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10 Jul 2022
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Soneto de Esperanza Clavera

Va mi vivir anclado en tu cintura
y en mi cuello engarzado va tu aliento,
presente ausencia, vivo encantamiento,
manantial que sustenta mi ventura.

No tengo más verdad que esta locura
de darte y serte, y cuanto más te siento,
más el placer se torna en el tormento
que el largo tiempo del amor procura.

Cubres el cuerpo de la amada, ardiente,
con el violento arrebatar del fuego.
Penetramos la senda iluminada,

y en un fluir de luz incandescente
prendes el alma que encadenas luego
al constante retorno convocada.

La granadina Esperanza Clavera (1939-2021) tiene una sorprendente trayectoria literaria y vital. Hija de una familia acomodada, culta y amiga de la de García Lorca, y emparentada con María Zambrano, a finales de los años cincuenta del pasado siglo Clavera se inició al tiempo en la poesía, con colaboraciones en revistas locales y de la vecina Málaga, y en el teatro, como actriz. Hizo primeros papeles en Romeo y Julieta y en Hamlet y llegó a actuar en el María Guerrero, en Madrid.

Un «cuento de hadas» infrecuente le apartó mucho tiempo de ambas cosas, de la poesía y del teatro. Se había licenciado en Filosofía y Letras y trabajaba en una tesis doctoral sobre los códices miniados de San Millán de la Cogolla, cuando en un crucero por el Mediterráneo conoció a Sydney William Malkin, un judío norteamericano de origen ruso y divorciado, veinte años mayor que ella, con el que se casó en Gibraltar en 1964 y con el que montó en Madrid una exitosa empresa cinegética. Viuda de Malkin en 1978, se casó después con otro estadounidense, Robert Terry Stuart, un rico empresario y mecenas, dueño de un histórico rancho en Oklahoma, con el que Esperanza recorrió medio mundo y se relacionó con casas reales, aristócratas, adinerados y estrellas de Hollywood.

Viuda de nuevo, en 2001, Clavera pasa a residir en Miami y en Nueva York, visita cada año su Granada natal y retoma su actividad como poeta. Ese mismo 2001 publica Tiempo de amor I, un nuevo poemario tras décadas sin dar ninguno a la imprenta, al que le siguen muchos otros hasta su muerte en 2021 en Boca Ratón (Florida).

Buena parte de su obra es, por tanto, de madurez. «Mi poesía obedece siempre a un dictado interior que no puede analizarse, que es esotérico, que no sé de dónde viene», dice en 2004 en una entrevista en el diario Ideal, de Granada. Sus versos, escribe Amelina Correa Ramón, «conjugan esteticismo, trascendencia, el erotismo más carnal y a la vez el más sublimado, con un intenso misticismo que permite traslucir en ráfagas la particular influencia de un admirado Juan de la Cruz». Tomo la cita de Amelina Correa de su artículo sobre Esperanza Clavera incluido en el número 7 de Archiletras Científica, el monográfico -mitad estudio crítico, mitad antología- Poesía del siglo XXI en lengua española, que ya lleva varia semanas en quioscos y librerías, que habla de centenares de poetas actuales y que os recomiendo vivamente si amáis la poesía. (Lo podéis adquirir también aquí https://suscripciones.archiletras.com/).

El soneto es la estrofa estrella de Esperanza Clavera. Perfectos en la forma, sus sonetos tienen además un aire a los de los clásicos; suenan a Garcilaso, a Lope, a Quevedo, a Góngora, a Lorca… Este que hoy os traigo yo lo siento y lo digo así: