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24 Sep 2019
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Reportajes

Cuando canta la calandria y responde el alondrón, la collona o el azorrago

César Javier Palacios

Babel campero con los vernáculos de las aves más conocidas. Cada idioma, cada región, cada valle pueden usar diferentes nombres para referirse a la misma especie

Lo de poner nombre a los animales salvajes no es fácil. Según la Biblia, fue un fabuloso trabajo de Adán cuando andaba aburrido por el Paraíso. Pero luego llegó el quilombo lingüístico de Babel y la cosa empezó a complicarse. Cada idioma, cada país, cada región, cada valle e incluso cada familia pueden usar diferentes nombres para referirse a las mismas especies. Con la finalidad de poner orden a tanta confusión, los científicos tienen en la nomenclatura un apoyo a la taxonomía, de tal manera que cada especie, subespecie o taxón tenga la misma denominación en todo el mundo. En latín, pues era la lengua franca del mundo cuando el botánico sueco Carlos Linneo propuso este sistema, en el siglo XVIII. En esta misma línea de asignar un único nombre a plantas y animales, cada lengua tiene los suyos oficiales. Son las listas patrones.

En el caso del español de España, el primer listado se publicó en 1954 y fue redactado por Francisco Bernis, uno de los seis ornitólogos que ese mismo año acababan de fundar la Sociedad Española de Ornitología. Si bien es cierto que la mayoría de los elegidos fueron los vernáculos más populares, en otros casos tuvieron que inventarse nombres nuevos para designar las especies menos conocidas. Incluso algunas algo malsonantes sufrieron la censura del momento, y se modificó, por ejemplo, el cágalo, que pasó a llamarse págalo, aunque chochín y polla de agua lograron pasar la criba.

Fue también Bernis, el bautizador de las aves españolas, quien durante décadas y en colaboración con su mujer Cristina Carro hizo cientos de encuestas postales y entrevistas por toda la Península con la intención de lograr «menús vernaculares», como él los llamaba. El resultado final es el Diccionario de nombres vernáculos de aves (Gredos, 1995), base documental de este reportaje. Un extraordinario trabajo que demuestra, como reconoce Bernis, «la cultura de nuestro paisanaje»; especialmente del mundo rural, pues la de la ciudad, explica el profesor, «ofrece menús pobres y de baja calidad».

Frente a ese escaso conocimiento de la riqueza pajaril de los urbanitas, incapaces de saberse los nombres de una docena de aves medianamente bien identificadas, se descubre con sorpresa la riqueza de lugares especialmente integrados con la naturaleza como es el entorno del Parque Nacional de Doñana, en el sur de España. Allí, el naturalista Héctor Garrido ha recopilado, sin contar las denominaciones vernáculas del patrón oficial, 369 nombres locales pertenecientes a 157 especies diferentes de aves. Y seguramente no estarán todos.

Muchos vernáculos tienen origen en las onomatopeyas de los cantos de las aves (cuco, abubilla). Era lo más sencillo. Denominarlas imitando su canto. Otras veces describen su color o forma (azulón, petirrojo, rabilargo), otras su comportamiento (papamoscas, abejaruco), e incluso apodos (Juanito, Martín). En ocasiones son palabras de raíces latinas, griegas o árabes. Pero lo más increíble es la variedad geográfica de estos nombres, que ya a Bernis y su mujer les permitió elaborar mapas de distribución, como si los vernáculos fuesen una especie amenazada más, que sin duda en estos tiempos de homogeneidad lingüística ya lo son.

Abejaruco

Nombre normativo: Abejaruco europeo
Nombre científico: Merops apiaster
Otros vernáculos: Bejarruco, picabejero
Otras lenguas: Abellaruco (gallego), abellerol (catalán), erlatxoria (vasco), european bee-eater (inglés), guêpier d’Europe (francés)

Que la letra b no te engañe. El nombre de este bello pájaro de intensos colores tropicales no se denomina así por una supuesta «ave jaruca», si es que algo así existe. Hace referencia a su alimentación, pues básicamente come abejas que atrapa al vuelo con soltura de piloto acrobático. Así se le conoce en todas las regiones de la España hispanohablante, con infinidad de variantes como abejeruco o bejarruco, pero también picabejero (Aragón), colmenero (Ciudad Real), picabejero (Navarra), birgüelo, mirabuelo (Huesca) y abejorrero (Murcia). En otros idiomas se mantiene la regla: abellaruco (gallego), abellerol (catalán), erle-txoria (euskera), bee-eater (inglés). No tiene nombres onomatopéyicos, a pesar de su peculiar reclamo como de un silbato, audible a largas distancias. Con la creciente influencia del fútbol, algunos ornitólogos los denominan cariñosamente los árbitros. Pero no son nada imparciales. En cuanto pueden se zampan por decenas a las abejas jugadoras, para desesperación de los apicultores.

Abubilla

Abubilla

Nombre normativo: Abubilla común
Nombre científico: Upupa epops
Otros vernáculos: Bubulillo, japupa
Otras lenguas: Bubela (gallego), puput (catalán), argi-oilarra (vasco), eurasian hoopoe (inglés), huppe fasciée (francés)

Desde tiempos romanos, y seguramente desde mucho antes, el nombre de este pájaro eminentemente rural, anunciador de la primavera, ha hecho referencia a su característico canto, monótono, perfectamente audible en su amplia zona de distribución. Suena a algo así como bububú o pupupú. Upupa en latín, epops en griego, bubulilla, bubela (gallego), puput (catalán) y popupa (portugués), pero también hoopoe (inglés) y huppe (francés). Cuando un británico ve una de estas aves se queda maravillado, pues no las hay en su país y en el nuestro es común para regocijo de quienes disfrutamos con su belleza; cresta blanquinegra plegable y largo pico ganchudo. Por eso tiene tantísimos nombres: abubilla es el más común, pero también la llaman bubilla en Cuenca y Teruel, bobilla en Salamanca y Extremadura, abobilla en Zamora, bodeviella en León, cucubilla en Valladolid, bubulillo en Burgos, japupa y peinetilla en Andalucía y tabobo y pupú en Canarias. En otros sitios, gallito de San Martín, gallito de marzo, burbuta, apupú, jariboba y moñuita.

Agachadiza

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Nombre normativo: Agachadiza común
Nombre científico: Gallinago gallinago
Otros vernáculos: Agachadera, pitorrilla
Otras lenguas: Becacina (gallego), becadell comú (catalán), istingor arrunta (vasco), common snipe (inglés), bécassine des marais (francés)

Ave dotada de un descomunal pico casi más largo que ella misma. Es esquiva y muy difícil de ver, pues pasa la vida escondida entre la vegetación de zonas encharcadas, en cuyo barro encuentra los bichitos de los que se alimenta. Solo sale volando cuando casi estás a punto de pisarla, emitiendo entonces un ruido seco parecido a «gachch». Hace entonces un corto vuelo semicircular que acaba enseguida, posándose escondida, agachada, más adelante. Así que por sonido y comportamiento el nombre le viene al pelo (perdón, a la pluma). Gacha, agachadera, gachona (Andalucía), aganchador (Lugo), arciruelo (Doñana), laguneja (Cantabria), recacha (Ciudad Real) y pitorrilla (Salamanca, Extremadura). En Asturias se la conoce por becacina, becacín en Navarra, nombres cercanos al vernáculo francés becassine e italiano becaccino, pero también al catalán becadell, al gallego becacina y al aragonés becasina que pueden inducir a identificación errónea con la becada o chocha perdiz, una agachadiza propia de los bosques.

 

Agateador

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Nombre normativo: Agateador euroasiático
Nombre científico: Certhia familiaris
Otros vernáculos: Gatearrobles, picarrilla
Otras lenguas: Gabeador norteño (gallego), raspinell pirinenc (catalán), basoetako gerri-txoria (vasco), eurasian treecreeper (inglés), grimpereau des bois (francés)

No se podría conocer de otra manera a este lindo pajarito insectívoro, habitual trepador de los troncos de arboledas, incluso las de parques y jardines urbanos. Ratoncito lo llamaba un pastor de Burgos aficionado a las aves, pues pasa gran parte del día pegado a la corteza de los troncos, gateando arriba y abajo como un roedor inquieto. Dependiendo de sus bosques favoritos, se llama gatearrobles o gateaencinas en Salamanca, gateapinos en Segovia, trepatroncos en León, subitroncos en Navarra, corretroncos en Huesca, subidero en Galicia y hasta escalatorres en Álava. Para otros, más que trepar se engancha directamente a los árboles gracias a sus eficaces garras, de ahí engarrafitador en Zamora o engarriadera de León. Picarrilla en Teruel y Cuenca y esquilón y esquilo en Asturias. El churrupín de Segovia es onomatopeya de su reclamo. El repechín de Cádiz une sonido y comportamiento de esta simpática ave. Gabeador en gallego, raspinell en catalán, gerri-txori en euskera, treecreeper (trepador de árboles) en inglés.

