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06 Nov 2020
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

La amenaza de las voces low cost

Ayer llevé en mi taxi a un actor de doblaje bastante cabreado por diversos motivos que afectaban directamente a su profesión. Se despachó a gusto (todo él envuelto en una voz densísima, casi masticable).

Su principal negociado era el spot publicitario y ponerle voz a videojuegos. Según me dijo, la industria del videojuego estaba pegando tan fuerte como las series de las plataformas digitales. Hasta hace unos meses había bastante curro, pero «el maldito COVID y toda esta panda de chavales amateurs que se montan su propio estudio en casa» lo estaba arruinando todo. Me contó que hoy existen multitud de programas informáticos capaces de moldear la voz y eliminar el ruido ambiente hasta el punto de convertir casi a cualquiera, con apenas un micro, un ordenador y en su misma habitación, en todo un impostor low cost del doblaje. Las productoras cada vez gastan menos, me dijo, o prefieren la voz reconocible del youtuber de moda aunque diste mucho de tener la formación apropiada. «El doblaje no es sólo un timbre de voz o una dicción, sino también saber darle el matiz apropiado a cada caso: estás actuando con la voz: eres actor». «Llevo veinte años en esto, pagando mis impuestos y formándome para que me venga ahora un niñato a hacer lo mismo por la mitad; es indignante». Sus argumentos ganaban enteros gracias, precisamente, al uso casi comercial que hacía de su propia voz. Parecía no sólo estar contándome lo suyo, sino vendiéndolo a la vez.

Y el caso es que la voz de aquel hombre me sonaba. Seguramente le habría escuchado en algún spot publicitario de la tele, o doblando a algún actor reconocido, o tal vez ambos. Es extraño el archivo de recuerdos que tenemos con las voces cuando no están vinculadas a un rostro conocido. Cuesta mucho más localizar una voz que un rostro, quiero decir. Aunque esa voz emita mensajes capaces de cambiarnos la vida. Los rostros, sin embargo, no suelen llegar tan hondo y sin embargo son mucho más fáciles de recordar. Somos, en fin, 80% fachada y el resto, nadie sabe.