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16 Mar 2021
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Reportajes

Nuestro saludo plural y sus (h)usos horarios

Alfonso C. Cobo Espejo

La salutación se puede realizar en singular o en plural. El castellano apuesta por la fórmula del plural, más tradicional, pero los límites están más difusos en los tramos horarios mañana-tarde-noche.

¡Buenos días! Rara es la mañana en que no salen de nuestra boca y, sin embargo, es poco probable que nos hayamos parado a pensar que, juntas, estas dos palabras constituyen un rasgo distintivo de nuestro idioma. Paradójicamente, los saludos en plural —buenos días, buenas tardes, buenas noches— son un aspecto singular del castellano.

Si repasamos otras lenguas romances, la salutación se realiza en singular: en los países francófonos amanecen con un bonjour; los italianos, con un bon giorno; y la población lusófona, con un bom dia. Sus tardes y sus noches son igualmente singulares: bonsoir, bonne nuit, buona sera, buona notte, boa tarde, boa noite. En lenguas germánicas, como el inglés y el alemán, también se saluda en singular: good morning y guten morgen, respectivamente.

Ya dentro de nuestras fronteras, las otras dos lenguas románicas del territorio español se suman al singular. En catalán, los saludos son bon dia, bona tarda y bona nit. La salutación es algo más particular en gallego, pues, según la Real Academia Gallega, conviven el bo dia y los bos días, posiblemente por influjo del castellano. Incluso el euskera, cuyo origen se desconoce, emplea el singular egun on, donde egun significa ‘bueno’ y, on, ‘día’.

¿Y en América Latina? Archiletras ha hablado con las academias de la lengua de la mayoría de países hispanohablantes y existe una alternancia bastante generalizada entre «buenos días» y «buen día». Aunque es el plural el que predomina, existe una tendencia a utilizar el singular, ya sea por influencia de otros idiomas, como ocurre con el inglés en Costa Rica; ya sea para salirse del registro formal y de la norma lingüística, como sucede en Argentina, Colombia, México, Guatemala, República Dominicana, entre otros países.

Juan E. Aguiar, académico paraguayo, explica que «la expresión en plural «buenos días» aparece recogida tanto en el uso de España como de América; por tanto, corresponde al español estándar. La variante «buen día» no se usa en el español europeo, pero sí se registra en gran parte de Hispanoamérica». A este respecto, continúa Aguiar, «en el Diccionario de americanismos figura que se usa el singular en Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, Perú, Bolivia, Chile, Paraguay y Argentina».

Aguiar también nos sugiere leer la Nueva gramática de la lengua española. Allí encontramos de nuevo la alternancia en el saludo de la mañana, y vemos que esta no se suele dar con las otras partes del día: buenas tardes y buenas noches «se usan casi exclusivamente en plural».

La Real Academia Española considera que, siendo ambas fórmulas correctas, es mejor emplear la del plural, ya que es más tradicional y la que prevalece. Por su parte, en el Diccionario panhispánico de dudas, se puede leer que «la fórmula de saludo que se emplea durante la mañana es, en el español general, buenos días. No obstante, en algunos países de América del Sur se utiliza también la fórmula buen día».

Más allá de lo que dicta la norma lingüística, Aguiar asegura que «es importante recordar que las fórmulas de saludo varían en cada lugar o territorio, y son el reflejo de la diversidad cultural y de la idiosincrasia de un pueblo». Josefina Tania Alanes Flores, del Instituto Boliviano de Lexicografía de Estudios Lingüísticos, ilustra esta diversidad con un ejemplo de su país: «en el oriente de Bolivia, los «buenos días» se pronuncian con una diferencia fonética: el fonema /s/ se pronuncia como /j/, y es habitual escuchar «buenoj diaj».

Pero ¿de dónde viene el saludo plural?

Una vez hecho un estudio lingüístico-geográfico, volvamos al principio, a lo que nos llevó hasta aquí: ¿cuál es el origen de nuestro singular saludo plural? Aunque ninguna de ellas está confirmada, circulan varias teorías para tratar de explicar esta peculiaridad del español.

La Academia Mexicana comparte una primera tesis: hasta principios del siglo XX, las expresiones de saludo frecuentes eran «Dios dé buenos días a ustedes», «Santos y buenos días nos dé Dios», «Buenos días te dé Dios», «Buenas tardes dé Dios», «Dios les dé buenas noches», «Muy buenas noches les dé Dios», entre otras. Con el paso del tiempo, la referencia a Dios se perdió en estas expresiones corteses y quedaron fosilizadas las formas plurales: «buenos días», «buenas tardes», «buenas noches». Esta elipsis de una expresión más larga es la interpretación más aceptada, según Alberto Buitrago, profesor de español en la Universidad de Salamanca.

