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02 Oct 2019
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Reportajes

A la tele le gusta jugar con las palabras

Ana Cruzat

Los concursos televisivos relacionados con la lengua viven un éxito imparable, con audiencias que llegan a alcanzar el 26% y concursantes más preparados que nunca

Azafata

Antes de leer este artículo, intenta responder rápidamente con una palabra a cada definición: «Con la S, ‘Falta de ruido’; con la T, ‘Silicato de magnesia que, en forma de polvo, se utiliza para la higiene y en la industria cosmética’; con la U, ‘Apoderarse de una propiedad o de un derecho que legítimamente pertenece a otro, por lo general con violencia’». Las respuestas correctas son «silencio», «talco» y «usurpar». Parece fácil, ¿verdad? Pero responder a toda velocidad, con la presión del directo, los focos y un gran premio en metálico complica un poco las cosas.

Las definiciones pertenecen a los famosos roscos de Pasapalabra, la prueba final del programa que hasta ahora emitía Telecinco, que puede incluir preguntas mucho más complicadas. Por algo acertar las 25 definiciones puede hacer ganar a un concursante más de un millón y medio de euros. La elevada cuantía de los premios es una de las razones del éxito del programa, en antena desde el año 2000, y seguido a diario por una media de 2,5 millones de espectadores y un 20% de cuota media de pantalla —ha llegado a alcanzar el 26%—.

Otros programas, como La ruleta de la suerte, que presenta Jorge Fernández en Antena 3 —con paneles como el que da título a este artículo—, o Saber y ganar, en La 2, con Jordi Hurtado al frente desde hace 22 años —el concurso más longevo de la historia de la televisión en España—, incluyen también muchas pruebas relacionadas con el lenguaje y son seguidos a diario por más de 1,5 millones de media (15% de share) de fieles espectadores en el primer caso y más de 900.000 en el segundo, lo que lo ha convertido en líder de audiencia de su cadena.

¿Por qué nos atraen tanto los concursos relacionados con la lengua? Christian Gálvez, presentador de Pasapalabra, lo tiene claro: «A todos nos gusta jugar con las palabras, y creo que el éxito se debe a dos motivos: uno, que empatizas con los concursantes y quieres seguir viéndoles competir; y dos, la interactividad, el espectador puede poner a prueba sus conocimientos desde casa y eso es una motivación extra. Te diviertes y aprendes».

Acertar las 25 palabras del rosco no está al alcance de cualquiera. Hay que tener muchos conocimientos, una gran capacidad de memoria y concentración y, sobre todo, ser muy rápido. Fran González, que se llevó hace unos meses 1.542.000 euros del bote, es un buen ejemplo. Entre las definiciones de su rosco ganador estaba esta: «Apellido del poeta ruso autor de la obra La muerte del poeta, de 1837». La respuesta: «Lérmontov», un dato al alcance de unos pocos. Aunque por Pasapalabra han pasado ya cerca de 3.000 concursantes en los 12 años que el programa lleva en antena. Y se han entregado 49 botes, con un total de 18 millones de euros en premios.

«No es fácil ganar, y hay que ser consciente de que en directo a veces no rindes igual que en casa, por los nervios del directo o el cansancio», dice Jerónimo Hernández de Castro, Jero, actual concursante del programa, que ya lleva más de 200 programas en su haber y que ha participado en otros concursos, como Saber y ganar o El Gran Quiz, que se emitía en Cuatro.

La herencia de ‘Saber y ganar’

Son muchos los concursantes que han pasado por distintos programas, o por el mismo en distintos momentos. Lo cuenta Jordi Hurtado, el presentador de Saber y ganar, que lleva 22 años en pantalla y se emite los 365 días del años —con un formato de lunes a viernes y otro distinto los sábados y domingos—. Hurtado se siente orgulloso de ver a sus concursantes en otros programas: «Jero es uno de nuestros magníficos (los concursantes que han ganado más de 7.000 euros), estuvo cien programas y me da una gran alegría verle en Pasapalabra; igual que me pasa con Los Lobos en ¡Boom!, ellos se conocieron gracias a Saber y ganar. Todos los concursos tienen algo del nuestro y eso es lo más bonito que nos podía suceder».

Por el programa de La 2 han pasado más de 2.000 concursantes desde 1997. «Y hay muchos vinculados al mundo de la cultura y de los libros, como Manolo Romero, de Jerez, que montó una librería con el primer dinero que ganó en el programa, o el desaparecido José Pinto, al que siempre recordaremos por su buena energía», recuerda el presentador.

Schaaf, el fundador

El creador del programa, Sergi Schaaf, ya había lanzado antes El tiempo es oro, que presentaba Constantino Romero, además de otros programas como Si lo sé no vengo, que también presentó Hurtado. El tiempo es oro dejó su huella en Cifras y letras y, cómo no, en Saber y ganar. Y este último ha servido de cantera para muchos concursantes de los programas que han llegado después. Y lo mejor es que reina la paz entre todos: «No competimos, estamos en horarios distintos, es una gran alegría ver a los que compiten por el rosco; con Juanra (Bonet, el presentador de ¡Boom!) también tenemos buen rollo, nos enviamos whatsapps…, yo creo que el espectador de Saber y ganar ve también el resto de concursos. Hacemos una televisión muy digna, de entretenimiento cultural, y con muy buenos índices de audiencia», resume Hurtado.

La crisis económica llevó a mucha gente a probar suerte en los concursos. Es el caso de Juanpe Gómez, un operador de grúa que perdió su trabajo y comenzó a prepararse para ganar el rosco de Pasapalabra. Lo logró en 2013, tras participar en 24 programas, y llevarse 1,6 millones que le ayudaron a pagar su hipoteca y asegurar su futuro familiar. Son muchos los que se presentan a un concurso alentados por un jugoso premio que les resuelva una crítica situación económica.

Del diccionario a listas de premios

Pero, ¿cómo se preparan los concursantes? Hay quien abre el diccionario al azar y juega a acertar las definiciones, quien busca una letra con menos definiciones, como la «y» o la «z», para asegurarse de ser capaz de memorizarlas todas, y quien repasa una y otra vez la lista de premiados en los Nobel, los Oscar o los Goya.

«Cada uno tiene su método», dice Hurtado, «tienes que venir con unos conocimientos muy amplios; si no, no te mantienes en el programa. Hay que superar las “Preguntas calientes”, sobre todo tipo de materias, y después “El reto”. La lengua está muy presente en el concurso, con pruebas como “El nombre oculto”, con grupos de letras desordenadas y un tiempo de solo 20 segundos para ordenarlas. Conocer nuestra lengua, tener fluidez y manejar muchas palabras es importante para superar “El reto”».

3 cuadernos con 26.000 palabras

Mientras, Jero sigue preparándose a diario para intentar ganar el rosco de Pasapalabra. «Es un proceso en el que cada maestrillo tiene su librillo, y todos vamos evolucionando», explica. «La primera vez que fui al programa, en 2011, ya tenía un cuaderno tamaño cuartilla de 80 páginas en el que iba anotando las palabras de los roscos. En cada cuaderno tengo unas 2.000 palabras, y ya voy por el decimotercero». Este sistema le resultó muy útil al principio, pero lo ha ido mejorando con tablas Excel que le permiten hacer búsquedas, y con la aplicación Anki (memorización en japonés) para aprender vocabulario, que popularizó otro destacado concursante, David Leo, un joven poeta malagueño de 27 años, ganador del mayor bote entregado en Pasapalabra (1,8 millones de euros), en octubre de 2016.

Para Jero, funcionario de la universidad de Salamanca ahora en excedencia, lo más importante es aprender vocabulario, y una buena forma de hacerlo es elegir las letras con menos palabras del diccionario: «Por ejemplo coges la “z” del diccionario de la RAE, que tiene 15 páginas, te la miras entera, apuntas las palabras más difíciles o más raras e intentas aprendértelas. El tema del aprendizaje me interesa mucho, porque yo hice Magisterio, y los concursos me han permitido aprender mucho de cómo aprendemos. Todos memorizamos pero cuando hablamos de listas de miles de palabras es imposible, entonces tienes que buscar maneras de incorporarlo a tu vocabulario, buscar una lógica, una relación con lo que ya sabes, reglas mnemotécnicas… Si conoces unas cuantas palabras de un tema, te será más fácil incorporar otras nuevas».

