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29 Oct 2021
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

NaNoWriMo

NaNoWriMo (acrónimo de National Novel Writing Month) es un desafío de escritura nacido en California y enfocado a escritores de todo el mundo. ¿Te atreverías a escribir 50.000 palabras en un solo mes?

Sale una media de 1667 palabras al día, entre el 1 y el 30 de noviembre. Algo que, por supuesto, puede ser viable siempre que las ganas te acompañen. Y por lo visto hay ganas. Muchas. De hecho, aunque el proyecto inicial surgiera en 1999 con apenas 23 participantes, en 2018 nanowrimo.org ya contaba con 450.000 escritores y escritoras profesionales y noveles de todo el mundo dispuestos a cumplir el objetivo. Y aunque estadísticamente apenas llegó a conseguirlo un 11% de los participantes, a la postre fueron nada menos que 53.000 manuscritos completados (con 50.000 palabras o más). Repito, 53.000. Sin ánimo de entrar a valorar la calidad de los textos, la cifra en cuestión me parece una auténtica barbaridad. Deberían grabársela a fuego aquellos y aquellas que miran con pesimismo o escepticismo el futuro de la literatura. Mojándome en esto, me atrevería a decir que hoy se escribe más que nunca y en más formatos que nunca, y que nunca fue tan fácil acceder a la lectura.

Conocí NaNoWriMo hace cuatro o cinco años, curiosamente, a través de la red social de fotos Instagram. Cada mes de octubre, mi muro comenzaba a convertirse en un clamor de instantáneas de escritores y escritoras planificando el desafío #nanowrimo con post-its de colores pegados en mesas o en corchos y mapas de tramas con cuerdas y entramados raros; y ya en noviembre, una vez iniciado el reto, sus fotos pasaban a ser en capturas de pantalla de Word o Scrivener con el número exacto de palabras ya escritas y escritorios llenos de papeles, cuadernos, bolis y subrayadores fosforescentes perfectamente alineados. Os parecerá de tontos, pero todas esas fotos siempre me han motivado de un modo especial. Me reconforta saber que en el mundo hay gente ordenada capaz de planificar hasta el más mínimo detalle el proceso de escritura de sus novelas (o de sus vidas en general). Yo, por el contrario, soy un auténtico desastre en esto (y en todo). En la escritura (y en la vida) siempre me he guiado más por el instinto y mis impulsos (mi nick en redes, «@simpulso», no es más que el resultado de mis propias contradicciones: sin pulso versus impulso). Puedo tirarme horas deprimido ante el teclado, incapaz de escribir absolutamente nada, o a la contra: teclear como un poseso diez mil caracteres del tirón aunque detrás de mí la casa se encuentre en llamas. Supongo que en el término medio está la virtud. Pero nunca encontré ese termino medio (ergo nunca he sido ni seré virtuoso).

En fin, que barrunto que este año, como en años anteriores, si al fin decidiera presentarme al NaNoWriMo, completaría las 50.000 palabras en la última semana (y las tres primeras semanas me dedicaría a construir con los post-its aviones de papel). ¿Lo haré? Aún no lo sé. Lo decidiré, como casi todo, en el último momento.