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10 Dic 2019
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Detrás de cada palabra hay un rastro lingüístico que puede delatarte

Sheila Queralt

Perito en lingüística forense. Con mis análisis científicos de la lengua contribuyo a cazar delincuentes.

Al delincuente se le caza en grupo

Hace unas semanas fui al Centro Universitario de la Guardia Civil, que está en Aranjuez.

Me habían invitado como mentora de uno de los equipos que llegaron a la final de la I Liga Nacional de Retos en el Ciberespacio, un evento organizado por la Guardia Civil en el que 27 equipos compuestos por jóvenes informáticos y juristas se enfrentaron a distintos  retos que pusieron a prueba sus habilidades técnicas y su capacidad de colaboración. Esas cualidades son las que más necesitamos muchos profesionales en nuestro día a día, también los lingüistas forenses.

Aunque algunos nos imaginen a esos seres desconocidos que somos los lingüistas forenses como ratas de biblioteca rodeados por libros gruesos y aburridos, lo cierto es que nuestro trabajo es, como otras profesiones actuales, mucho más dinámico y, sobre todo, esencialmente multidisciplinar. Y es que, sin la colaboración de informáticos, juristas, agentes del orden o perfiladores criminales, por ejemplo, no podríamos cazar a los delincuentes por cómo se expresan.

Una de las áreas en que más me muevo últimamente es el de la delincuencia digital. Más y más a menudo, para coger a ciberdelincuentes no basta con expertos informáticos. Los lingüistas forenses también podemos contribuir a resolver casos del mundo virtual. Nuestros análisis lingüísticos pueden revelar, entre otras cosas, la procedencia geográfica del autor anónimo de un correo electrónico que contiene malware o si una cuenta de Twitter que se dedica a difundir noticias falsas la lleva solo una persona o más de una. 

Uno de los casos más mediáticos en que he trabajado es el de uno de los mayores estafadores románticos de España, conocido como el Don Juan de Marín. Para llevarlo ante la justicia hizo falta reunir a abogados, detectives, analistas de datos, psicólogos forenses, perfiladores criminales, informáticos forenses, una perito judicial en identidad digital,… y una lingüista forense. Tuve mucha suerte, porque en equipos tan variados es donde más se aprende. Quién sabe si, para el próximo caso, me llamarán profesionales del sector privado o miembros de alguna de las fuerzas de seguridad del estado. Sea quien sea, seguro que el equipo en el que trabaje estará formado por profesionales de varias disciplinas. ¡Qué ganas!