De «salmer» a «caolín»

Aun así, un concursante nunca tiene la garantía de saberse todas las palabras. «El diccionario tiene 96.000 entradas, y muchas de ellas tienen múltiples acepciones. Y eso solo el diccionario, te pueden preguntar cantantes, geografía… es inabarcable». Tal vez por eso no deja de parecerle apasionante. Entre las definiciones que recuerda haber fallado está «salmer» (sillar en el que arranca un arco de piedra), pese a que un amigo escultor se la había mencionado: «Me salió en el rosco el día que celebraba mis 200 programas y estaba muy emocionado. Se me iluminó algo en la mente pero respondí «sillar»; o la que le hizo perder en El Gran Quiz: «caolín» (arcilla blanca que se utiliza para hacer porcelana). Sabía la respuesta, pero otro concursante apretó más rápido el pulsador. Y una vecina aún se lo recuerda a menudo: «¡El caolín, el caolín!».

Jero no deja de prepararse. Ha llegado a hacerse una lista de todos los premios Nobel de Literatura ordenados alfabéticamente, y comprobar que solo hay una premiada que empieza por «u»: Undset; o que por «s» hay un montón —entre ellos, todos los entregados entre 1962 y 1966—. Pero es fácil confundirse cuando no se ha trabajado mucho una lista: «A este nivel de concurso somos como los atletas que quieren batir un récord, hay que intentar entrenar todo lo posible para hacerlo lo más rápido y con los mejores resultados», asegura. Y ahí sigue, entrenando día a día con las palabras.

 

La ‘profesionalización’ de los concursantes, un fenómeno en alza

Se habla mucho de la ‘profesionalización’ de los concursantes, por la gran preparación con la que llegan a los platós especialmente desde que la crisis económica hizo pensar a muchos en buscar ingresos en los concursos. A algunos, como Jero, este término les parece exagerado: «Eso sería la persona que vive de los concursos, y creo que los podemos contar con los dedos de una mano. Somos miles de concursantes y, en la mayoría de los casos, no te puedes retirar con lo que ganas allí. Es cierto que la crisis ha llevado a algunos a prepararse para los concursos como una vía de escape, y que a algunos eso les ha cambiado la vida». Y si hablamos del tiempo y el esfuerzo dedicado, Jero reconoce que cada vez se estudia más y que algunos concursantes pasan varios años preparándose. Lo corrobora Christian Gálvez, que ha visto una gran evolución de los concursantes en los últimos doce años: «Pasan años estudiando, se saben los diccionarios de arriba abajo. Es un nivel de preparación sublime. Tienen una capacidad de retención y de memoria espectacular».

 

Christian Gálvez: «No podría completar un rosco, ni siquiera sobre Leonardo»

Cristián Galvéz

 

Sometemos al presentador de Pasapalabra a un peculiar rosco: aquí no son las respuestas sino las preguntas las que empiezan, o contienen, las 25 letras a las que se enfrentan a diario los concursantes.

Con la A: ¿A qué se debe el éxito de los concursos sobre lengua? Creo que tiene que ver con jugar con las palabras, que nos gusta a todos, y con la interactividad. Muchos no se atreven a ir a la tele, pero se retan a sí mismos cada día en casa.

Con la B: Botes millonarios, ¿el gancho perfecto de Pasapalabra? Sin duda. Jugamos con las palabras, pero a veces jugamos por más de un millón de euros.

Con la C: ¿Cuántas palabras te quedan por aprender tras 12 años presentando el programa? ¡Todas! Mi concentración está en que los concursantes entiendan lo que leo a toda velocidad. Tengo memoria de usar y tirar, leo, leo, leo… y no memorizo.

Con la D: Divulgar además de entretener es vuestra seña de identidad… Sí, había que llenar los tiempos muertos del rosco y surgió la idea de explicar el origen de palabras y expresiones que usamos habitualmente. La respuesta fue muy buena desde el principio en las redes.

Con la E: ¿Es cierto que no se para la grabación si cometes un error? Sí, sería muy injusto que fallara un concursante y no se repitiera, y que fallara el presentador y sí se hiciera.

Con la F: Famosos han pasado muchos por allí. ¿A quién recuerdas especialmente? Aquí me tocas el corazón y solo te diría un nombre (sonríe al recordar la intervención de Almudena Cid, ahora su mujer).