 

Águila Real

Águila

Nombre normativo: Águila real
Nombre científico: Aquila chrysaetos
Otros vernáculos: Águila chivera, caudal
Otras lenguas: Aguia real (gallego), àguila daurada (catalán), arrano beltza (vasco), golden eagle (inglés), aigle royal (francés)

En castellano, y por defecto, las rapaces de gran tamaño se denominan águilas o sus derivados como aguiluchos o aguilillas (Hispanoamérica, Canarias). El nombre proviene del latín , que prácticamente todas las lenguas europeas han mantenido: àgila daurada (catalán), aguia real (gallego y portugués), aigle royal (francés), aquila reale (italiano), golden eagle (inglés). También conserva el simbolismo de nobleza y poder del que hicieron estandarte las legiones romanas y mantiene la heráldica. La real es la especie más poderosa y de distribución más global, pues ocupa todo el hemisferio norte, tanto Eurasia como Norteamérica, además del norte de África. En Castilla y Andalucía, se la conoce también por águila chivera, pues caza cabras. Águila dorada en México, donde es símbolo nacional y aparece en su escudo, como también rampaba en el franquista español, aunque en este caso se supone que era imperial. Caudal en Andalucía, seguramente por el color blanco y negro de la cola en los ejemplares jóvenes.

 

Alcaraván

Alcaraván

Nombre normativo: Alcaraván común
Nombre científico: Burhinus oedicnemus
Otros vernáculos: Chorlito, pedroluis
Otras lenguas: Alcaraván (gallego), torlit (catalán), atalarra (vasco), eurasian stone-curlew (inglés), oedicnème criard (francés)

La palabra de esta ave amiga de las estepas y los desiertos procede del árabe hispánico alkarawán, que a su vez lo tomó del árabe clásico karawān y este del persa karvān. El escritor Don Juan Manuel ya usa en su Libro de la caza (1325) dicho vernáculo y también el sincopado alcarán. Pero tiene también otros muchos que aluden a un reclamo que suena especialmente por las noches a algo parecido a «chorlí, chorlí». De ahí chorlito, como se la conoce en León, Zamora o Murcia, dormir (Segovia), dormilero (Lugo), pedroluis (Canarias), francolín (Vitoria, La Rioja) y terliz (Aragón). Por lo mismo es torlit en catalán, sebel·lí (mallorquín), stone-curlew (inglés), courlis de terre (francés), triel (alemán), tirulik (búlgaro), pero alcaravão en portugués. En Italia se quedaron prendados de sus grandes ojos amarillos, los únicos que pueden destacar mínimamente en medio de su críptico plumaje, y por ello la llaman occhione, ‘ojazos’. El nombre de alcaraván viajó a América, donde designa aves del mismo género.

 

Alcaudón

Alcaudón

Nombre normativo: Alcaudón real
Nombre científico: Lanius meridionalis
Otros vernáculos: Cabezota, alcairón
Otras lenguas: Picanzo real meridional (gallego), botxí meridional (catalán), antzandobi handia (vasco), iberian grey shrike (inglés), pie-grièche méridionale (francés)

Es cada vez más raro, como la mayoría de las especies y oficios del mundo agrorural, pero antiguamente este pájaro chulito y pendenciero, amigo de cazar pequeños animales que luego deja empalados en espinos como tétrica despensa, era famoso y popular en el campo español. Su vernáculo oficial proviene del hispanoárabe alqabṭún, y este quizá del latín capitonis, ‘cabezón’. Cabezota lo llaman en Ávila, Valladolid, Toledo o Sevilla; cabezón en Burgos, Vitoria, La Rioja o Murcia; cabezudo en Zaragoza, y cabecigordo y cabezurrón en Ciudad Real. Por su afición a ensartar víctimas, lo conocen por picanzo en Extremadura, Zamora y Salamanca, como también se denomina en portugués y gallego. Pajarona en Cantabria, carnicero en Huesca, chajorro en La Serena y picapuerco en Navarra. Alcairón en Canarias, donde se asegura que su canto barrunta desgracias y hasta la muerte. Olvidan los canarios que es un excelente imitador del canto de otras aves, a las que así es capaz de acercarse y matar, así que el mensaje será otro.

Avutarda

Avutarda

Nombre normativo: Avutarda euroasiática
Nombre científico: Otis tarda
Otros vernáculos: Abetarda, butarda
Otras lenguas: avetarda (gallego), pioc salvatge (catalán), basoilo handia (vasco), great bustard (inglés), outarde barbue (francés)

Otis para los griegos, pero los romanos prefirieron usar el nombre dado por los latinos de Hispania, única zona del Imperio donde criaban estas formidables aves. Así lo recoge Plinio el Viejo: «Quas Hispania aves tardas appellat». Ave tarda, ave lenta. Llevamos dos mil años manteniendo el mismo vernáculo. Todavía en algunas zonas de las dos Castillas, Andalucía y Extremadura, donde se concentran sus mayores poblaciones (unos 25.000 ejemplares), hay gente que las sigue llamando abetardas. Ahora sabemos que es el pájaro más robusto del mundo con capacidad para volar. Unos pocos gramos más y el macho, el gran barbón de las estepas ibéricas, sería incapaz de despegar. Por suerte ya no se caza. Antes se hacía «a escopeta y buey o burro», pues escondido tras estos animales las aves no recelan y el cazador podía acercarse a ellas asegurando el disparo. De esa ave tarda tan latina que prefiere caminar a volar derivan abetarda (portugués), avetarda (gallego), outarde (francés), otarda (italiano) y hasta el bustard inglés.

Gorrión

Gorrión

Nombre normativo: Gorrión común
Nombre científico: Passer domesticus
Otros vernáculos: Pardal, gurriato
Otras lenguas: Pardal (gallego), pardal comú (catalán), etxe-txolarrea (vasco), house sparrow (inglés), moineau domestique (francés)

Es el ave más urbana y universal del planeta. El poeta Miguel Hernández dijo de ellas que eran «los niños del aire». Desaparece de los pueblos cuando quedan abandonados, pero ahora está desapareciendo de las ciudades por exactamente lo contrario, el exceso de población humana. Solo en España, en las últimas dos décadas han sucumbido 25 millones de gorriones. En castellano antiguo se denominaba passaro, evolución de su nombre latino passer, de donde se generalizará luego pájaro. Porque siempre fue el pájaro por excelencia, de apellido domesticus, el que cría en las casas. Ya en el siglo XVI aparece la forma moderna gorrión, neologismo de origen quizá onomatopéyico, de donde derivará gurrión (Navarra) y gurriato (Extremadura, Castilla). Del latín vulgar puede proceder su otro nombre más habitual, pardal, conservado tanto en catalán y valenciano como en portugués, gallego, asturiano y en el oeste de Castilla; así llamado por su color pardo, pero quizá por recordar a las tradicionales capas de estameña de los aldeanos.

Calandria

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Nombre normativo: Calandria común
Nombre científico: Melanocorypha calandra
Otros vernáculos: Alondrón, azorrago
Otras lenguas: Calandra real (gallego), calàndria (catalán), kalandria (vasco), calandra lark (inglés), alouette calandre (francés)

El Romance del prisionero, una de las primeras manifestaciones anticaza de la literatura, hizo famosa a esta avecilla que nos cantaba al albor, pero en el campo se suele confundir con otros pájaros como alondras, terreras, totovías y cogujadas. La kalandra o calendris del latín vulgar aparece ya como calandria en los Milagros de Nuestra Señora, allá por el siglo XIII, cuando Berceo ensalza su «gran melodía». De hecho, antes era frecuente tenerla en algunos balcones como pájaro de jaula. Caliandra (Zaragoza), zurriaga (Jaén y Guadalajara), azorrago (Ciudad Real), alondrón (Zamora y Valladolid), londro o londra en las provincias que lindan con Portugal y Sevilla, golloría (Teruel), aloda (Navarra) y collona (Huesca), pero también corbata (Badajoz) por su característica mancha en el cuello. Aunque no tiene nada que ver con otros géneros americanos, se utiliza este nombre en América para designar el cenzontle, sinsonte o tenca, aves famosas por su capacidad para imitar todo tipo de cantos y sonidos.

Corneja

Corneja

Nombre normativo: Corneja negra
Nombre científico: Corvus corone
Otros vernáculos: Corveta, carnicero
Otras lenguas: Corvo pequeño (gallego), cornella (catalán), belabeltza (vasco), carrion crow (inglés), corneille noire (francés)

Afirma el profesor Bernis que este vernáculo, de gran arraigo en el pasado, estaba ya en desuso en el siglo XX hasta que él mismo se encargó de popularizarlo. Los córvidos negros y de mediano tamaño habían acabado en el cajón común del grajo, que además de a ese pájaro que tanto se nombra en el Cantar de Mio Cid como ave de agüero («Cuando salen de Vivar ven la corneja a la diestra, pero al ir a entrar en Burgos la llevaban a su izquierda»), incluye a grajillas, grajas e incluso cuervos. Corneja es onomatopéyico, en base al «corr-corr-corr», reclamo machacón del ave. Por eso los romanos usaron el diminutivo latino cornicula, que además del castellano corneja mantendrá el italiano (cornachia), el francés (corneille) y el catalán (cornella). Cuervo chico en Vitoria, cuerveta o corveta en Huesca, frente a vernáculos, ya sí exclusivos del cuervo, más dados a incorporar curiosos apellidos como carnicero (Burgos, Madrid, Guadalajara), burrero o alforjero (Huesca), real (Navarra) e incluso merendero (Vitoria).

Chochín

Chochín

Nombre normativo: Chochín
Nombre científico: Troglodytes troglodytes
Otros vernáculos: Carliza, ratonero
Otras lenguas: Carriza (gallego), cargolet (catalán), txepetxa (vasco), eurasian wren (inglés), troglodyte mignon (francés)

Este es otro de los vernáculos aviares que más disgustaban a Francisco Bernis dada sus altas connotaciones eróticas. No está nada claro su origen, quizá proveniente de chorchín o chorcha, a pesar de no tener nada que ver con la robusta chocha perdiz, la becada. Los aficionados a las aves hablan siempre de él entre risas, pues es un pajarito muy inquieto, de canto increíblemente potente, que no para de agitar la cola incluso cuando entra en su delicado nido a través de un estrecho agujero abierto en una bolita de musgo. Bernis, que fue profesor en Lugo, apostó sin éxito por el nombre gallego de carriza, de ahí cagarriza en León, carliza en Salamanca y xarrica en Asturias. Por su pequeño tamaño y costumbre de estar siempre enredando por suelos y ramas bajas es ratonero y ratinuca en Cantabria, ratón de árbol en Álava, ranera en Guadalajara, ratonera y caracolero en Navarra y ratilla en Andalucía. Hornilla y aujeruco en León, seguramente por esos peculiares nidos que tanto gustan a los ornitólogos.

 

Chotacabras

Chotacabras

Nombre normativo: Chotacabras europeo
Nombre científico: Caprimulgus europaeus
Otros vernáculos: Gazpacho, gallina ciega
Otras lenguas: Avenoiteira cincenta (gallego), enganyapastors (catalán), zata arrunta (vasco), european nightjar (inglés), engoulevent d’Europe (francés)

Chotacabras. Vernáculo erudito que probablemente no fue utilizado hasta los primeros listados de aves de mediados del siglo XX. Es traducción directa del latín caprimulgus, luego mantenido como nombre científico. Une dos palabras, chotar (suctare, ‘mamar’) y cabra, pues erróneamente se creía que esta ave nocturna, de curioso aspecto entre búho y vencejo, chupa la leche a las cabras. En realidad es insectívora estricta. Se ha denominado capacho en todo el centro de la Península, nombre onomatopéyico debido a su monótono canto «capa-capa-capa». Gazpacho, galapacho o gazpachino en Extremadura, cabacho en Salamanca, cajonera en Jaén y pagañera en Zamora. También es muy popular zumaya o zamaya, así como engañabobos. Gallina ciega (Burgos, Palencia, Huesca y La Rioja). Bocacha y patacadajón (Navarra). En América gallinaciega, tapacaminos, atajacaminos, añapero, cuyeo (Costa Rica), bujío (Colombia), curiango (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay), pocoyo (Nicaragua), picuyo (México) y aguaitacamino (Venezuela).

 

Garza

Garza

Nombre normativo: Garza real
Nombre científico: Ardea cinerea
Otros vernáculos: Garza pescatera, pardilla
Otras lenguas: Garza real (gallego), bernat pescaire (catalán), lertxun hauskara (vasco), grey heron (inglés), héron cendré (francés)

Con esta ave, hispanos y lusos dimos la espalda al latín y no la llamamos herodias, como la denominó Aristóteles, ni heron como ingleses y franceses, y se especula si la palabra tiene origen celta. Ya en el siglo XIV, el Arcipreste de Hita habla de bellas mujeres «con alto cuello de garça». La especie más conocida es la garza real o gris. Pescatera o pescadera en Aragón, pardilla en Ciudad Real. Otra es la imperial, no tan grande y de colores vinosos, vernáculo culto frente a moruna o morisca (Andalucía), pescateire o garrapescaire (Huesca). De inferior tamaño es la garceta, garcete en León, y la garcilla bueyera, otro cultismo frente al popular espulgabueyes. La garcilla cangrejera es conocida también como garza cangrejera. Finalmente martinete (diminutivo de Martín), el cuervo nocturno de Aristóteles y de su denominación científica (Nycticorax), perdió tal nombre en época medieval y lo recuperó con los listados oficiales del siglo pasado, pues popularmente era garcilla de noche, garza bruja en Andalucía.

 

Halcón

Halcón

Nombre normativo: Halcón peregrino
Nombre científico: Falco peregrinus
Otros vernáculos: Halcón palomero, tagarote
Otras lenguas: Falcón peregrino (gallego), falcó pelegrí (catalán), belatz handia (vasco), peregrine falcon (inglés), faucon pèlerin (francés)

Con los halcones, alcotanes, esmerejones y cernícalos nos hemos hecho siempre un lío, pues son especies semejantes aunque de tamaños diferentes. En el Cantar de Mio Cid ya aparece falcón, que es como todavía se conoce al halcón peregrino en algunos lugares de Aragón y Valencia, mientras que en Canarias se emplea para designar al halcón de Berbería. En cetrería los halconeros les daban diferentes nombres de origen árabe según el aspecto de su plumaje, como neblí, baharí o tagarote. Halcón palomero hace referencia a sus principales presas. Los nombres del cernícalo (que se cierne en el aire, como un helicóptero), pequeña ave de presa abundante y rural, son mucho más variados: lagarteiro y gavilucho (Galicia), penerino, gavilucho y bailadera (Asturias); gavilán (Cantabria, Murcia, Almería); esparvel (Toledo); rapante (Álava); azorillo (La Rioja); aguiloche y rapiño (Navarra); esparvero, ciquilín, gavilante y garrapiña (Huesca); azarillo (Badajoz), y sarnícalo, sarnicolito y San Nicolás (Canarias).

