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22 Jun 2021
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Argentina

Ideas erróneas del lunfardo y su visión contemporánea

Anush Sukiasyan

Es un argot común, no una jerga de ladrones. Un producto nacional que expresa la diversidad argentina

Resulta prácticamente imposible encontrar a un hispanohablante que no use lunfardismos, pero resulta igual de imposible encontrar a uno que conozca su verdadero origen y que pueda definirlo racionalmente. ¿Cuáles son esas ideas que nos llevan tanto a equivocarnos a la hora de definir el lunfardo? «Para acercarse a esta realidad, en primer lugar hay que entender lo que no es el lunfardo», dice Oscar Conde, el profesor titular de la materia Lunfardo en la UNA, Buenos Aires, Argentina. «La confusión está entre los términos el argot y la jerga. Hay que destruir las definiciones entre ellos que hace la RAE que son disparatadas y circulares». Tanto el argot como la jerga la RAE los define como sinónimos. Además, «lunfardo» aparece con una acepción equivocada: ‘Jerga empleada originalmente por la gente de clase baja de Buenos Aires’.

Oscar Conde presenta unas acepciones de lo pequeño a lo grande. Es decir, a diferencia del argot, la jerga es algo limitado a un ámbito más o menos cerrado. Hay jergas profesionales: médicos, profesores, fontaneros, y también jergas extendidas: fútbol, drogas, coches. Por lo tanto, el lunfardo es un argot común que no está suscrito a un ámbito profesional o de consumo, sino que es común a generaciones, a todos los géneros, a todas las clases sociales.

«El lunfardo se adjudica a ladrones debido a la deformación profesional», explica Conde. Los profesionales penitenciarios e incluso psiquiatras se ocupaban de los delincuentes. Estos profesionales prescindieron de escuchar al resto de la clase popular que también usaba el lunfardo. Así se establecen dos significados para ello: ladrón y jerga de ladrones. Esta creencia dura hasta 1887, cuando Luis Soler Cañas descubre el texto literario Caló porteño de Juan A. Piaggio en el diario La Nación. En el texto se menciona el tema del robar y los dos protagonistas coinciden: «No robaría ni loco, jamás metería la mano para agarrar lo que no es mío», y así siguen su camino contando su vida en lunfardismo. El diario La Nación lo leía la clase alta del pueblo argentino, es decir, se suponía que los lectores iban a entenderlo. Ese texto da el error en que muchos cayeron sosteniendo que el lunfardo era la jerga de los ladrones.

«Todos los lunfardismos son argentinismos, pero no todos los argentinismos son lunfardismos», destaca Conde. No es una tarea fácil distinguirlos. Por ejemplo, «una guitarreada» es un encuentro entre varias personas donde tocan la guitarra y cantan, es argentinismo. Ahora bien, pasadas las fronteras los lunfardismos se usan hasta en España. «Más de quinientas palabras de lunfardismos están en el DRAE, pero eso no les quita su origen y no hace que esas palabras sean del español estándar y siguen siendo lunfardismos».

Para conocer el punto de vista de un funcionario, Archiletras se acerca también al exembajador de la Argentina en Armenia, Gonzalo Urriolabeitia. «El lunfardo es varias cosas: una cosa es lo que yo creo que el lunfardo es, y otra lo que representa para mí», así comienza Urriolabeitia. Para él el lunfardo es un producto nacional que expresa la diversidad de la nación argentina y la manera de ser argentino. Según él, el lunfardo le suma al idioma español la diversidad del italiano cuando decimos «laburo», la diversidad del portugués cuando decimos «quilombo», etc. Por otra parte, a nivel personal, el uso del lunfardo se desarrolla en el contexto de la amistad. «Para mí el lunfardo por un lado es un conjunto de expresiones, un argot que representa la nacionalidad argentina; y por otra parte es un símbolo de amistad».

Urriolabeitia es uno de los entrenados en diferenciar los lunfardismos de los argentinismos. «Uno se diferencia sin saberlo, no hace el análisis técnico de lo que está diciendo, simplemente lo incorpora. Pero si uno empieza a pensar, rápidamente las identifica, por las pronunciaciones extranjeras que tienen». «Mi lunfardismo favorito es laburo. Por un lado, es muy representativo del cómo se formó Argentina con laburantes. Si dijera que vengo del trabajo, a mí me sonaría raro. Este punto es muy importante porque transmite familiaridad. Es tan fuerte que, si yo no lo uso, me suena extraño. Para que yo diga a alguien que vengo del trabajo, tiene que ser un extranjero que no entenderá la palabra laburo. Pero suena muy formal, muy frío. Por otro lado, siempre estoy en mi laburo, laburando, y por eso, es mi palabra favorita».

Esta crónica es uno de los contenidos del número 10 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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