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05 May 2020
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Sorpresa, de Federico García Lorca

Muerto se quedó en la calle
con un puñal en el pecho.
No lo conocía nadie.
 
¡Cómo temblaba el farol!
Madre.
¡Cómo temblaba el farolito
de la calle!
 
Era madrugada. Nadie
pudo asomarse a sus ojos
abiertos al duro aire.
 
Que muerto se quedó en la calle
que con un puñal en el pecho
y que no lo conocía nadie.

 

Rara vez se habrá contado, sugerido y emocionado tanto con tan pocas palabras. Estamos ante uno de los más breves e intensos poemas de Federico García Lorca (1898-1936), y ante una de las mejores pequeñas joyas literarias de toda su corta, fecunda y también intensa vida. Y eso que lo escribió muy joven y aún inmaduro como poeta, con veintipocos años. Bien es cierto que el propio poema nació inmaduro y fue madurando con el tiempo. Hay seis versiones diferentes. Lorca tardó diez años en darlo por terminado, de 1921 a 1931.

Sorpresa, que en algunas de las versiones no se titula así, sino Esquina en unas y Copla en otras, forma parte de Poema del cante jondo, libro que el granadino escribió en 1921, como una especie de prólogo a lo que iba a ser en su ciudad natal un Concurso de Cante Jondo en 1922 auspiciado por Manuel de Falla y que nunca se llegó a celebrar. Ni se celebró el concurso, ni se publicó el libro hasta 1931, cuando ya Lorca había escrito el Romancero gitano y Poeta en Nueva York, dos de sus grandes poemarios. En los diez años transcurridos desde el primer manuscrito de Poema del cante jondo hasta el texto que da finalmente Lorca a la imprenta, el autor no solo cambia el título del poema. Añade y quita versos, modifica otros, pone «un puñal» donde antes hubo «un balazo», extracta pasajes. El poema va adelgazando en palabras y ganando en intensidad, en tensión, en desamparo. En el desamparo de ese muerto sin nombre, solo en la fría madrugada. Y en misterio. ¿Quién lo ha matado, quién le ha dejado el puñal clavado en el pecho? ¿Otro hombre, por una reyerta? ¿Una mujer? ¿Él mismo?

Poema muy corto, 13 versos, y de versos muy cortos. Hay hasta un infrecuente verso bisílabo, el quinto: «Madre». Poema casi impresionista, a pinceladas subjetivas como golpes de luz, como esa interpelación a la madre, ese farol que tiembla, ese muerto tan solitario y abandonado que nadie le ha podido cerrar los ojos. Esa leve rima asonante arromanzada a/e en los versos 1, 3, 5, 7, 8, 10, 11 y 13: calle, nadie, madre, calle, nadie, aire, calle, nadie. Tres veces «calle», tres veces «nadie». Esas repeticiones -y muchos otros elementos repetitivos del poema, como los dos ¡Cómo! del farol que tiembla, o como los tres versos iniciales y los tres finales, casi iguales- le dan a Sorpresa un aire a poesía popular, esa que nace en la calle de autor desconocido. Como desconocido es el muerto.

A mí me suena así: