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19 Jul 2020
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Nadie fue ayer, de León Felipe

Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol…
y un camino virgen
Dios.

De vida llena de peripecias novelescas -farmacéutico de formación y de profesión, cómico de la legua en compañías ambulantes de poca monta, bohemio, preso durante tres años por un delito común (un desfalco), administrador de hospitales en Guinea, bibliotecario en México, profesor en Estados Unidos, poeta lírico tardío, exiliado republicano desde el comienzo de la Guerra Civil-, el zamorano León Felipe (1884-1968) es un creador hoy casi olvidado y quizás siempre menos valorado de lo que debería. Voz singular, personalísima, ecléctica, ha sido eclipsada por la de sus muchos ilustres contemporáneos: Lorca, Aleixande, Cernuda, Salinas, Alberti, Guillén…

Sus poemas son una constante búsqueda de sí mismo, una introspección muchas veces -como en el texto que hoy traemos- de carácter religioso. «Creo que soy el más torpe y el más ciego de todos los poetas españoles, pero creo que me salva el poder responder de todos mis versos con mi sangre», dijo de sí mismo.

El poema que hoy traemos no es el más conocido de los suyos -os sonará más Como tú («Así es mi vida, / piedra, / como tú. Como tú / piedra pequeña; / como tú, / piedra ligera…») o Vencidos («Por la manchega llanura / se vuelve a ver la figura / de Don Quijote pasar…»), pero quizás sí uno de los que mejor lo definen como lírico y como persona.

Ahí va