Con la G: Grabáis en falso directo, ¿no se repite nada? Hacemos 3 programas en cada sesión, y solo paramos si hay un problema técnico o los lingüistas necesitan comprobar una palabra en el diccionario.

Con la H: Has necesitado la ayuda de foniatras, ¿algún truco para hablar rápido y vocalizar bien? Cuando me propusieron hacer Pasapalabra estuve un mes entrenando todos los días, 8 horas, con un boli en la boca, un rosco en una mano y el cronómetro en la otra para mejorar la dicción. De nada servía que yo hablara muy rápido si el concursante no me entendía.

Con la I: ¿Improvisas mucho o está todo en guión? Dejo mucho margen a la improvisación, si algo me hace gracia me río; y si me tropiezo, se ve en pantalla.

Con la J: Jero, Paz, David Leo, Fran…, ¿qué concursante te ha sorprendido más? No tengo ningún favorito, al final tengo muchos amigos entre ellos. Y han presentado mis libros, como Jero hace poco en Salamanca.

Con la L: Leonardo ocupa todo tu tiempo fuera del concurso… Es una figura que me apasiona. Fíjate que estaba tan obsesionado por las palabras que escribió su propio diccionario, el Códice Trivulziano. Incluía palabras e indicaba por qué se escribían así, qué significaban… porque quería aprenderlas, no había ido a la escuela por ser hijo bastardo. Me parece una obra entrañable.

Con la M: Me han dicho que eres capaz de imitar su escritura especular… En la presentación de uno de mis libros surgió el reto: «¿A que no me firmas como Leonardo?». Sé firmar y hacer una dedicatoria. Me costó la primera vez, pero ahora ya voy preparado (risas).

Con la N: Nadie mejor que tú para completar un rosco… ¡Qué va! No podría completar un rosco, ni siquiera sobre Leonardo. No se trata solo de saber mucho. Los nervios y la presión juegan malas pasadas, por eso me pedí leer.

Contiene la Ñ: Carlos Goñi, de Revólver, fue uno de los invitados del programa, y hay una curiosa historia detrás… Es el único al que he tenido que ir yo a pedirle que viniera. Es mi cantante favorito, y ahora somos amigos.

Con la O: Orestes es una de las últimas sorpresas del programa… Sí, un ejemplo más de la preparación sublime con la que llegan los concursantes.

Con la P: Palabras y más palabras… Hablas mucho, lees muy rápido, ¿sigues necesitando ayuda de un foniatra? Sí. Dado el esfuerzo al que sometes a la garganta, necesitas técnicas para no quedarte sin voz. Así sé cómo colocar la voz, respirar con el diafragma, proyectar bien la voz… y cansarme menos.

Con la Q: ¿Quién selecciona las palabras del rosco? Tenemos un gran equipo de lingüistas y guionistas. Tiene que haber metáforas, frases con doble sentido…

Con la R: ¿Recuerdas los concursos que veías antes de presentar Pasapalabra? Veía Cifras y letras, Saber y ganar, El precio justo…

Con la S: ¿Sueles corregir a tus amigos cuando dicen o escriben algo mal? Antes lo hacía, algún dequeísmo o similar, pero dejé de hacerlo porque parece que pecas de soberbia aunque lo hagas con la mejor intención.

Con la T: ¿Te molesta que te corrijan? Al contrario, ¡lo agradezco enormemente! En los agradecimientos de mis libros, siempre incluyo el del corrector ortotipográfico que ha revisado el texto.

Con la U: ¿Una palabra que te haya sorprendido? Hay muchas, pero recuerdo el día que tuve que explicar que potorro significa ‘salero’. Acababa de empezar con el programa, y se me escapó la risa.

Con la V: ¿Ves el programa en casa? No, porque ya sé quién va a ganar (risas). Solo lo vi el primer verano.

Contiene la X: ¿El próximo reto de Pasapalabra? Seguir con éxito muchos años.

Con la Y: ¿Ya sabes quien será el próximo ganador? Eso es secreto profesional (risas).

Contiene la Z: ¿La «z» es la letra más difícil del rosco? Lo de la dificultad es subjetivo, depende de cada concursante. No creo que haya letras fáciles o difíciles.

 

Este reportaje sobre los concursos televisivos que juegan con las palabras es uno de los contenidos del número 4 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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