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26 Ene 2021
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Tu sidus

Antes de empezar huelga decir que el término «considerar» es un préstamo del latín considerare (examinar atentamente), originalmente “examinar los astros en busca de agüeros” y, derivado de «sidus»: constelación, estrella.

Y que «agüero», por completar la escena, es un procedimiento adivinatorio que consiste en predecir el futuro por medio de la interpretación de ciertos fenómenos naturales.

Fenómenos tales como tu presencia en mi taxi, hace ya varios lustros, en mi quinta o sexta glaciación. Éramos polos opuestos (yo el gélido norte y tú el sur) pero en una extraña conjunción astral el calor de tu mirada hizo efecto espejo retrovisor, y acabé derretido cual mantequilla en sartén antiadherente. Los gurús de la ciencia atribuyeron el fenómeno a los efectos del cambio climático, pero nada más lejos: Fui yo, fui Titanic, fui arteria coronaria dispuesta a coronar tu corazón, pero me quedé varado entre sendos iglúes, tú ya me entiendes.

(Y ahí sigo, en pose proa-Kate Winslet, brazos en alto, aplastado en la piel de tu imponente canalillo. Como el cristo ateo de un collar sin cadena. Colgado de ti, pelo libre. Feliz).

Y si después consideramos tirar hacia delante fue simplemente por cuestiones etimológicas. Tu sidus, tu astro, dejó en mí un rastro imborrable, y pasé de agorero a confiar en un agüero favorable.

Y hasta hoy, que ya no considero nada porque el cielo, cuando los astros se conjugan, mejor ni tocarlo.