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01 Oct 2019
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Cari, churri, bebé (que alguien me dispare)

Ayer una mujer pronunció en mi taxi la palabra «cari» (de «cariño») un total de 28 veces.

Las conté (con los dedos percutiendo el volante) porque había un atasco de mil demonios y su charla telefónica supuso el único bálsamo de entretenimiento al que aferrarme (a menudo me pregunto si el usuario que habla por teléfono es consciente de la presencia del taxista a escasos centímetros de su voz y en un habitáculo tan reducido; o acaso no le importa, o incluso le interesa ser escuchado).

Tendría unos cuarenta años y la charla versaba sobre la herencia de una tía carnal de su novio o marido (el cual escuchaba paciente al otro lado del teléfono). La usuaria intentaba convencerle de pedir lo que era suyo en contra de los intereses del «caradura de tu hermano, cari», y lo hacía con voz melosa, sumando siempre sendos «caris» al inicio y al final de cada frase. Desde fuera, aquella palabra chirriaba muchísimo, pero ella no era consciente porque le surgía de forma natural, casi automática. De hecho, si analizas cualquier conversación mantenida entre dos enamorados (recientes, diría yo), es fácil detectar un uso abusivo de adjetivos diminutivos repetidos sin mesura por parte de ambos (cada cual tiene el suyo por defecto: «churri», «cielín» o incluso, dios santo, «bebé»). Es algo que sólo se detecta desde fuera y lo de fuera carece de importancia para ellos: el mundo exterior se encuentra a años luz del búnker léxico que se han fabricado.

La charla duró bastante. Luego colgó y me comentó algo acerca del tráfico ya con un tono neutral, sin usar el «cari» en absoluto. A mí, sinceramente, me habría costado mucho semejante transición en un lapso de tiempo tan corto. Admirable, sin duda.

Nota: Desconozco si al final tanto «cari» consiguió doblegar la voluntad de su «cari» respecto a la herencia en cuestión. De ser así, habría supuesto un triunfo incuestionable del diminutivo.