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21 May 2021
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

La palabra

Pareja en mi taxi de unos treinta años:

—En esta vida hay que tener palabra.

—¿Qué palabra? ¿Cuál? ¿Podrías concretar?

—No sé… «dignidad».

—Ah.

—«Compromiso».

—Ya van dos.

—Vestirse por los pies.

—«Vestirse por los pies» son CUATRO palabras, y además depende. Algunos vestidos de mujer se ponen por arriba. El mío estampado, ese que te gusta tanto, por ejemplo.

—Era una forma de hablar.

—Una forma de hablar machista.

—Ya empezamos…

—Empezaste tú.

—Por cierto, esta tarde tengo torneo de dardos.

—¿No era el sábado?

—Se adelantó. Mauro el sábado no podía.

—Sabes que no me gusta.

—Volveré pronto.

—No, no es por eso.

—¿Y entonces por qué?

—Porque primero me hablas de tener palabra y luego me sacas el tema de los dardos…

—¿Y?

—Que siempre que hablas del tema, no puedo evitar acordarme de tu ex.

—¿PERDÓN?

—Joder Marcos… tu ex, Diana. Dardos… Diana. Dices que hay que tener palabra y, para mí, cuando me hablas de dardos, la palabra es ESA… Diana.

—Se te está yendo la olla.

—Respóndeme a una cosa, ¿piensas en ella cuando lanzas el dardito?

—No me lo puedo creer.

—¿Qué ves en la diana? ¿Su cara?, ¿su pezón?

—Estoy flipando.

—Ojalá pierdas, en serio te lo digo. Páreme aquí —dice ahora dirigiéndose a mí.

Freno el taxi. La mujer se baja. Nos quedamos solos el hombre y yo.

—¿Continuamos? —le digo.

—Ehm, sí. Qué remedio. Tengo dentista.

Reiniciamos la marcha en silencio.

—El caso es que parte de razón sí que tiene, la verdad. Con lo de los dardos y Diana, digo. ¿Escuchó la conversación? —me pregunta el tipo de repente.

—No —digo.

—Vale. Olvídelo.