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16 Dic 2023
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Adela Zamudio: feminista, activista, transgresora

Boliviana. De hace más de un siglo. Feminista pionera. Educadora. Activista social. Transgresora. Adela Zamudio es una interesantísima poeta y narradora hoy menos conocida y leída -salvo en su país- de lo que realmente merece. 

Adela Zamudio nació en 1854 en Cochabamba, en los valles interandinos del centro de Bolivia, y allí también murió, en 1928. En su tumba, en el Cementerio General, hay un epitafio en verso que ella misma escribió y que de sí misma dice mucho, muchísimo. Luego os lo leo.

Nació en el seno de una familia rica. Rica, y muy católica. Muchos años después, Adela fue excomulgada tras un poema en el que criticaba la desigualdad social y la hipocresía de la Iglesia. Luego veremos también ese poema.

Comenzó a escribir muy joven. A los 14 años, publicó sus primeros poemas en algunos folletines de poca difusión bajo el seudónimo de Soledad. Y una década después, empezó a ser muy conocida porque publicaba en un medio mucho mayor, de gran difusión: el Heraldo de Cochabamba. Publicaba no sólo versos, también artículos sobre asuntos de actualidad, de debate. Seguía firmando algunos de sus textos como Soledad, y sola y soltera -adrede- vivió toda su vida. 

Muchos de aquellos textos denunciaban la discriminación de la mujer y divulgaban ideas progresistas y revolucionarias que caían como aldabonazos en la sociedad conservadora boliviana de la época, sociedad que la ignoraba, la esquinaba o la combatía. 

Vamos a ir viendo el porqué de aquella popularidad y de aquellas polémicas. Mira este poema. Se titula Nacer hombre. Está en forma de letrilla, con su estribillo y todo, como las de Góngora o Quevedo que ya comentamos aquí en su día. Dice así

Cuánto trabajo ella pasa
por corregir la torpeza
de su esposo, y en la casa,
(permitidme que me asombre)
tan inepto como fatuo
sigue él siendo la cabeza,
porque es hombre.

Si alguna versos escribe
-“De alguno esos versos son
que ella sólo los suscribe”;
(permitidme que me asombre)
Si ese alguno no es poeta
¿por qué tal suposición?
-Porque es hombre.

Una mujer superior
en elecciones no vota,
y vota el pillo peor;
(permitidme que me asombre)
con sólo saber firmar
puede votar un idiota,
porque es hombre.

Él se abate y bebe o juega
en un revés de la suerte;
ella sufre, lucha y ruega;
(Permitidme que me asombre).
Ella se llama “ser débil”,
y él se apellida “ser fuerte”
porque es hombre.

Ella debe perdonar
si su esposo le es infiel;
mas, él se puede vengar;
(permitidme que me asombre)
en un caso semejante
hasta puede matar él,
porque es hombre.

¡Oh, mortal!
¡Oh mortal privilegiado,
que de perfecto y cabal
gozas seguro renombre!
para ello ¿qué te ha bastado?
Nacer hombre.

La discriminación por ser mujer la había sufrido la propia Adela desde niña. Había estudiado en la escuela católica de San Alberto, en su ciudad natal, pero solo pudo cursar hasta tercero de primaria. ¿Porque suspendía, porque era mala alumna? No. Porque en aquellos tiempos, ese, el tercero de primaria, era el nivel máximo en la enseñanza reglada al que podían acceder las mujeres en Bolivia.

Las dificultades no la arredraron. Siguió formándose. Sola, sin profesores. Fue una autodidacta y lectora tan intensa que acabó de profesora de su propia escuela y de impulsora de diversas instituciones docentes, entre ellas una academia de pintura y un Liceo de Señoritas.

Vamos con otro poema también feminista, también pionero, precursor, trasgresor. Se titula Cuando estés con una mujer, y dice así:

Cuando estés con una mujer,
hazle el amor, no solo tengas sexo.
Dile que la amas, que estás loco por ella.
No solo la beses y entres de lleno.
Besa su cuerpo entero,
recorriendo sus rincones.
Reconoce con tus labios lo que la ropa no deja ver.
Desea con todas tus fuerzas el poderla poseer.
Sé amable y atento antes de hacerlo
para que así no haya remordimiento.
Sé dulce y tierno para que casi esté completo.
Pero sobre todo ámala profundamente,
porque amar es respetar,
y al respetar comprender el porqué de las cosas,
el porqué de su entrega,
pues es solo su amor de verdad.

