playita y daikiris —me dijo una chica obscenamente joven.

No hay grandes sueños, y los únicos sueños pasan invariablemente por lo monetario. «Si me tocara la lotería…». «Si pudiera tener una buena pensión…». Cuando basas tu futuro exclusivamente en el dinero, no hay duda: tu vida ha sido un auténtico fracaso. Y aquellos que te educaron, fracasaron contigo.

Tengo exactamente cinco novelas en mente pendientes de escribir. Novelas que, espero, serán capaces de emocionar o sorprender o entretener al lector que se preste. Y mi optimismo viene dado porque sé que esas cinco novelas no serán las únicas: habrá muchas más. Y lograré sorprenderme a mí mismo escribiéndolas. Y al fin conseguiré sentirme en perfecta reciprocidad con el cosmos.

Porque tengo algo importante que decir.

Mientras pueda. O al menos, mientras siga siendo inmortal.