PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

14 Sep 2020
Compartir

Detrás de cada palabra hay un rastro lingüístico que puede delatarte

Sheila Queralt

Perito en lingüística forense. Con mis análisis científicos de la lengua contribuyo a cazar delincuentes.

Sí, he copiado… pero tengo permiso

Hace un tiempo, se me requirió como perito de parte en un caso en el que varios profesores universitarios participaron en un concurso para acceder a una plaza fija en la universidad.

Mi intervención fue solicitada cuando una de las participantes del proceso de selección observó que parte del proyecto docente del ganador de la plaza incluía secciones extraídas de otras obras pero no las citaba, lo que podría incurrir en un delito contra la propiedad intelectual, conocido popularmente como plagio.

En este caso, utilicé un programa automático de detección de coincidencias para poder saber de qué textos se podía haber extraído información y, seguidamente, realicé comparaciones forenses del plan docente con los textos de los cuáles se podría haber copiado y pegado. Detecté que se habían reproducido páginas y páginas de obras ajenas sin mención a su fuente. La parte contraria solicitó otro informe pericial de parte y su perito también detectó lo que llamó «préstamos parciales ocultos en forma de collage» y reproducción parcial de textos de varios autores que no se habían citado. De hecho, en las conclusiones de su informe, sugiere a su solicitante que en la próxima ocasión sea «más cuidadoso con el uso de obras ajenas», que «incluya citas más pequeñas» y que, sobre todo, «no olvide dar crédito a los autores cuando incorpore las citas». Más tarde, y una vez interpuesto el recurso, los titulares de universidad de los que había plagiado (y que eran compañeros suyos) le… (atención, que esta seguro que no la ves venir) firmaron una autorización para ser plagiados. Sí, en serio.

A pesar de que se evidenció que, al menos, se habían copiado y pegado de dos obras (en realidad, fueron algunas más) un total de 182 páginas del libro de un autor y 10 páginas del artículo de investigación de otro, la comisión académica formada por siete catedráticos consideró que (redoble de tambores): si los autores habían autorizado a la profesora de universidad a hacer un copia-pega, no había ningún problema. La demandante también se quedó estupefacta y, por eso, acudió a la justicia. Pero no se imaginaba lo que iban a resolver las autoridades judiciales: que no se podía pretender que ni la Sala, ni la perito ni la demandante sustituyeran el criterio de la comisión académica de la universidad, que, según ellos, es un órgano técnico e imparcial de selección.

Vistas estas resoluciones, me pregunto: como profesora, ¿si consigo el permiso del autor, puedo copiar todo lo que quiera? ¿Y un alumno? Con permiso de su compañero, ¿también puede copiar? ¿O esta ventaja solo la tienen los profesores? Hasta ahora, y según las guías docentes, un alumno que copia en un trabajo tiene un suspenso inmediato, ¡aunque sea solo un párrafo! A ver cómo justificamos ante los estudiantes que para opositar a profesor titular de universidad es válido copiar si tienes permiso, pero que entregar una práctica copiada no vale, aunque a tu compañero no le moleste que le copies y te autorice. ¿Alguna idea?