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19 Sep 2022
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Suecia

La economía sorprendente de la lengua sueca

Graham Long

La omisión del auxiliar en oraciones subordinadas es común entre la población sueca. El noruego también la permite en ocasiones. Una medida de economía lingüística a la que todos nos estamos acostumbrando

Allí estuve yo, pasada la medianoche, esperando el último tranvía del día en Gotemburgo, ciudad del oeste de Suecia donde llevaba viviendo desde hacía un año. Mis ojos se dirigieron sin intención especial hacia una valla publicitaria encima de un quiosco.

«Löfbergs Lila», decía el anuncio en sueco, «el café que se hecho famoso en todo el mundo».

Lo miré otra vez. Llevaba año y pico en Suecia, y algunos estudios intensivos del idioma del país me habían llevado a un nivel bastante alto de la lengua sueca. No cabía duda: «… café que se hecho famoso….», decía.

En las lenguas que yo conocía por entonces —inglés, francés, español— el tiempo perfecto y el pluscuamperfecto siempre exigían la presencia del verbo auxiliar: «which has become», qui s’est devenu, que se ha hecho…».

Al día siguiente, una rápida búsqueda en varios libros y periódicos suecos me confirmaron la terrible verdad. Era completamente posible y gramaticalmente correcto omitir el verbo auxiliar en una oración subordinada después, por ejemplo, de un pronombre como que o quien.

Decidí hacer un experimento gramatical. Elegí dos de los autores suecos más leídos, nativos del país, y otro que no había nacido en el país, un griego inmigrante que había cosechado mucho éxito escribiendo novelas en sueco. En Skraplotter (Raspaditas) que apareció en 2003, Kerstin Ekman, socia por entonces de la Academia Sueca, retiene el auxiliar 386 veces y lo omite 575 veces en sus frases subordinadas. Per Wästberg, conocido en España por sus libros sobre África, retiene en Eldens Skugga (La sombra del fuego) el auxiliar 309 veces y lo omite 256. El inmigrante griego, Theodor Kallifatides, en su Den grymma freden (La paz cruel) hace uso del verbo auxiliar 256 veces en oraciones subordinadas y lo omite 11 veces (!), probablemente resultado de cierta revisión del texto que una editorial hace para conseguir mejor fluidez en el lenguaje. El escritor griego, como yo, no encontró en sus estudios de la lengua sueca esta posibilidad, gramaticalmente correcta, de omitir el verbo auxiliar en frases subordinadas.

Históricamente, la omisión tiene sus raíces en el alemán, muchas veces un idioma del cual el sueco a través de los siglos ha tomado prestados muchos vocablos. A finales del siglo XVII, según el escritor Einar Haugen en su obra Scandinavian languages and their structure, el alemán empezó a omitir su verbo auxiliar, y el sueco siguió su ejemplo. A esta omisión se puso fin cien años más tarde en el alemán, pero en el sueco quedó intacta, y fue por eso que yo, delante del anuncio publicitario aquella noche, reaccioné asombrado.

El prestigioso Swedish Language Committee declara en su libro publicado en 2005 Sprâkriktighetsboken (Libro de idioma correcto) que el sueco es la única lengua del mundo en la cual se puede omitir el verbo auxiliar en oraciones subordinadas. Es una verdad con ciertos matices, ya que el noruego también permite la omisión, aunque solamente en el caso de verbos modales.

Esta economía lingüística corresponde a ciertos usos y abusos del castellano. Casi de broma, podríamos decir que el económico abuso de la letra h en la palabra echo es algo que sorprendentemente ocurre con bastante frecuencia incluso entre personas de una buena educación escolar. Normalmente, el estudioso no hispánico de la lengua española aprende que el verbo hacer es sumamente irregular en muchas de sus partes gramaticales, entre ellas el participio pasado hecho, y lo usa correctamente. El nativo no pasa necesariamente por ese proceso, por lo cual se nota una confusión entre el pasado de hacer y la primera persona del presente del verbo echar.

Según la RAE, la actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia. El exdirector de la RAE Darío Villanueva dijo en 2018 que «las lenguas se rigen por un principio de economía; el uso sistemático de dobletes, como miembro y miembra, acaba destruyendo esa esencia económica. El problema está en confundir la gramática con el machismo».

Al fin y al cabo, la omisión del auxiliar en oraciones subordinadas es tan común entre la población sueca que muy pocos son conscientes del hecho, y es probable que sepan por instinto que están empleando el verbo sin su auxiliar de una manera gramaticalmente correcta.

La omisión es una medida de economía lingüística, algo a lo cual hoy en día nos estamos acostumbrando.

 

Esta crónica es uno de los contenidos del número 15 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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