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16 May 2021
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Al partir, de Gertrudis Gómez de Avellaneda

¡Perla del mar! ¡Estrella de occidente!
¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo
la noche cubre con su opaco velo,
como cubre el dolor mi triste frente.

¡Voy a partir!… La chusma diligente,
para arrancarme del nativo suelo
las velas iza, y pronta a su desvelo
la brisa acude de tu zona ardiente.

¡Adiós, patria feliz, edén querido!
¡Doquier que el hado en su furor me impela,
tu dulce nombre halagará mi oído!

¡Adiós!… Ya cruje la turgente vela…
el ancla se alza… el buque, estremecido,
las olas corta y silencioso vuela.

La hispanocubana Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873), poeta, novelista y dramaturga, es una de las figuras clave del romanticismo en español. Nacida en Santa María de Puerto Príncipe, hoy Camagüey, Cuba, de padre sevillano y madre con ascendentes vascos, toda la familia se trasladó a España en 1836. El soneto que hoy os traigo rememora ese momento, la triste partida de la «patria feliz» donde la escritora había pasado los primeros 22 años de su vida.

Vivió en Burdeos, en Galicia, en Andalucía. Se instaló en Madrid. La Peregrina, que así firmaba sus primeras publicaciones en prensa, tuvo una intensa vida, a menudo muy infeliz, que influyó mucho en su obra. Un primer novio la abandonó porque no le parecía oportuno que ella escribiera. Para un segundo, un estudiante de leyes que apenas la correspondía, escribió una autobiografía y multitud de cartas muy reveladoras de su personalidad. Con un tercero, el escritor hoy olvidado Gabriel García Tassara, tuvo una hija a la que él nunca reconoció ni quiso conocer y que murió a los pocos meses de edad.

Se casó dos veces, primero con el gobernador civil de Madrid y después con un coronel y político. Enviudó de ambos. Cuando murió el primero, ella sufrió una crisis emocional y se refugió un tiempo en un convento. El segundo falleció en parte por las secuelas de las heridas que le causó un duelo con un espontáneo que reventó un estreno teatral de ella lanzando un gato al escenario. Sus éxitos literarios y sociales hicieron que, durante unos años, Gertrudis Gómez de Avellaneda fuera considerada la mujer más importante de Madrid tras la reina, Isabel II.

Volvió a Cuba 23 años después de su marcha, y fue celebrada como una gloria nacional. Regresó a Madrid previo paso por Nueva York, Londres, París y Sevilla. Murió sola.

Como literata, fue una pionera, una gran innovadora. Sab, que publicó en 1841, está considerada como la primera novela antiesclavista de la historia: se adelanta en 11 años a la celebérrima La cabaña del tío Tom, de la estadounidense Harriet Beecher Stowe. En su segunda novela, Dos mujeres, de 1842, apoya el divorcio como solución a un matrimonio fracasado. En la tercera, Espatolino, de 1844, denuncia la situación de las cárceles de aquel entonces. En buena parte de su obra se advierte un feminismo incipiente, una constante preocupación por los derechos de las mujeres, inaudito en aquella época.

La suya es una poesía de sensaciones, de estados emocionales. A veces, especialmente tras la muerte de su primer marido, de temática religiosa. Al partir, el poema que hoy os traigo, se comenta solo. La tristeza, la melancolía, la desazón de quien parte de su tierra y sabe que siempre, siempre, la echará de menos.

Yo lo siento así: