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13 Ene 2024
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Gloria Fuertes, también para mayores

Precoz. Autodidacta. Luchadora. Rompedora. Diferente. Hoy os traigo a una poeta singular. Gloria Fuertes. Muchos la conoceréis por su faceta como poeta infantil, autora de numerosísimos bellos poemas para niños. Es mucho más que eso. Es una poeta doble. También para adultos. Vamos a verlo.

Un globo, dos globos, tres globos. Si eras niño en los años setenta del pasado siglo -o padre de niños pequeños por entonces- te sonará ese programa infantil y juvenil de televisión. Se titulaba así el programa, Un globo, dos globos, tres globos, y comenzaba con una sintonía cuya letra estaba en parte basada en un poema de Gloria Fuertes. Un poema que dice así: 

Un globo, dos globos, tres globos.
La luna es un globo que se me escapó.

Un globo, dos globos, tres globos.
La tierra es el globo donde vivo yo.

Un globo, dos globos, tres globos,
mi casa es un globo grande de color.

La propia Gloria Fuertes colaboraba en el programa. La televisión y la radio, donde recitaba desde mucho tiempo atrás sus poemas para niños, le habían dado a Gloria una enorme popularidad. Sus poemas para niños siguen enamorando hoy al público infantil. Siguen vivos, vivaces, frescos. Parecen recientes. Mira este, titulado Mi cara:

En mi cara redondita
tengo ojos y nariz,
y también una boquita
para hablar y para reír.

Con mis ojos veo todo,
con la nariz hago achís,
con mi boca como como
palomitas de maíz.

O este otro, que se titula Parejas:

Cada abeja con su pareja.
Cada pato con su pata.

Cada loco con su tema.
Cada tomo con su tapa.

Cada tipo con su tipa.
Cada pito con su flauta.

Cada foco con su foca.
Cada plato con su taza.

Cada río con su ría.
Cada gato con su gata.

Cada lluvia con su nube.

Cada nube con su agua.
Cada niño con su niña.

Cada piñón con su piña.
Cada noche con su alba.

Podría traeros hoy docenas de poemas infantiles de Gloria Fuertes que son un regalo para la sensibilidad, y no solo la de los niños. Son ingeniosos y divertidos. Están llenos de juegos de palabras, de humor, de musicalidad, de vida. Hay muchas y muy buenas ediciones recientes de poemas infantiles de Gloria Fuertes. Muy cuidadas, bien ilustradas. Son un buen regalo para un niño o una niña. Os lo recomiendo. Pero hoy quería hablaros, sobre todo, de la otra poesía de Gloria, de la poesía para adultos. 

Gloria nació en Madrid en 1917, en el barrio de Lavapiés, en el seno de una familia muy humilde. Su madre era costurera y sirvienta. Su padre trabajaba de bedel, cambiaba de empleo con alguna frecuencia, tuvieron que mudarse varias veces. En cada mudanza, Gloria perdía el colegio, los amigos y compañeros y parte de las clases… Se convirtió en una esforzada autodidacta… incomprendida. «Cuando mi madre me veía con un libro, me pegaba. Nadie de mi familia me dijo nunca ‘escribe, hija, escribe, que lo haces bien’. Nadie», contó Gloria muchos años después.

Autodidacta, os decía antes. Tanto que ella misma se definía como una mujer “poéticamente desescolarizada”.

Precoz, os decía también antes. Precoz hasta el punto de que a los cinco años escribía e ilustraba sus propios cuentos, pese a esa madre que le daba pescozones cuando la pescaba con un libro.

Y luchadora, con conciencia. «Antes que contar las sílabas, los poetas tienen que contar lo que pasa», proclamó. Transformó incluso ese decir llano y sencillo, muchas veces un punto naíf, en su principal bandera. Dice así un poema suyo significativamente titulado Arte poética:

Escribo como escribo,
a veces deliberadamente mal
para que os llegue bien.

Los expertos incluyen a Gloria Fuertes en la Generación del 50, una generación amplísima, llena de nombres muy preciados. La mayoría, poetas, pero también algún novelista entre ellos. Son escritores muy valiosos y que crean en diferentes lugares de toda la geografía española. Por ejemplo, Ángel González, Claudio Rodríguez, Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio y Josefina Aldecoa o Juan García Hortelano, en Madrid. Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, José Agustín Goytisolo, Carlos Barral, Alfonso Costafreda o Juan Marsé en Barcelona. Francisco Brines en Valencia. José Manuel Caballero Bonald, Manuel Alcántara o María Victoria Atencia en Andalucía. Antonio Gamoneda en León…

Antonio Machado para todos y Vicente Aleixandre para los de Madrid fueron los principales referentes de la Generación del 50. Gloria Fuertes, la única autodidacta, “poéticamente desescolarizada”, comparte con todos ellos los grandes temas poéticos: la soledad, las contradicciones, la injusticia social, la tristeza de un país que malvive bajo un dictadura… Y la diferencian su origen humilde y el tono, el léxico, ese arte poética suya que se sustancia en ese “Escribo como escribo, / a veces deliberadamente mal / para que os llegue bien”. Mira este poema. Se titula El corazón de la Tierra. Parece hecho esta pasada noche: 

El corazón de la Tierra
tiene hombres que le desgarran.
La Tierra es muy anciana.
Sufre ataques al corazón
-en sus entrañas-.
Sus volcanes,
laten demasiado
por exceso de odio y de lava.

La Tierra no está para muchos trotes
está cansada.
Cuando entierran en ella
niños con metralla
le dan arcadas.

O este otro. Con esa mirada y esa sensibilidad tan especial de Gloria. Tiene ya muchos años, pero parece también recién creado. Se titula En los bosques de Pennsylvania. Dice así:

Cuando un árbol gigante se suicida,
harto de estar ya seco y no dar pájaros,
sin esperar al hombre que le tale,
sin esperar al viento,
lanza su última música sin hojas
-sinfónica explosión donde hubo nidos-,
crujen todos sus huecos de madera,
caen dos gotas de savia todavía
cuando estalla su tallo por el aire,
ruedan sus toneladas por el monte,
lloran los lobos y los ciervos tiemblan,
van a su encuentro las ardillas todas,
presintiendo que es algo de belleza que muere.

Ecologista este poema. Pacifista y antibelicista el anterior. Los calificaríamos hoy así. Y contemporáneos, de hoy mismo, pese a que ambos tienen ya muchos años, muchas décadas. 

Y social, muy social. Mira este otro poema:

La gente dice:
«Pobres tiene que haber siempre»
y se quedan tan anchos
tan estrechos de miras,
tan vacíos de espíritu,
tan llenos de comodidad.

Yo aseguro
con emoción
que en un próximo futuro
sólo habrá pobres de vocación.

Vamos a ir ya casi terminando. Lo haremos con dos poemas más de Gloria Fuertes. El primero es muy conocido, quizás el más conocido y reproducido de la autora. Se titula Autobiografía, y sin duda lo es: resume bien su propia vida y su peculiar poética. Dice así, no te pierdas ni un detalle:

Gloria Fuertes nació en Madrid
a los dos días de edad,
pues fue muy laborioso el parto de mi madre
que si se descuida muere por vivirme.

A los tres años ya sabía leer
y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,
alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
y a los catorce me pilló la guerra.
A los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.
Aprendí a regatear en las tiendas
y a ir a los pueblos por zanahorias.
Por entonces empecé con los amores,
-no digo nombres-,
gracias a eso, pude sobrellevar
mi juventud de barrio.
Quise ir a la guerra, para pararla,
pero me detuvieron a mitad del camino.
Luego me salió una oficina,
donde trabajo como si fuera tonta,
-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.
Escribo por las noches
y voy al campo mucho.
Todos los míos han muerto hace años
y estoy más sola que yo misma.
He publicado versos en todos los calendarios,
escribo en un periódico de niños,
y quiero comprarme a plazos una flor natural
como las que le dan a Pemán algunas veces.

Me gusta mucho este Autobiografía. Algunos versos son sencillamente antológicos. Como esos: «Todos los míos han muerto hace años / y estoy más sola que yo misma», versos que un autor nada autodidacta hubiera dejado como remate final del poema. Gloria no, ella lo remata con esa alusión irónica a José María Pemán, uno de los poetas de corto vuelo y franquista desde primera hora a los que el régimen veneraba como si fuera Lope de Vega redivivo.

Más apreciada y estudiada durante años en el extranjero que entre nosotros -en Estados Unidos, por ejemplo, hay docenas de investigaciones académicas y tesis doctorales sobre ella-, la celebración, hace muy poco, en 2017, del centenario de su nacimiento sirvió para recuperarla y celebrarla también en España como una de las figuras clave de las letras del siglo pasado, y no solo en su faceta como autora para el público infantil y juvenil.

Para acabar, otro poema memorable de Gloria Fuertes. Dice así:

Todo el pasado se quiere apoderar de mí
y yo me quiero apoderar del futuro,
me dislocan la cabeza para que mire atrás
y yo quiero mirar adelante.

No me asustan la soledad y el silencio,
son los lugares preferidos de Dios
para manifestarse.

Mi eterna gratitud a los que me quieren,
siempre les recordaré a la hora del sol.

No puedo detenerme,
perdonad, tengo prisa,
soy un río de fuerza, si me detengo
moriré ahogada en mi propio remanso.