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30 Mar 2021
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Usuario de mi taxi dice

«Todos vivimos aquí y ahora, amigo mío; por mucho que quieras ir de outsider, o tatuarte un pene fláccido en la frente, necesitas que otros se ofendan y de este modo posicionarte en un mundo aparentemente opuesto al suyo. Gira por esa».

«Nadie se tatuaría un FUCK YOU en el pómulo si decidiera vivir solo como un ermitaño en medio del bosque. ¿Fuck you a quién? ¿A un cervatillo? ¿A tu propio espejo? Los osos no saben leer y les importa un bledo tu corte de pelo molón o ese tatu tribal que llevas en la espalda (que, dicho sea de paso, ni siquiera puedes ver con un espejo; necesitarías DOS espejos). Hedonismo elevado al absurdo, querido. Cuidado con esa bici. A tu derecha. Conduces ágil… eso te salva».

«Ahora, precisamente a-ho-ra, con la pandemia y tal, nos PLANTEAMOS a vuela pluma nuestro modelo de sociedad. Gigabytes por doquier. La comunicación entre iguales. Poder hablar a miles de kilómetros de distancia, sin tocarnos, y acostumbrarnos a eso.  El cibersexo, los regalos vía Amazon, ya sabes. Vacunados versus no vacunados es la nueva lucha de clases. Mascarillas estampadas a juego con la blusa. La electrificación del transporte porque ahora resulta que el CO2 es malo y somos muchos malos y el sentimiento de culpa es un humo gris que tu coche viejo expulsa al aire por tu culpa, por tu culpa, por tu gran culpa (golpes de pecho). Ahora. Resulta».

«Y el pez grande se come al chico, ¡menuda novedad! Es la cantinela de siempre. Resulta que las autopistas de la información incluyen peajes en la sombra. Habla con tu madre de varices y al instante tendrás en Facebook anuncios de cremas que aparecerán entre tu grupo privado de amantes de las motos clásicas y videos virales de hostiones graciosos. Son muchas cosas, muchas. Demasiadas. Y nunca habrá el tiempo suficiente para analizarlo todo en profundidad. Por eso siempre digo que estamos abocados al colapso. O acaso ya hemos colapsado y seguimos avanzando movidos por la inercia. Pare en esa esquina. Me bajo ahí».

«¿Qué le debo? ¿Dinero? ¿Sólo eso? Me decepciona usted».