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12 Jun 2022
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Cuatro haikus de Miguel D’Ors

Para el aroma
nocturno del jazmín
no hay alambradas
…..

No ensombrezcas
el color de la nieve
hablando de ella
…..

El diminuto
zumbido del mosquito
llena la noche
…..

Tantos jazmines,
tantos jazmines, tantos…
qué pestilencia

 

Profesor universitario, ensayista, poeta, Miguel D’Ors (1946) es uno de los más valiosos renovadores de nuestra poesía contemporánea y al mismo tiempo uno de sus más avezados investigadores. Gallego de nacimiento, formado en la Universidad de Navarra y profesor de Literatura durante 30 años en la Universidad de Granada, su dominio de las técnicas y las formas poéticas le han valido tanto para crear una sobresaliente obra propia como para analizar la de otros autores: sus estudios sobre Manuel Machado, entre otros, son ejemplares.

La suya es una poesía muy variada. Por temática, por formatos, por tono de voz. Casi siempre, con un punto de ironía que la singularizan. Es uno de sus sellos de identidad.

Tan variada es la obra de D’Ors que he dudado mucho a la hora de elegir un poema para hoy. Empecé pensando en esta pequeña joya, Otro poema de amor: «Qué dicha no ser Basho, en cuya voz / florecían tan leves los ciruelos, / ni ser Beethoven con su borrasca en la frente / ni Tomás Moro en el taller de Holbein. / Qué dicha no tener / un bungalow en Denver (Colorado) / ni estar mirando desde el Fitz Roy el silencio / mineral de la tarde patagónica / ni oler a bajamar de Saint-Malo / y estar aquí contigo, respirándote, viendo / la lámpara del techo reflejada en tus ojos». También pensé en Calendario perpetuo, que dice así: «El lunes es el nombre de la lluvia / cuando la vida viene tan malintencionada / que parece la vida. / El martes es que lejos pasan trenes / en los que nunca vamos. / El miércoles es jueves, viernes, nada. / El sábado promete, el domingo no cumple / y aquí llega otra vez -o ni siquiera otra: / la misma vez- la lluvia de los lunes». Barajé así mismo el Soneto a un árbol de Madrid: «Hay en Madrid un árbol enrejado / por ser contrabandista de alegría: / trajo del monte un aire de anarquía / por sus ramas en flor y fue juzgado / sospechoso de gracia y sentenciado / (tras quitarle las aves que tenía). / Y es esta su condena: cada día / alimentarse de cemento armado. / Es un árbol penado y no me asombra / ver cómo va perdiendo los colores / y cómo va quedándose sin sombra / (y no digamos nada de las flores…). / Pero hoy, aquí, mi corazón lo nombra / el más municipal de mis dolores».

Al final he optado por traeros cuatro haikus, cuatro de los muchos que Miguel D’Ors ha ido incluyendo en sus diferentes poemarios. El haiku es un género de frecuente y creciente uso en nuestras letras. Procede del Japón, y es un poema muy breve: el tradicional japonés se compone de tres versos de 5, 7 y 5 sílabas, o de 17 sílabas en total distribuidas d otro modo. «El haiku es la composición poética más cercana al silencio», escribe el poeta, narrador y lexicógrafo Emilio Gavilanes en uno de los artículos incluidos en el número 7 de Archiletras Científica, el monográfico -mitad estudio crítico, mitad antología- Poesía del siglo XXI en lengua española, que acabamos de distribuir en quioscos y librerías, que habla de centenares de poetas actuales y que os recomiendo vivamente si amáis la poesía. (Lo podéis adquirir también aquí https://suscripciones.archiletras.com/)

Yo estos cuatro haikus de D’Ors los digo así: