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03 Mar 2020
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Coelho devorando a su hijo

Ayer llevé en mi taxi a una influencer conocida por todos menos por mí, con su fotógrafo a mi lado y su maquilladora detrás, a su lado. Abróchense el cinturón que vienen curvas.

Acudían a una sesión de fotos en un enclave distinto a los trescientos enclaves anteriores. Durante el trayecto, el fotógrafo y la maquilladora charlaron entre sí acerca de eventos y trabajos varios, al tiempo que la influencer editaba una storie (videos cortos y efímeros que pueden visionarse clickando en el perfil del usuario). De su móvil salían fragmentos de canciones.

—No, esta no. No pega ni de coña. ¡Mierda!

—¿Qué pasa? —preguntó el fotógrafo.

—Intento encontrar una canción que pegue.

—¿Que pegue con qué? —preguntó la maquilladora.

—Pues eso, a ver, con mi personalidad y tal.

—Ah.

—Ya sabes, optimista, un poco alocada, soñadora, romántica, pero con los pies en el suelo.

—¿Bruno Mars? —soltó el fotógrafo.

—¿Bruno QUÉ? ¿Me estás llamando vieja?

—¿Rosalía? —dijo la maquilladora.

—Nah, la usé mil veces ya. ¿Algo francés? Algo francés. ¿Sabéis el título de alguna canción en francés?

—Mm, no.

—No.

(…)

—Y además me estoy quedando sin frases o sea, drama Queen. No sé qué poner.

—¿Dónde?

—Pues dónde va a ser, ¡en los comments de mi Insta! Siempre pongo, ya sabes, una frase motivadora en cada foto, pero cada vez me cuesta más encontrar una.

—¿Ya no estás motivada?

—Estoy hipermotivada, tía. Pero las frases se acaban, ¿sabes? Y no quiero parecer repetitiva.

—¿Tienes treinta y siete fotos en bikini pero no quieres parecer repetitiva? Querida… —soltó el fotógrafo.

—Perdona, pero ja-más he repetido un bikini.

—Pues no sé, googlea “Frases Paolo Coelho” a ver qué sale—dijo la maquilladora.

—Coelho ya está muy quemado en Insta. Y “Frases inspiradoras” también. Y ˝Frases motivacionales” o como se diga. Todo el mundo las usa.

—¿Y alguna de tu cosecha?

—¿Eh? ¿A qué te refieres?

—Que pienses tú en alguna.

—Yo no soy escritora.

—Bueno…, tienes un libro.

—Y quién no. Eso no significa nada.

Llegamos a su destino. Me pagó el fotógrafo, le ayudé a sacar sus bártulos del maletero y al marcharse no pude más que aparcar mi taxi en el primer hueco y buscar, con las piernas aún temblando, un bar donde ahogar mi presente continuo.

Y me gasté en el bar bastante más de lo que gané con esa carrera. En fin… la vida.