Otros autores, como Justo Fernández López, del portal web Hispanoteca, y Ricardo Soca, escritor uruguayo, apuntan a otra teoría, también de cariz religioso. Creen que los saludos en castellano se construyen en plural por analogía con las horas canónicas empleadas durante la Edad Media en la mayoría de las zonas cristianas de Europa, y que seguía el ritmo de los rezos religiosos de los monasterios, que utilizan ese número gramatical. Así, se habla de «maitines» (antes del amanecer), de «laudes» (al amanecer), de «vísperas» (tras la puesta del sol), de completas (ya entrada la noche), etc. Y, por ese mismo motivo, se darían los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches.

También hay quien sostiene que los saludos en español se hacen en plural porque se emplea la fórmula del plural expresivo, también llamado de respeto o distanciamiento. Este tipo de plural no denota cantidad, sino intensidad, y se puede ver en otras fórmulas usadas en las relaciones personales, como pueden ser frases de respeto del tipo «gracias», «mis condolencias», «saludos a tu madre», «felices fiestas», «felicidades», «dale recuerdos míos», entre otros. Para Narciso Contreras, profesor de Lengua de la Universidad de Jaén, esta es la hipótesis más extendida.

¿Y cuándo utilizamos cada saludo?

Otro aspecto peculiar de los saludos es el de las franjas horarias en que debemos decirlos. Los dichosos «(h)usos» horarios generan dudas en los hispanohablantes y mucha confusión en los estudiantes de castellano cuando están en un momento del día fronterizo entre la mañana y la tarde, entre la tarde y la noche e incluso entre la noche y la mañana.

Jorge Jiménez, profesor especializado en español, interculturalidad y comunicación de la Universidad Europea de Madrid, intenta aclararnos un asunto que, como él mismo reconoce, «tiene miga» y, en sus clases, «vuelve un poco locos a los estudiantes». Jiménez nos explica que, en el español de España, el uso está marcado por el momento del día, pero que, a diferencia de otros países, la división depende de variables objetivas y subjetivas. Mientras que, en otras lenguas, el uso viene dado por la hora (normalmente las 12.00 y las 18.00); en el caso español, no.

«La explicación popular dice que el uso depende de la luz, la estación del año, las comidas o la división que cada persona hace del día, la semana, o el año, siempre con arreglo a su cultura. Es decir, antes de la comida central (en torno a las 14.00) se usa «buenos días» y a partir de ella, hasta la falta de luz natural, «buenas tardes». En ausencia de luz, «buenas noches» hasta que alborea, cuando volvemos a preferir «buenos días». El problema es que, al solaparse diversas variables (estacionales y personales), se generan varias situaciones ambiguas», afirma Jiménez.

«Buenos días nos dé Dios»
Hasta principios del siglo XX, las expresiones de saludo frecuentes eran «Dios dé buenos días a ustedes», «Santos y buenos días nos dé Dios», «Buenos días te dé Dios», «Buenas tardes dé Dios», «Dios les dé buenas noches», «Muy buenas noches les dé Dios», entre otras. ALAMY

Veamos el siguiente ejemplo con que nos ilustra el profesor: una persona entra al banco a las 14 horas, saluda con «buenos días» y la bancaria le responde «buenas tardes». Ninguno siente que esté siendo incorrecto. Y es verdad. Una está a punto de terminar de trabajar, sabe que el almuerzo está cerca, quizá haya comido ya. El otro aún no lo ha hecho y siente que está en el mismo bloque de tiempo que inició a las ocho de la mañana. Con frecuencia estas divergencias se solucionan con modismos: «Buenas tardes, que ya he comido».

Parece que existe cierta unanimidad en decretar las 12.00 como separación entre el día y la tarde. Según Jiménez, en España pervive en la memoria el reparto horario «mañana/tarde» de la preguerra, cuando era habitual comer a la 13.00, así que es normal que todavía dudemos si acabó la mañana o no y, por lo tanto, qué saludo conviene usar.

Para este caso, el académico Aguiar cita de nuevo la Nueva gramática de la lengua española para salir de dudas desde un punto de vista normativo: «En gran parte de América se emplea el saludo buenos días (a veces en alternancia con buen día) hasta las 12.00, y buenas tardes hasta las 18.00 o las 19.00, mientras que en España la hora límite entre ambos se sitúa alrededor de las 14.00 y se asocia a menudo con el hecho de haber comido».

Alberto Buitrago añade que, «otros idiomas, como el inglés, el alemán, el italiano o el francés tienen cuatro saludos frente a los tres del español», por lo que sus fronteras lingüísticas para la salutación son diferentes. De acuerdo con el profesor universitario, «tenemos claro que, en España, por lo general, decimos «buenos días» hasta la hora de comer (sea la que sea, que es la que solemos llamar «mediodía») y «buenas tardes» después». El principal problema está entre «buenas tardes» y «buenas noches»: no podemos decir buenas noches a las seis en invierno (ya es de noche). Así que «buenas noches» queda como despedida cuando nos vamos a la cama o cuando ya está bien entrada la noche. Y ni eso tampoco está tan claro.

¿Cómo solucionamos todo este lío? «Con «buenas» a secas, que sirve para todo momento y perspectiva. Es el saludo más rentable y unánime, nunca te equivocas, no hieres susceptibilidades y, aun teniendo cierto cariz rural o informal, se ha ido imponiendo como el saludo neutral preferido», aseguran tanto Jiménez como Buitrago.

Otra solución podría ser la de pedir un préstamo al euskera para definir mejor la línea que divide la mañana y la tarde. Los vascos han sabido encontrar una salida fácil al dilema y pueden saludarse con un simple y efectivo «eguerdi on», que se traduciría como ‘buen mediodía’.

 

Y al teléfono, dígame, ¿qué dice?

Gila

La llegada de la telefonía móvil ha provocado que el número de llamadas sin identificación haya menguado considerablemente. Los propios «smartphones» o «teléfonos inteligentes» han reducido el uso del teléfono en sí como aparato para realizar llamadas telefónicas. No obstante, recibir una llamada de un número desconocido está a la orden del día, por más que el tiempo pase. Así que vamos a hacer un recorrido por los países hispanohablantes para indagar acerca de cuáles son los saludos habituales cuando respondemos a una llamada.

El profesor Alberto Buitrago señala que, en España, la respuesta más habitual es «diga» o «dígame», aunque tampoco es extraño escuchar «¿hola?», «¿sí?» o «¿quién es?» al otro lado. En tono más humorístico, es casi imposible hablar de saludos telefónicos en nuestro país y no acordarse de Miguel Gila al aparato diciendo aquello de «¿Es el enemigo?».
Si cruzamos el charco, lo primero que tenemos que constatar es que, en algunos países, como Chile, el masculino «llamado» sustituye a la típica «llamada» en femenino del español de España. En cuanto al saludo en sí, muchos de los países latinoamericanos, de acuerdo con el testimonio de sus academias de la lengua, emplean el mismo saludo que en España.

No obstante, sí que podemos encontrar peculiaridades en algunos lugares, como el «oigo», propio de Cuba; o el «bueno» mexicano. El origen de este último es incierto, aunque es posible, según la Academia Mexicana de la Lengua, «que provenga de la intención de indicar al interlocutor que la comunicación entre las líneas telefónicas se ha establecido adecuadamente».
Un artículo del diario mexicano Excelsior amplía la explicación académica: «En el siglo XIX, cuando apenas se iniciaba el servicio de telefonía en México, todas las llamadas tenían que ser enlazadas a una central telefónica en donde había operadoras que hacían de intermediarias. La manera en la que pasaba esto era la siguiente: una persona quería llamar a un amigo, por ejemplo. La llamada conectaba a la central en donde se encontraba la operadora y ella, para verificar que la conexión era buena, preguntaba: «¿Bueno?» Y entonces, si todo estaba bien, la otra persona contestaba: «¡Bueno!», afirmando que escuchaba bien».

Otro saludo telefónico de América Latina es el «aló». Según el Diccionario de americanismos, esta interjección es la fórmula que se usa para responder una llamada telefónica y para iniciar la conversación en Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Paraguay, Cuba, Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Uruguay.
La Academia Venezolana nos cuenta que la voz «aló» proviene del francés «allô» (hola). A su vez, la palabra francesa tiene su origen en el inglés «hallo». Además, en algunas tiendas, quien contesta la llamada expresa: «¡A la orden!».
En Puerto Rico, la académica Maia Sherwood nos comenta que, además del «aló», se emplea, típicamente, alguna otra adaptación del «hello»: las pronunciaciones incluyen «jelou», «jeló» o «jélo».

La académica puertorriqueña reconoce, tal y como decíamos al principio, que, con los celulares que identifican al que llama, la gente puede «saltarse» el saludo genérico y dirigirse de inmediato al interlocutor, y aquí entrarían saludos más personalizados y más lúdicos.

Hola, ¿qué tal? Las infinitas preguntas del bienestar

Tras decir «buenos días» o «buen día», es habitual preguntar por el bienestar de la persona a la que acabas de saludar. «¿Qué tal?» o «¿Cómo estás?» son las dos preguntas que más predominan en España y en muchos de los países hispanoamericanos. No obstante, el lenguaje informal enriquece nuestro idioma con otras curiosas variantes. Conozcamos algunas de ellas, pues se antoja que el número de posibilidades puede ser infinito.

En Argentina, tierra de voseo, es frecuente la conjugación del verbo «andar»: «¿Cómo andás?» A veces, las formas se combinan con las mencionadas más arriba: «Hola, ¿qué tal?»; «Buen día, ¿cómo andan?». Comparte con Uruguay el «¿Todo bien?, ¿qué hacés?». Y, ya que hablamos de voseo, el de Chile tiene su propia variante del «¿Cómo estás?» en el habla coloquial: «¿Cómo estái?»

Raquel Montenegro, académica guatemalteca, nos cuenta que, en su país, en situaciones del habla popular o entre jóvenes, puede oírse «¿Qué onda?», «¿Quihubo?» o «¿Quiúbole?». Esto de la onda también es común entre la población juvenil mexicana; mientras que la unión del «¿Qué hubo?» en una sola palabra también se escucha en Colombia, sobre todo en Bogotá. Cleóbulo Sabogal, académico colombiano, destaca el uso del «usted» en las conversaciones informales de su país: «Es habitual preguntar: «¿Cómo le ha ido?» al encontrarse con alguien o empezar una conversación. El «usted» como parte del habla coloquial también es frecuente en Costa Rica, República Dominicana o El Salvador.

Susana Cordero, catedrática ecuatoriana, destaca algo muy singular: «el «¿Qué tal?» no es tan frecuente entre nosotros, pero se ha popularizado en favor de la brevedad. También luce exótico, y esto cuenta mucho». Respecto a los «buenos días», Cordero añade que «nunca van solos; suelen ir acompañados de «¿Cómo has pasado?», «¿Cómo están en casa?»». Pero, sin duda, lo que más llama la atención son las respuestas que se dan a estas preguntas. «No somos particularmente entusiastas. Contestamos, por ejemplo, «Corriente, no más» o «Pasando, no más». Nadie contestaría «Estupendamente»; parecería falta de pudor, exhibicionismo. Tampoco «Muy mal», pues eso sería mostrar demasiada confianza. Yo atribuyo esta falta de entusiasmo a una especie de cortesía negativa; somos discretos respecto de nuestras felicidades y de nuestras tristezas», explica la académica.

En Bolivia, afirma la lingüista Alanes Flores, «después del saludo plural o singular, seguido del nombre de la persona a la que se dirige, se añaden las preguntas ‘¿qué dice?, ¿cómo le va?’. Otras curiosas sumas a los buenos días son las que pueden escucharse en Costa Rica y República Dominicana: «Buenos días, ¿pura vida?» y «Buenos días, ¿qué hay de bueno?», respectivamente.

Lenguas indígenas también nutren este tipo de saludos. Por ejemplo, en Paraguay, según el académico Juan Viveros, las fórmulas tradicionales del español de España conviven con el uso del guaraní: mba’eteko (que se traduce ‘¿cómo estás?’) y ha upéi (que sería algo así como ‘¿y después?’ O el what’s up de los anglófonos) son habituales.

Y, para terminar, el lenguaje callejero nos deja un buen puñado de perlas lingüísticas: el «¿Cómo vas, pana?» venezolano resulta muy chévere, pero demasiado recatado si lo comparamos con el «¿Qué pedo, voh?» hondureño; con los «¿Qué nota, mi compadre?» y «¿Cómo has estado, mi carnal?» nicaragüenses; o con los «¿kewelta?» (¿qué vuelta?) y «¿Qué bola?» cubanos.

 

Este reportaje es uno de los contenidos del número 9 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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