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27 Abr 2021
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Portugal

El triángulo lingüístico de Barrancos

Alfonso C. Cobo Espejo

Esta pequeña localidad del sur de Portugal, que tiene frontera con España, esconde un tesoro idiomático: en ella se puede oír hablar portugués, español y barranqueño, una lengua que nació fruto del contacto entre las dos primeras

Barrancos, el municipio más oriental y pequeño del Bajo Alentejo portugués, se introduce en España como una cuña afilada. Sin frontera política definitiva hasta 1894, su límite natural fue siempre el Ardila, un río que, al tener poco caudal, se puede atravesar sin dificultad. Es lo que hicieron, en busca de un futuro mejor, muchos españoles a lo largo de varios siglos. El contacto con la población lusa fue propiciando que las lenguas española y portuguesa se mezclaran, lo que dio lugar a una realidad lingüística única en la Península Ibérica: el barranqueño.

En 1955, el filólogo y lingüista portugués José Leite de Vasconcelos lo definió como «un dialecto propio, mixto, original, de contacto», surgido de la relación prolongada entre el portugués, en su variedad alentejana, y el español, en sus variedades andaluza y extremeña.

María Victoria Navas, profesora del Centro de Lingüística de la Universidad de Lisboa y gran especialista en el tema, cuenta en su libro El barranqueño: un modelo de lenguas en contacto que este idioma «sería el resultado del aprendizaje que hicieron los castellanos del portugués».

Según Navas, el barranqueño rompe con sus lenguas de origen y «resulta incomprensible tanto para los españoles (que piensan que oyen portugués) como para los portugueses, para quienes resulta un discurso extraño». Este aspecto justifica, para varios especialistas, que pueda considerarse una lengua propia más que un dialecto.

Para Augusto Lorenzino, profesor en la Temple University de Filadelfia y especialista en el estudio de lenguas en contacto, «las investigaciones realizadas muestran la existencia de rasgos morfosintácticos, fonológicos y semánticos difícilmente explicables como resultado de una transmisión intergeneracional o normal del portugués. Por eso, el contacto con otros dialectos españoles, especialmente variedades andaluzas, demuestra esa condición especial del barranqueño».

Las palabras de Lorenzino se confirman en algunos de sus rasgos distintivos. Así, es propio del barranqueño «comerse» las <s> y las <z> al final de sílaba o de palabra. El mismo topónimo de la localidad se pronuncia «Barrancu», sin la <s> final. También desaparecen las <l> y las <r> en posición final, de manera que los locales pronuncian «ehpanhó» y «comé» («espanhol» y «comer» en portugués, respectivamente). Otra característica reseñable es que colocan el pronombre átono como en castellano o en el portugués de Brasil: «Me disse». Además, hay numerosos préstamos léxicos del español: «calleja» (en portugués, «ruela»); «moño» (en portugués, «carapito»); «hipo» (en portugués, «soluço»).

Desde el siglo XV, Barrancos ha mantenido relaciones frecuentes y estrechas con sus vecinos andaluces y extremeños. Casi más que con sus paisanos portugueses. No es de extrañar, pues hasta los años 40, y debido a la compleja orografía del municipio, resultaba más sencillo viajar por carretera a España que a Portugal. En este sentido, Lorenzino resalta la influencia de Encinasola, localidad onubense fronteriza: «Los lazos familiares establecidos durante siglos entre barranqueños y marochos (gentilicio de los habitantes de Encinasola) sirvieron para que el barranqueño fuese estabilizándose y sistematizándose como lengua diferenciada, transmisora de una identidad propia».

En riesgo de desaparecer

A pesar de su valor linguístico, histórico y cultural, el barranqueño afronta un gran reto a medio plazo: el riesgo de desaparecer. Así lo advierte la profesora Navas, quien explica que esta amenaza «está relacionada con la emigración y con la ley de vida». El censo de 2017 no engaña: Barrancos tiene una población muy envejecida que no llega a los 1.700 habitantes. Son estos mayores los que, principalmente, mantienen vivo un idioma que se escucha en las calles, en las tiendas, en los bares, pero que, rara vez, se escribe. A la depresión demográfica se suma que el portugués sea la lengua de la Administración Pública, de la escuela, de los medios de comunicación y de los oficios religiosos.

Para conservarlo, a la consideración del barranqueño como Patrimonio Cultural Inmaterial de Interés Municipal en 2008, se ha sumado un programa de trabajo trianual (2020-2022) que ya está siendo implementado por el Ayuntamiento de Barrancos, la UNESCO y las universidades de Évora y Lisboa. Dicho programa, a pesar de que se ha visto afectado por la pandemia, pretende sacar adelante diversos proyectos en colaboración con la población local. Entre ellos, destacan la creación, a medio y a largo plazo, de una convención ortográfica y de una gramática del barranqueño.

El prestigio del que goza actualmente también puede ayudar. «Aunque hubo un tiempo en que los barranqueños sentían falta de autoestima por su lengua, ésta ha ido desapareciendo con la revalorización de las lenguas minoritarias y el trabajo de investigadores portugueses y españoles», afirma Navas.

¿Y qué hay del español de Barrancos?

No podemos olvidarnos de que, además de portugués y barranqueño, en Barrancos se habla español. Navas cuenta a Archiletras que «está estrechamente relacionado con las hablas extremeñas y andaluzas próximas en un contexto rural. De hecho, lo que sabemos de los primeros repobladores es que, sobre todo, eran originarios de lo que hoy son zonas andaluzas. Mantiene arcaísmos, como «la mi hija», el artículo ante el posesivo; «la vide» (por la vi); formas incorrectas como «me se cayó la cuchara»; e hipercorrecciones, como «tiengo niervos».

Tal y como recoge esta especialista en sus investigaciones, en español se suelen contar cuentos, anécdotas, leyendas, adivinanzas, etc., todo ello transmitido por los mayores. Excepcionalmente, lo usan los jóvenes cuando bromean, cuentan chistes, cantan canciones de la época de los quintos o cuando hablan con españoles.

 

Esta crónica es uno de los contenidos del número 10 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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