 

Jilguero

Jilguero

Nombre normativo: Jilguero europeo
Nombre científico: Carduelis carduelis
Otros vernáculos: Colorín, sietecolores
Otras lenguas: Xílgaro (gallego), cadernera (catalán), karnava (vasco), european goldfinch (inglés), chardonneret élégant (francés)

Este bello pájaro cantor recibe tal nombre de su afición a las semillas de los cardos, silybum en latín y sílyvon en griego, de donde procede sirguero o silguero, que es como se conoce en Galicia y se usaba en Castilla hasta el siglo XVI. De ahí jilguero, vernáculo muy extendido, como también lo es colorín y sietecolores. Su popularidad le ha regalado multitud de nombres en toda la geografía española: jilguerino (Extremadura), pintadillo y jaulilla (Guadalajara) y golorito (Álava, La Rioja, Burgos). Directamente del castellano cardo surge cardelina y cardellina (Aragón), cardenera (Valencia), cagarnera (Álava) y cabernera (Murcia). Onomatopéyicos son taquelí (León) y telerín (Badajoz). En Canarias, por influencia del portugués, pájaro pinto, pintado, pintacilgo y pintasilva. No confundir con el pardillo, vernáculo que se fija en su color pardo, como un pardal (gorrión) en pequeño; linacero en Andalucía y Canarias (por comer semillas de lino), e incluso bachiller (Salamanca) por el birrete rojo del macho.

 

Lavandera

Lavandera

Nombre normativo: Lavandera blanca
Nombre científico: Motacilla alba
Otros vernáculos: Pajarita, aguzanieves
Otras lenguas: Lavandeira branca (gallego), cuereta blanca (catalán), buztanikara zuria (vasco), white wagtail (inglés), bergeronnette grise (francés)

Este pequeño pájaro ostenta el récord nacional de vernáculos, evidencia de una popularidad que ha ido perdiendo con el avance de la sociedad urbana. Se conocen más de 200 nombres, incluidas sus variantes, cerca de un centenar solo en castellano. De acuerdo con el trabajo del matrimonio Bernis y Caro, 25 son onomatopéyicos (pipita, pipitita), 13 son diminutivos cariñosos (pajarita, mariquita), 22 señalan su presencia invernal en el interior y sur de España (aguzanieves, neverita), 30 aluden a su cola en movimiento (rabilarga, rabicandil), 20 a su afición por corretear cerca de los ríos (lavandera, andarríos), siete por seguir el surco del arado (labradora, sementera), seis a su aparente facilidad para acercarse a ella (engañapastores, engañamochil), y otras hacen referencia a historias populares (ama de cura, sanantona). En Canarias se llama alpispa, también onomatopéyico, denominación que por extensión identifica a las personas, especialmente niñas y jovencitas, bellas, delicadas y bastante traviesas.

 

Milano

Milano

Nombre normativo: Milano real
Nombre científico: Milvus milvus
Otros vernáculos: Bilano, águila horquetera
Otras lenguas: Millafre real (gallego), milà reial (catalán), miru gorria (vasco), red kite (inglés), milan royal (francés)

A esta ave rapaz le dio popularidad Miguel Delibes con el Azarías de Los santos inocentes que luego Paco Rabal inmortalizó en la película de Mario Camus. Para el entrañable personaje de la novela todas sus mascotas eran «milanas bonitas», ya fueran grajillas, búhos o niños. El nombre procede del latín milanus y ya aparece en Berceo. En Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía se usa más bilano. Por su cola ahorquillada recibe los nombres de águila horquetera y cola aforcada (Ávila), cola pescado (Segovia, Álava), colabadejo (Navarra), rabo forcado (Zamora) y horquilleto (Doñana). También robachitas (Navarra), alforrocho y asforrocho (Huesca). Vilano, villano y robapollos en Canarias, de donde se extinguió hacia 1970, y que a juzgar por estos vernáculos tenía fama de cazar los pollitos de gallina. Cervantes refiere un destrozo en gallinero como hechura de milano. El nombre se utiliza en América para designar varias especies de rapaces del Nuevo Mundo como el milano tijereta o el picogarfio.

 

Oropéndola

Oropéndola

Nombre normativo: Oropéndola europea
Nombre científico: Oriolus oriolus
Otros vernáculos: Papahigos, tengo frío
Otras lenguas: Ouriolo (gallego), oriol (catalán), urretxoria (vasco), eurasian golden oriole (inglés), loriot d’Europe (francés)

Procede del latín auri pinnula (plumita de oro) debido al vistoso color amarillo vivo (áureo) de los machos, de donde procede el vernáculo antiguo ouriol que cita Juan Ruiz en el Libro de Buen Amor, de mismo origen que los nombres Aurelio y Oriol. El Arcipreste de Hita lo denomina papagayo, pues según defiende Bernis así se denominó hasta finales de la Edad Media por influencia del árabe en el occitano y luego en el catalán, para acabar reutilizado por los primeros exploradores castellanos y portugueses en América para designar esas aves de espectacular plumaje que les recordarían a las ibéricas. Por su afición a los higos papahigos (Álava, Salamanca), papafigos (Galicia), maduralhigo (Zaragoza) y marahígas (Cáceres). Variantes que también hacen referencia al carácter colgante, pendular, de sus nidos, son gurropéndola (Segovia, Salamanca, Extremadura), uropéndola (Zamora, Toledo, Ciudad Real, Cádiz) y repéndola (Huelva, Sevilla). Y onomatopéyicos como teófilo (Navarra) o tengo frío (La Rioja y Burgos).

 

Petirrojo

Petirrojo

Nombre normativo: Petirrojo europeo
Nombre científico: Erithacus rubecula
Otros vernáculos: Pechuguito, papito
Otras lenguas: Paporrubio (gallego), pit-roig (catalán), txantxangorria (vasco), european robin (inglés), rougegorge familier (francés)

El vernáculo de este popular pajarito de peto (pecho) rojo es relativamente reciente y podría proceder del italiano pettirosso o del catalán pit-roig. Antes se usaba especialmente pechirrojo. De él proceden sus muchos derivados como papirrojo (Álava), pechirrubio (Galicia), papocolorao (Asturias), cuellirroyo (Teruel), paporroyo y pitarroi (Huesca), perchel (Ávila), perchín (Cádiz), pimentonerillo (Burgos y La Rioja), pimienta y pimentero (León, Zamora, Salamanca), pechuguito (Badajoz), pechugista (Jaén), barbarroja (Cáceres), colorín (Murcia), pichote (Almería) y papito, colorada y pechugita (Canarias). De su comportamiento confiado le viene el apelativo de tontito, bobito y hasta bartolo con que se lo denomina en ciertas localidades de Extremadura. Del contraste de su plumaje en épocas invernales surge llamarlo pajarica de la nieve. En inglés es robin y, por cierto, Robin Hood significa literalmente ‘caperuza de petirrojo’​, así llamado por el peculiar gorro rojo con el que se tocaba al héroe inglés.

 

Pico

Pico

Nombre normativo: Pito real
Nombre científico: Picus viridis
Otros vernáculos: Pájaro carpintero, picorrelinche
Otras lenguas: Peto verde (gallego), picot verd (catalán), okil berde (vasco), european green woodpecker (inglés), pic vert (francés)

Aquí la sinécdoque designa a la parte por el todo, pues nada hay más característico para el grupo de los pícidos que ese pico robusto y afilado con el que taladran troncos ruidosamente. Lo de pájaro carpintero es influencia del español de América, donde dicho vernáculo está muy extendido. En la España hispanohablante ya desde el siglo XVI se ha venido utilizando preferentemente pico, al que se le suma alguna característica especial que permita distinguir las siete especies que nidifican en la península ibérica. El oficialmente conocido como pito real es por su característico reclamo picorrelinche y picarrelinche (Burgos), relinchador (Zaragoza) y relinchón (Navarra). Pico verde (Álava), picorro (Guadalajara, Teruel), picobarrenos (Cáceres), picagujeros (Palencia), picatuerto, picamazo, picorrío y picapalo (Asturias), pito verdal, picapuertas y picapuerca (León), picatroncos (Salamanca, Zamora), picamaderos (Cuenca) y carpintero y aburacabarrenos (Salamanca). Por su vuelo sinuoso, caballico (Murcia).

 

Quebrantahuesos

Quebrantahuesos

Nombre normativo: Quebrantahuesos
Nombre científico: Gypaetus barbatus
Otros vernáculos: Cascahuesos, quebrantón
Otras lenguas: Quebraósos (gallego), trencalòs (catalán), ugatza (vasco), bearded vulture (inglés), gypaète barbu (francés)

Plinio ya lo mencionó como ossifrago, ‘comedor de huesos’. Este gran buitre es el último eslabón en el aprovechamiento de las carroñas, de las que sobre todo consume tendones y tuétano de los huesos, que obtiene dejándolos caer desde gran altura sobre las rocas; de ahí también cascahuesos, levantahuesos, quebrantón y cascaués (Álava, Navarra, Zaragoza), devantahuesos (Huesca), cuarentahuesos (Salamanca) y frangüeso (Asturias). Un antifaz negro cubre sus ojos y cuelga en forma de hirsuta barba, por lo que en algunos sitios se lo conoce por águila chivata (dada sus barbas de chivo) o buitre barbudo. Extinguido a mediados del siglo XX de toda España salvo un pequeño reducto en los Pirineos, el vernáculo pasó por confusión al alimoche, cuyos oscuros jóvenes se parecen en vuelo, pero tienen un tamaño inferior. Ese quebrantahuesos mal identificado es en realidad la barbiñuela (Burgos), voleta o veleta (Navarra), moñiguero y churretero (Cádiz), zapiqueira (Asturias), aguilopa (Guadalajara), milopa (Levante) y guirre (Canarias).

 

Urraca

Urraca

Nombre normativo: Urraca común
Nombre científico: Pica pica
Otros vernáculos: Picaza, marica
Otras lenguas: Pega (gallego), garsa (catalán), mika (vasco), eurasian magpie (inglés), pie bavarde (francés)

Hasta el siglo XVI, era nombre de mujer, que ya en la Alta Edad Media llevaban varias reinas y princesas navarras, asturleonesas y castellanas. De etimología confusa, puede proceder de la unión del vasco urre (‘oro’) y el denominativo latino -co. Entonces este inteligente córvido se denominaba picaza, como todavía se conoce en Burgos y La Rioja, procedente del vernáculo latino pica, mantenido en su nombre científico así como en francés (pie) e inglés (magpie). De él desciende también pega, la otra denominación habitual en todo el extremo oriental de la Península. Los tres son onomatopéyicos de su penetrante reclamo «chac-chac-chac». Y seguramente por esta razón se terminó relacionando a las personas parlanchinas con estas aves a través del nombre que más sonaba a su canto, Urraca. Al final se quedó con él. Mika en vasco, y de ahí proviene marica (Burgos, Navarra). Burraca (Extremadura), picaraza (Soria, Zaragoza), garza (Huesca, influencia del catalán garsa), blanca (Comunidad Valenciana) y graja (Murcia, Almería).

 

Vencejo

Vencejo

Nombre normativo: Vencejo común
Nombre científico: Apus apus
Otros vernáculos: Avión, ocejo
Otras lenguas: Cirrio (gallego), falciot negre (catalán), sorbeltz arrunta (vasco), common swift (inglés), martinet noir (francés)

Con este tipo de aves insectívoras, la confusión es grande. Las «oscuras golondrinas» de Bécquer que hacen sus nidos bajo los balcones son en realidad aviones (las golondrinas anidan en establos y porches), y los llamados aviones por muchos (Castilla, Murcia, Andalucía) son vencejos, aves de veloz y ruidoso vuelo que incluso duermen en el aire. Por eso tienen las patas atrofiadas, apus (‘sin pies’) en latín. El vernáculo oficial y más extendido proviene de la contaminación entre oncejo, del latín vinciculum, diminutivo de uncus (garra, algo curvado) y la voz romance ocejo (‘hoz’), pues su forma en vuelo es la de una hoz, falcis en latín, falcilla en catalán. Vencello (Galicia), avecejo (Badajoz), ocejo (Cuenca, Guadalajara, Teruel), arrecajle (Valladolid, Segovia), arricángel (Salamanca), arriache (Ávila), falceta, falcino, farcino, barcino y falcilla (Aragón), falsía y gavión (Álava), paparro (Badajoz) y avurrón y andoriña (Canarias). Onomatopéyicos son cirri (Álava), chirle (Salamanca) y cirro y clirre (Galicia).

 

Verdecillo

Verdecillo

Nombre normativo: Serín verdecillo
Nombre científico: Serinus serinus
Otros vernáculos: Verdín, chamarín
Otras lenguas: Xirín (gallego), gafarró (catalán), txirriskil arrunta (vasco), european serin (inglés), serin cini (francés)

Serinus es su nombre latino, según el profesor Bernis debido al color amarillo cera de la cara del macho, de donde pasó al castellano como serín o serino. El médico y naturalista Francisco Hernández de Toledo criticará en 1566 que al serinus «algunos modernos llaman verdecillo». Verderiño (Orense), verderín (Asturias, Ávila, Salamanca), verdulín (Valladolid), verderolico (Zaragoza), verdiencha (Huesca), verdeclaro (Zamora), verdín (León, Vizcaya), verdita (Toledo), verdejo (Ciudad Real) y visperina y finche (Cáceres). Se mantienen en la tradición latina serín (Lugo), sirín (Pontevedra) y sirís (occidente de Asturias). Un tercer grupo procede del catalano-aragonés gafarrón (Zaragoza, Teruel) y gafarrilla (Murcia). En Andalucía prospera chamariz, chamarín y chamarí, según el filólogo Joan Corominas por influencia del portugués chamar (‘llamar’), en referencia a su uso como señuelo para cazar aves de jaula. Chafarín y chamarín en Badajoz. Onomatopéyicos serían chirricha (Álava) y chirri chirri (Navarra).

 

Este reportaje sobre Los nombres de las aves es uno de los contenidos del número 4 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras, disponible en quioscos y librerías
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