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10 Jun 2023
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Fonollosa, el provocador poeta secreto

Singular, provocador, políticamente incorrectísimo. El poeta que hoy os traigo, José María Fonollosa, es tan diferente que a algunos y a algunas os incomodará, puede que incluso os irrite. Pensadlo, quizás no debáis seguir con este episodio… Estuvo callado tres décadas, sin publicar nada. Tan en silencio, que hubo incluso quien dudó de su existencia.  

Atentos al poeta del que hoy vamos a hablar. Es el barcelonés José María Fonollosa, uno de los más singulares, innovadores y desconocidos autores de la llamada generación de la postguerra. Muy poco conocido por el público pese a que al final de su vida Joan Manuel Serrat y Albert Pla musicaron algunos de sus textos.

Decía yo antes que perteneció a la llamada generación de la postguerra, pero quizás haría mejor no encuadrándolo en generación, grupo ni colectivo alguno. Él mismo se apartó de corrientes y de modas literarias. Residió diez años fuera de España, en Cuba. Permaneció callado como autor -sin publicar nada- casi tres décadas, desde 1961 a 1990… Tan apartado de todo y tan en silencio anduvo, que hubo en el mundillo literario quien dudó de su existencia y creyó que Fonollosa era el seudónimo o el heterónimo de algún poeta famoso que se ocultaba para decir desde ese parapeto muchas cosas que hoy calificaríamos como políticamente incorrectas.

En efecto. Fonollosa es en su obra un poeta provocador, a veces amoral, escéptico, irónico, mordaz, políticamente incorrectísimo. Y además, ingenioso, brillante, deslumbrante, técnicamente habilísimo. Su dominio del ritmo y del léxico lucen especialmente en sus endecasílabos, su metro preferido, casi siempre agrupados en tercetos o cuartetos blancos, sin rima.

La mujer, las mujeres, es uno de sus temas poéticos más frecuentes. A veces, muchas veces, en términos provocadores, siempre con una mirada propia. Mira este aperitivo, escucha cómo empieza el poema titulado William Street

Las mujeres que quiero van con otros.
Cuando pasan prendidas de otros brazos
miro a la que se apoya en mí y compruebo
que yo me he equivocado de mujer.

Para seguir adentrándonos en el universo Fonollosa, un poema completo, el titulado Plaça Blasco de Garay. Dice así:

Mi casa necesita una mujer
que llene de canciones sus paredes
y complete mi cama por la noche.

Un cuerpo que discurra en torno mío.
Una voz que responda si digo algo.

Yo no tengo el dinero de los otros;
no sé tampoco hablar como los otros,
ni tengo la apostura de los otros.

Por eso necesito una mujer
que oculte mi tristeza entre sus brazos

Mira ahora este otro, hermoso y durísimo. Se titula Cleveland Place

Sé que por fin has vuelto a la ciudad
en un suntuoso coche de gran lujo…
La gente pensó en mí. Yo la maldigo.

El coche se detuvo ante tu casa,
pero tú no bajaste, no. Vino alguien
a buscarme, mas yo no quise verte.

El coche iba despacio por la calle
dejando tu recuerdo en cada puerta.
Tu cuerpo lo dejó en el cementerio.

Tu madre me miró. Yo la maldije.
Has vuelto a la ciudad porque estás muerta.
Pero yo iré a escupir sobre tu nombre. 

Uno más, muy intenso, muy Fonollosa. Se titula Avinguda del Marqués de L’Argentera y dice así:

Al verme se apartó de sus amigas y rodeando mi cuello con sus brazos les dijo alegremente: -«Quiero a este hombre».  

Los demás me miraron con envidia. Es muy linda en verdad y entró en mi cuarto. Llegué tarde al trabajo al otro día.  

Después no se movió ya de mi casa. Descubrí que son bellas las estrellas y me gustó algún tiempo. Pero pronto olvidé que hay estrellas en la noche.

Ahora su amor me oprime como un peso. No puedo ya salir con mis amigos. No puedo ya sonreír a las muchachas. No puedo ni beber un solo trago

Es mala esta mujer. De verdad mala. Tan mala como linda. Si la dejo me matará, lo sé. Lo sé de veras.  

Mis amigos se ríen. Yo estoy triste pues no logro apartarla de mi lado. Ojalá no me amase o se muriese.

Me gusta mucho este otro, titulado Broadway:

El amor es un juego apasionante
y el mejor sustituto del amor.
De aquel amor inmenso, el amor único,
que uno halla varias veces por el tiempo.

El recíproco amor es lo más bello.
Lo sabemos los dos. Pero es muy grande
el vacío que se abre entre el amor
que se ha ido y el amor que aún no ha llegado.

¿Por qué llenarlo, pues, con la tristeza
si es posible colmarlo de sonrisas?

Si se ha ocultado el sol pueden los faros
del coche iluminar la carretera.
Mientras llega otro amor buscando el nuestro
juguemos, sólo juego, a enamorarnos.

Juguemos a querernos, sin querernos,
hasta el día en que alguno de los dos
vuelva a sentir amor por cualquier otro.
El amor es hermoso aun como juego.

Ese verso final de Broadway, ese «El amor es hermoso aun como juego», es muy representativo de Fonollosa. Quizás, como a mí, os venga a partir de ahora a menudo a la cabeza.

Y mucho más, Fonollosa puro, es el poema con que vamos a cerrar el episodio de hoy. Aunque en algunos sitios en línea os lo encontréis titulado con su primer verso, en realidad no tiene título, no se lo puso el autor. Luego veréis por qué. 

No a la transmigración en otra especie.
No a la post vida, ni en cielo ni en infierno.
No a que me absorba cualquier divinidad.

 No a un más allá, ni aun siendo el paraíso
reservado a islamitas, con beldades
que un libro garantiza siempre vírgenes.

Porque esos son los juegos para ingenuos
en que mi agnosticismo nunca apuesta.
Mi envite es al no ser. A lo seguro.

Rechaza otro existir, tras consumida
mi ración de este guiso indigerible.
Otra vez, no. Una vez ya es demasiado.

No tiene título porque es un poema que llamaríamos póstumo. Estaba a lápiz en su mesa, junto a otros borradores, el día que Fonollosa murió, el 7 de octubre de 1991. Es su testamento, su despedida del «guiso indigerible» de la existencia.