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02 Dic 2018
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El vocabulario de la España rural recogido por un periodista con dos pueblos: el de nacimiento y el de los fines de semana y las vacaciones.

Arsenio Escolar

Periodista y filólogo. Curioso impenitente del mundo rural y sus costumbres. Torresandino (Burgos) y Cañizar (Guadalajara) son los manantiales en los que bebe.

A setas o a corzos: Mi decálogo del setero

Ha helado ya estos días atrás en mi pueblo casi alcarreño. Se acabó la temporada de setas, al menos de la de cardo.

Las ultimas que cogí, el fin de semana pasado, resultaron incomestibles. Estaban muy pasadas, se deshacían entre los dedos al lavarlas.

Esta mañana, en 10 kilómetros de caminata con niebla, no he visto ninguna. Ni nueva ni vieja, ni rozagante ni pasada. Anoche, cuando subíamos del bar, hacía frío.

En el paseo de hoy no iba a setas, ya sabía que no las había. Iba a caminar y a mirar. De miranda. Iba al paisaje, a la niebla, a las rapaces, a los corzos. Vista larga y a lo lejos, y paso más bien ligero pese al barro y pese a las empinadas cuestas que hay que superar hasta la Fuente del Ardal si se corta no por el camino de Ciruelas a Torija, sino por el monte.

No iba a setas, pero no me quitaba de la cabeza esos consejos para seteros tan abundantes en la Red. Tanto, que medio a lo tonto me he hecho el mío propio, todo un decálogo. Con la mitad de los puntos obvia y común y la otra quizás infrecuente. Es este:

1. No lleves bolsas de plástico. Mejor una de tela o una cesta de mimbre. Cualquier recipiente que permita a las esporas de las setas que tú llevas esparcirse y a ti hacer de sembrador.

2. Lleva navajilla y úsala. Y corta el pie de la seta a la altura en que debes, no a la que te venga bien por comodidad.

3. No cojas una sola seta si no la reconoces e identificas con absoluta seguridad.

4. No te lleves los pequeños botones. Mañana serán el doble o el triple, aunque no sean para ti.

5. No pisotees ni aplastes con la botaza la seta que no conoces y que crees que es venenosa. Otro más experto que tú quizás la identifique y sea buena. Y aunque no lo sea: cumple un papel en el ciclo de la naturaleza. No lo rompas.

6. Agáchate más a menudo, aunque tengas casi la certeza de que eso que parece una seta de cardo es una hoja o un guijarro. A veces te ha engañado la vista y es una maravillosa seta guijarroforme.

7. No lleves la navajilla permanentemente abierta y en la mano. Puedes caerte y clavártela. Las setas no huyen a la carrera cuando te ven.

8. Cuando veas una seta, mira pausadamente alrededor antes de agacharte a cortarla. 360 grados y unos cuantos metros. En la seta de cardo, es cierto lo de los corros. Las encontrarás por corros. Donde hay una, suele haber varias. Y los corros son para casi siempre, año tras año. Cuando te vayas a retirar de setero, enseña tus corros a alguien mucho más joven.

9. Si a setas, a setas; nada de a Rolex. No vayas a setas y a corzos, o a setas y al paisaje, o a setas y a la línea del horizonte. Si a setas, andar pausado, caminar mucho, cubrir las zonas propicias con algún método (surco arriba y surco abajo), vista corta y al suelo y levantar la mirada solo para no caerse, y estando parado. No para seguir con la mirada a ese bonito corzo que se ha arrancado a tu paso, no sea que sigas dando pasos… y aplastando con la botaza una buena seta o un corrillo.

10. No desesperes esos días en que pasan los minutos y las medias horas y las horas y no ves ni los botoncillos que ha dejado el setero anterior. Y aunque así sea, no caigas en la tentación de elucubrar con que en algún laboratorio de pruebas un científico listo está ultimando un detectasetas, similar a los detectores de metales de los buscadores de bombas enterradas o a los palos mágicos de los zahoríes, que nos ayudará en el futuro a salir a por setas como quien va al supermercado. ¡Qué aburrimiento! Perderíamos toda la magia. Y ¡horror! caminaríamos muchísimo menos.

Hasta aquí mi decálogo. Lee y difunde, si quieres.
Se me olvidaba: a algunas setas se les llama con distinto nombre en las diferentes zonas donde se encuentra. No solo al níscalo. Y la sabiduría popular a veces mejora esos nombres.

Hace dos fines de semana, cuando yo ya volvía hacia el coche con unas pocas setas de cardo de la Real Cañada Galiana, entre Torija y Brihuega, me encontré a otro setero. Llevaba un puñado de una especie desconocida para mí.
-Está muy buena a la plancha.
-¿Cómo se llama?
-Es la lampista nuda.

Caí entonces. En Valladolid le llaman seta de pie azul. Su nombre científico es Lepista Nuda. Recordé a otro setero que le daba un nombre aún mejor que el de lampista.
-La pistonuda. Buenísima. Ya lo dice su nombre.

De Lepista Nuda a la pistonuda. Eso es evolución lingüística de calidad, no me digáis que no.