PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

Archiletras es posible gracias al apoyo de las siguientes empresas e instituciones

Junta castilla jcm
28 Feb 2019
Compartir
Léxico

«Quiubo, parce?»

Ana Cruzat

Los milenials tienen sus propias fórmulas para saludarse. Y varían notablemente de un país hispanohablante a otro

Qué onda, weeey», «Qué pedo», «Quiubo», «¿Cómo andás?», «Qué hay tío/a, ¿cómo andas?» son algunas de las expresiones que utilizan los milenials para saludarse en español en los distintos países hispanohablantes. Porque, aun compartiendo lengua, no hablamos igual en México, Colombia, Argentina, Venezuela o España, y las expresiones de saludo y despedida entre colegas de instituto, universidad o compañeros de juergas tienen sus propios códigos en cada país.

¿Milenials o mileniales? La palabra ‘milenial’ no está por ahora incluida en el diccionario de la RAE, aunque su uso está absolutamente extendido. Son los integrantes de la Generación Y, nacidos a finales del siglo XX y que llegaron al cambio de milenio absolutamente familiarizados con internet, los videojuegos y el uso de dispositivos móviles. De acuerdo con la Fundéu, el vocablo ‘milenial’ se pronuncia con la última sílaba tónica: /mileniál/, y no /milénial/, y su plural recomendado es ‘mileniales’. En caso de optar por el término inglés, lo apropiado es escribirlo en cursiva y con dobles ele y ene: millennial.

Hablamos de un lenguaje informal, de colega a colega, con palabras o expresiones que no son exclusivas de los jóvenes pero que, a menudo, ellos adaptan a su medida, y con multitud de variantes según la zona geográfica o la moda imperante en cada momento. «Quiubo», por ejemplo, es la contracción de «qué hubo», una forma de saludar que a un español le suena extraña por la utilización del pasado, pero que en Colombia, Venezuela o Panamá es de lo más habitual. Hay incluso un periódico muy popular en Colombia llamado Q’hubo, otro con el mismo nombre en Nicaragua y una emisora musical llamada Quiubo! en Panamá. Y rara vez se escribe sin contraer (quiubo, quihubo, quiúbole, q’hubo…).

Quiubo es el equivalente al «¿Qué pasa?» de España o al «What’s up?» de los angloparlantes, y se puede escuchar tanto solo como formando parte de expresiones más largas, como «Quiubo, mi gente», o «Quiúbole, raza, ¿cómo están?».

Así, en México, donde también se ha extendido esta fórmula de saludo, se puede iniciar una conversación de esta forma: «¿Quiubo? Aquí nomás (no mucho)», mientras que en El Salvador se suele decir «¿Quiubo/quiúbole, chero?» (amigo) y en Colombia «¿Quiubo, parce?» (también como sinónimo de amigo). El término «parce», ahora muy de moda entre los milenials colombianos, tiene un oscuro pasado, ya que lo empleaban habitualmente los sicarios al servicio del narcotraficante Pablo Escobar. Es la abreviatura de «parcero», amigo, compañero o socio (en aquel entonces, de fechorías). En los últimos años, su uso se ha generalizado entre los jóvenes de todas las clases sociales en contextos informales, aunque hay quien tiene reparos para pronunciarla por considerarla de mal gusto.

Para un joven mexicano es muy habitual usar expresiones como «Qué onda» o «Qué pedo», a las que se puede agregar «wey», que se pronuncia alargando la «e» hasta medidas insospechadas, en una relación que suele estar directamente relacionada con la cercanía entre emisor y receptor, aunque también puede influir la hora de la noche y el nivel alcohólico de quien saluda.

Los milenials fresas/fresitas (pijos) mexicanos suelen limitarse a estas dos expresiones de saludo —a veces agregando «baby» al final si el saludo va dirigido a los amigos más íntimos—, y salirse de ellas suele estar mal visto en su entorno, mientras que entre la clase trabajadora se escucha una riquísima variedad de saludos que utilizan el albur —el arte de hablar con doble sentido— para modificar continuamente las fórmulas más repetidas, que van evolucionando para tomar distintas formas: «¡Qué ondita/ondón/Honduras!», «¡Qué onda, Tegucigalpa!», «Qué tranza/transa/transita» o «Qué transita por tus venas», a lo que se suele responder: «Sangre y de la buena».

El lenguaje ‘pachacho’ de Broncano

En España, si hay un referente para el público milenial ese es David Broncano, el humorista y presentador que se ha convertido en líder de audiencia en el late night televisivo y en YouTube con La Resistencia. Es habitual que arranque su trangresor programa con una rápida ráfaga de saludos de y para sus fans: «¡Eeeeey, máquina, maquinón, figura, mastodonte, puto amo!», a lo que puede añadir un «¿Qué ha pachado?». El uso de la ch es fundamental en el lenguaje pachacho (derivación de payaso, comediante, como a él le gusta denominarse), que incluye términos como «chorprecha» (sorpresa) o mochillo (moto) que repiten sin cesar los milenials; igual que ocurre con los saludos de famosos youtubers como El Rubius o Dulceida.

Pero volvamos al continente americano. En Colombia, además del ya citado «Quiubo», es muy habitual saludar con un «Hola, qué más» —equivalente a preguntar «¿Cómo estás» en España—. Muchos milenials añaden a esta frase un «pues» final. Y también se utiliza mucho la expresión «¿Qué has hecho?», que no tiene ninguna intención recriminatoria —como podría entenderse en España— sino que simplemente muestra interés por saber si la otra persona está bien.

En Argentina los saludos de los milenials son muy similares a los de España, aunque con distinta acentuación: «Cómo andas» y «Qué haces», pasan a ser allí «Como andás?» y «Que hacés?» (con la c pronunciada como s). Y es bastante común concatenar expresiones y preguntas aunque no se espere respuesta: «Hola, ¿qué tal, como andás, todo bien?».

Lenguaje gestual: de los dos besos al ‘palmichoqui’

El saludo va, inevitablemente, unido a una breve charla sobre el tiempo, el fútbol o cualquier tema intrascendente. Eso es común en todos los países, pero hay distintos lenguajes corporales: besos, roces de mejilla, abrazos, apretones de manos…

En España, las chicas saludan a todo el mundo con dos besos y, a menudo, tocando al mismo tiempo al otro en los brazos o los hombros, y los chicos las saludan a ellas con dos besos y entre ellos con un apretón de manos. Si la relación entre ellos es muy cercana, suele haber un choque de palmas o nudillos, que puede rematarse mostrando ambos pulgares hacia arriba, tanto al saludar como al despedirse, en señal de pertenencia al grupo, a un grupo molón.

En México, Colombia y Argentina, las chicas saludan a todo el mundo con un solo beso en la mejilla y ellos las saludan con un beso mientras que a los chicos les dan un apretón de manos. En México se ha popularizado últimamente el palmichoqui, que consiste en chocar las palmas para después transformarlas en puños y volver a chocar suavemente. Los más íntimos cierran el proceso con un fuerte abrazo de fusión total.

Formas de decir adiós

Igual que para saludar, también hay diferencias para despedirse en los distintos países de habla hispana. Desde los omnipresentes «hasta luego» —o su versión corta «ta luego», y «chao» (procedente del «ciao» italiano y que pasa a ser «chau» en Colombia y Argentina y que puede ser «chao», «chau» o «chaíto» en México)— hasta algunos más curiosos, como el «bái», también mexicano (adoptado por influencia del «bye» estadounidense y escrito tal como se pronuncia en inglés).

«Nos vemos» o «Nos vemos luego» es una expresión que se repite en prácticamente todos los países, aunque los milenials le añaden todo tipo de coletillas diferentes en cada país, desde el español «nos vemos en los bares» —aunque no hagan referencia a un bar ni otro sitio concreto realmente— a las variantes mexicanas «Ahí nos vemos, cocodrilo» o «Ahí nos vidrios».

Algo parecido ocurre con «¡Hasta luego!», al que se puede añadir desde el «Lucas» que popularizó el humorista Chiquito de la Calzada en España, hasta el «culicagao» colombiano, que hace referencia a alguien joven —o inmaduro— al que se trata con cariño, por lo que se ha convertido en habitual entre milenials.

Menos cariñoso es el archirrepetido «¡Hasta nunki!», que se popularizó en España tras ser pronunciado en un reality televisivo. Es una despedida poco amigable, que sigue la fórmula del «Holi», un «¡Hola!» en versión tierna que algunos milenials repiten hasta la saciedad, alargando la i unos cuantos segundos para darle sonoridad y enfatizar la llegada y la despedida.

En Argentina, al igual que para decir «¡Hola!», a la hora del adiós es habitual concatenar expresiones: «¡Chau, nos vemos, hasta luego!». Los argentinos son grandes maestros a la hora de buscar sinónimos y no tienen reparos en repetir la misma idea tres o cuatro veces en una misma frase.

 

 

¿Y si simplemente hablamos de jóvenes?

Isabel Duplá

Por qué hablamos de milenials?, ¿por qué nos sentimos obligados a inventarnos un nuevo nombre para hablar de los jóvenes? Pasan los años y vamos sustituyendo una generación por otra, hemos pasado de la Generación X a la Y… sin contar siquiera con un acuerdo unánime de caducidad de una e inicio de la siguiente, pero sin dejar de hablar de ellas como si fueran realidades científicamente demostrables.

Recuerdo la primera vez que oí hablar de la Generación X, a la que supuestamente pertenezco. Ni me identificaba ni me identifico con lo que se decía de nosotros, más allá de la coincidencia en el tiempo que nos ha tocado vivir. «Son responsables, se muestran comprometidos y preocupados por el mundo. Los miembros de la Generación X son los grandes impulsores de la tecnología…», leo en la Wikipedia. ¿No es lo mismo que se dice ahora de la Generación Y? Todo esto suena a discurso vacío, casi de horóscopo. ¿Será por eso que los jóvenes que me rodean tampoco se sienten identificados con la Generación Y en la que les encasillamos ni con el nombre de milenials?

Son chavales muy bien formados, aunque tienen enormes dificultades para entrar en el mercado laboral. Y tienen una gran conciencia social y ambiental.

Espero que tanto ellos como los nacidos en las próximas generaciones sigan comprometiéndose, se preocupen por el mundo que les rodea, se interesen por la tecnología… y por muchas cosas más. Y confío en que dejemos de agruparles de formas absurdas y de etiquetarles con nombres que no definen nada que no esté definido ya. ¿Qué tal si simplemente hablamos de jóvenes?

 

Este artículo sobre el lenguaje de los milenials es uno de los contenidos del número 2 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras, disponible en quioscos y librerías.
Si desea suscribirse o adquirir números sueltos de la revista, puede hacerlo aquí https://suscripciones. archiletras.com/