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28 May 2019
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

La narrativa del silencio

Podríamos subtitular cada monólogo interior.

Sería algo así como un diario personal, con su candado perforándonos los labios, pero en tiempo real y a la vista de todos. Es más, sería un acto de coraje difícilmente superable. Un canto a la honestidad de dentro hacia fuera, una batalla encarnizada dispuesta a coronar, contra todo y contra todos, la cumbre de la personalidad. Y una vez coronado plantarías, claro está, la bandera del ensimismamiento (brazos en jarra, oteando el horizonte). Tremenda palabra, por cierto: «ensimismamiento».

En el coche, conduciendo, es fácil perderse hacia dentro e improvisar diálogos que se escapan a tu control. Diálogos, algunos, terribles: el ángel y el demonio o tal vez dos ángeles (uno de ellos disfrazado de bufón), o el eco de un solo demonio inundándote el cráneo aunque se esfume de repente y te venga una canción, y te quedes varado en una estrofa, la misma estrofa en bucle una y otra vez (“Lucha de gigantes” vendría muy a cuento), y aceleres, y frenes casi en piloto automático, y otro semáforo en rojo (“Monstruo de papel / no sé contra quién voy / si es que acaso hay alguien más aquí”), y en un giro de guion inesperado te venga a la mente el pago del IRPF (la voz interior ahí cambia a un tono más neutro) y al instante enlazas con cuestiones terrenales (el cole de la niña, el grifo del baño que gotea) mientras tu ángel duerme en una esquina al tiempo que el demonio pasa el rato resolviendo un sudoku.

Es difícil, arduo, controlar esto. Somos, de lejos, más cabales hablando en voz alta. A menudo, el interlocutor hace las veces de gancho que nos mantiene amarrados al suelo. El interlocutor es la cuerda atada a la cordura.

A colación: Cordura viene del latín «cor», «cordis» (corazón) y el sufijo –ura (que indica actividad). Se refiere al corazón como centro de la vida, la mente y el alma. De ahí que la cordura signifique el resultado de aplicar la mente y la prudencia a las situaciones de la vida.