Ambos, tanto Nacer hombre como Cuando estés con una mujer, parecen adelantados a su tiempo. Se ocupan de temas tan de actualidad aún hoy como la sociedad patriarcal, la violencia machista, los derechos cercenados de las mujeres…

Os adelantaba antes su choque con la Iglesia católica, con la que ya había tenido nuestra poeta de hoy tensiones al denunciar el adoctrinamiento en la enseñanza religiosa. Os lo detallo ahora. En 1903, Adela Zamudio publica en París el poemario titulado Ráfagas. En él había un poema en el que se criticaba duramente la desigualdad social y la hipocresía de la Iglesia. Se titulaba el poema Quo vadis? Cuenta una aparición, un encuentro de la poeta con la divinidad, con Jesús. Y dice así en ese momento:

Inclino ante Él mi rostro dolorido
temblando de ternura y de temor,
y exclamo con acento conmovido:
A dónde vas, Señor?

-La Roma en que tus mártires supieron
en horribles suplicios perecer
es hoy lo que los césares quisieron:
emporio de elegancia y de placer.

Allí está Pedro. El pescador que un día
predicó la pobreza y la humildad,
cubierto de lujosa pedrería
ostenta su poder y majestad.

Feroz imitador de los paganos,
el Santo Inquisidor
ha quemado en tu nombre a sus hermanos…
Adónde vas, Señor?

Allá en tus templos donde el culto impera
qué hay en el fondo? O lucro o vanidad.
Cuán pocos son los que con fe sincera
te adoran en espíritu y verdad!

El poema, que es mucho más largo, no lo reproducimos completo, generó un gran revuelo en la conservadora y tradicionalista sociedad boliviana. Sectores de la población enardecidos recolectaron firmas para una carta de desagravio al Papa, lo que provocó que Adela fuera excomulgada.

La suya no es solo poesía social o poesía feminista. Algunos de sus poemas son de una modernidad que aun hoy a mí me sorprende. Mira este, por ejemplo, titulado Galope

Lejos la extraña luz
que atraviesa la noche, y más extraña
la luz de los poemas, este espacio
tan breve que ilumina hacia adentro
y nos punza. Como si la distancia
que apenas calculamos,
se desbocara sola
arrastrándonos fuera,
lejos de todo.

Lejos.

Se parece al deseo
de ser nosotros, sí, nosotros mismos
ahora, mas no hay nada,
no hay almas.
Hay relojes
antiguos con delgadas manecillas
locas, y lentos medallones de oro
prendidos en tu pecho.
Como una inmensidad que nos rodea
sin sentido, a nada nos reduce
y abandona lo suyo.

La soledad es ciega y es salvaje.
Sujétate a sus crines despeinadas
y agárrate bien fuerte.

O este otro, brevísimo, titulado Diseminación, Dice así: 

Los poemas que nunca escribiré
se han convertido en humo
afirmativo y en volutas
que no desaparecen, se disuelven.

Blanco humo de las chimeneas
que contiene poemas de todos los colores.

Al final de su vida, de su intensa y luchadora vida, Adela Zamudio recibió reconocimientos oficiales. En mayo de 1926, dos años antes de que ella muriera, el entonces presidente de Bolivia, Hernando Siles Reyes, la reconoció en un acto público en Cochabamba como la más elevada exponente de la cultura en su país. Y medio siglo después de morir, la entonces presidenta Lidia Gueiler Tejada decretó que el 11 de octubre, día en que Zamudio había nacido, se celebrara en todo el país el Día de la Mujer.

Adela Zamudio falleció en su ciudad natal, Cochabamba, el 2 de junio de 1928. Tenía 73 años de edad. En su tumba, en el Cementerio General de la ciudad, se puso una lápida con estos versos, escritos por ella:

Vuelo a morar en ignorada estrella
libre ya del suplicio de la vida,
allá os espero; hasta seguir mi huella
lloradme ausente pero no perdida.