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30 Ago 2020
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

El mañana efímero, de Antonio Machado

La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y de alma quieta,
ha de tener su marmol y su día,
su infalible mañana y su poeta.

En vano ayer engendrará un mañana
vacío y por ventura pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero,
a la moda de Francia realista
un poco al uso de París pagano
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar de la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.

Este es uno de los poemas más emblemáticos del Antonio Machado (1875-1939) político, cívico, social. Del Machado que denuncia enojado la descomposición de la patria, el atraso moral e intelectual de la sociedad de su tiempo, la secular decadencia que ni siquiera es consciente de su descomposición.

Es uno de los poemas incluidos en la ampliación -en una segunda edición, varios años después de la primera- de su libro más señero, Campos de Castilla, un poemario en el que predomina la lírica intimista, pero donde ya asoma también el poeta social, el Machado de la madurez, comprometido con su tiempo, el Machado que ya empieza a hablar de las dos Españas que han de helarte el corazón, que abomina de la tradicional que se aferra al pasado y a que nada cambie y que impulsa la joven España «implacable y redentora» que nos saque de ese letargo.
El poema es de finales de 1913, pero podría trasladarse a otros muchos años nuestros ulteriores, a tiempos incluso recientes, a hoy mismo. Esa España que «ora y embiste cuando se digna usar de la cabeza» sigue existiendo. No se ha cumplido ni el deseo ni el designio del poeta de que la España «de la rabia y de la idea» la borre y la transforme.

La estrofa es genuinamente machadiana, una silva, una combinación libre de versos heptasílabos y endecasílabos que riman en consonante a gusto del poeta, sin atadura alguna. En muchos de sus grandes poemas utiliza este mismo metro. Es una de las grandes marcas poéticas de la casa. La encontramos en muchísimos de sus más célebres poemas. Nadie lo ha manejado como él ni le ha sacado tanto partido.
Yo estos versos tan sentidos los siento así: