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18 Jun 2019
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Un toque de atención sobre desviaciones normativas, cambios lingüísticos, expresiones de moda y nuestra capacidad de acogida de palabras procedentes de otras lenguas.

Mª Ángeles Sastre

Profesora de Lengua Española en la Universidad de Valladolid. Me llama la atención cómo habla la gente, cómo escribe, cómo dice sin decir, cómo maquilla lo que dice, cómo transgrede con el lenguaje, cómo nos dejamos engañar por los políticos. Leo la letra pequeña en la publicidad y los periódicos de pe a pa. Y encuentro de todo.

‘La concejala’ y ‘la edila’, formas adecuadas y preferibles

Estamos en unos días clave en la formación de los ayuntamientos y noto cierta reserva por parte de los periodistas a utilizar los términos concejala y edila para designar a la mujer que forma parte de la corporación municipal, algo paradójico que contrasta con la pretensión de algunas personas de que se usen como variables ciertos sustantivos referidos a personas que son comunes en cuanto al género (como miembro o portavoz).

Puede que algunos de ustedes se hayan preguntado si hay que decir la concejal o la concejala o la edil o la edila para referirse a la mujer que es miembro de una corporación municipal.

La duda en casos de este tipo es síntoma de que las terminaciones femeninas en los sustantivos que designan a las personas por su parentesco, profesión, cargo, actividad, procedencia, edad, comportamiento, cualidad o afición no solo no están del todo establecidas sino que bastantes siguen todavía en proceso de reajuste, sobre todo cuando se trata de nombrar a la mujer que ejerce esas profesiones.

Más del noventa por ciento de los nombres personales (los que se refieren a las personas) encajan en dos clases: la de los variables y la de los comunes. La clase de nombres personales variables se caracteriza porque designa la variación de sexo mediante el cambio de género gramatical. Ejemplos como alcalde/alcaldesa, cirujano/cirujana, enfermero/enfermera o asesor/asesora cambian el morfema de género para distinguir el sexo del referente personal. Los nombres personales comunes designan personas de ambos sexos por medio del cambio de género en artículos y determinantes. Sirvan como ejemplos un joven / una joven, muchos testigos / muchas testigos, el conserje / la conserje, este miembro / esta miembro, pocos colegas / pocas colegas o el portavoz / la portavoz.

¿Qué repercusión tiene en nuestros discursos saber si un nombre referido a persona pertenece a la clase de los variables o a la de los comunes? Pues bastante más de la que se cree, sobre todo si deseamos tanto acertar en el uso correcto del género gramatical para referirnos adecuadamente a las personas de uno y otro sexo como mantenernos en la esfera de lo considerado como normal. Hace ya unas legislaturas, el uso de la expresión «de los miembros y miembras de esta comisión» durante una comparecencia de la entonces ministra de Igualdad fue considerado desafortunado y por ella misma como un lapsus; y puede que algunos de ustedes recuerden el comentadísimo «jóvenes y jóvenas» –supongo que como una extensión afectuosa e irónica– con el que la diputada Carmen Romero se dirigió a los jóvenes de entonces en un acto multitudinario.

La información sobre cada caso concreto está en los diccionarios. La marca /variable/ como tal no aparece en ningún diccionario, pero podemos identificar un sustantivo personal como variable cuando en el lema (la entrada) aparecen las dos formas, la masculina y la femenina, bien completas (abogado, abogada) o bien con la primera forma completa y la variación de género en la segunda (abogado, da). La información gramatical en estos casos suele ser <m. y f.> (masculino y femenino). Cuando un diccionario registra un sustantivo como común en cuanto al género, incluye la marca <com.> (común) o la información gramatical <m. y f.>, como en la última edición del diccionario académico.

Sobre si usar la concejala y la edila o la concejal y la edil para referirse a una mujer con la acepción señalada al principio, las forma propuestas por la RAE son la concejala y la edila. Lo sabemos porque en el lema aparecen concejal, la y edil, la y la información gramatical <m. y f.>. Pero en el diccionario aparecen además las siguientes notas de uso: «para el femenino, usada también la forma concejal en acepción 1» y «para el femenino, usada también la forma edil en acepción 1». Este dato no es más que el reflejo de la poca estabilidad de algunos nombres personales cuando se trata de nombrar a las mujeres. No sabemos cuándo terminará el reajuste, pero se producirá, seguro que sí.