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09 Dic 2020
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Por decir algo

«Buenos días, por decir algo. ¡Menudo frío hace!», me dijo el primer usuario de mi taxi del día. La segunda me soltó exactamente lo mismo. Y no te lo vas a creer: el tercero, también.

El primero era un tardohippie de unos cincuenta años. La segunda, una mujer jubilada. Y el tercero, un militar en excedencia. Este último sólo dijo «Buenos días, por decir algo», omitiendo la frase del frio (aunque se frotó las manos, dejando implícito que su queja respondía al mismo exacto dilema meteorológico). Y he de suponer que ninguno de los tres se conocía; no había un vínculo aparente (tomaron mi taxi en distintos puntos de la ciudad), por lo que aquella frase hecha, «Buenos días, por decir algo» no era de uso común en su entorno cerrado, sino una coletilla genérica que circulaba por ahí más allá del género, la edad o el extracto social. Seguramente esas tres personas, aparte, como digo, de no tener un vínculo en común, pensaban de un modo distinto y también se comportaban de distinta forma. Sus hábitos, su nivel cultural o su ideología política podrían ser distintos, o incluso opuestos e irreconciliables. Tal vez por eso llamó mi atención haber encontrado en ellos un punto en común a través de la palabra.

(Puede ser también que estoy en un momento, digamos, complejo en mi relación con el ser humano, y que no puedo evitar buscar desesperadamente puntos en común a los que asirme. Necesito, digamos también, encontrar evidencias capaces de demostrar que es más lo que nos une de lo que nos separa. Y mi golpe de optimismo de hoy, mi tronco flotando en plena tormenta, ha sido ese: «Buenos días, por decir algo». Y habrá más, supongo. Estoy en ello).

Es mi nuevo plan: cuando encuentre más vínculos haré un nudo con ellos para amarrar a toda esa gente que dice estar enfrentada a esa otra gente, y yo demostraré que eso no es del todo cierto. Que el empresario exitoso, el parado, el vividor, la jubilada, el tornero fresador y la corista dicen, todo ellos, cuando acceden a un taxi y no conocen de nada al taxista y hace frío: «Buenos días, por decir algo». Y que ese último «…por decir algo» ya sugiere una intención de decir cualquier cosa que se amolde a los estándares comunes de todo hombre y mujer (el frío es un factor que nos afecta a todos), pero también sugiere otra intención más importante: iniciar una charla con visos de ser aséptica y evitar la polémica. Lo cual quiere decir que, por supuesto, y a eso me aferro, hay esperanza.