PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

14 May 2021
Compartir

Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Vidas dentro de otras vidas

No hay mayor lujo que tener la cabeza bien amueblada y con gusto: minimalismo y funcionalidad intramuros. Coherencia de córtex hacia dentro y un corazón a prueba de balas perdidas.

Tu cabeza es tu verdadero hogar, no lo olvides. En ella se fraguaron tus primeras palabras y en ella se fabrica el llanto y la risa. La casa enladrillada donde vives es y siempre será un aspecto secundario. La hipoteca es secundaria. O el teléfono. Me entristece una sociedad volcada casi exclusivamente en lo secundario. Trabajar para pagar los recibos. Trabajar para comer. No haberte planteado nunca si te gusta tu trabajo, o si esas ocho horas al día (o más) te hacen sentir realizado como persona. Me cuesta creer que alguno de esos señores encorbatados que viajan a menudo en mi taxi se sientan realmente útiles y constructivos más allá de su pulsión por el dinero. Escucho sus charlas y apenas percibo cifras, gráficas, prisas, y una carga de estrés que tarde o temprano les pasará factura. Ictus, infartos, colección de fármacos en sus mesillas de noche. No hay libros apilados; sólo el cargador del móvil, un reloj y pastillas para dormir.

Mi distancia con ese estilo de vida va en aumento. Cuanto más escribo, menos me atrae la vida urbana y las prisas y los trabajos de mierda. Estoy creando un personaje que carece de noción del tiempo. Estoy creando un personaje que está enamorado de una cantante de hace veinte años pero que no soporta verla en la actualidad. Estoy creando un personaje que habla mucho sin escucharse, y que a menudo cae en tremendas contradicciones que nadie advierte porque a nadie le interesa lo más mínimo.

En definitiva, estoy creando vidas capaces de encajar en la vida del lector; para intentar que se le mueva algo por dentro: una sonrisa, una lágrima, una tripa. Lo que sea.  Y con eso ya me sobra.