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14 Abr 2023
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Afganistán

Aprender español, una misión peligrosa

Alfonso C. Cobo Espejo

Desde la llegada de los talibanes al poder, enseñar y aprender el idioma se ha convertido en una misión peligrosa y llena de obstáculos en la Universidad de Kabul

A mediados de agosto de 2021, los talibanes tomaron el control de Afganistán por la fuerza. En nuestra retina están grabadas las imágenes y los testimonios que aparecían constantemente en medios occidentales de personas que intentaban escapar de la tiranía y del retroceso en derechos que se avecinaba en el país.

Con el paso del tiempo, el foco mediático se fue apagando y comenzamos a mirar hacia otro lado. Sin embargo, un año y dos meses después, el régimen talibán continúa y también es la población afgana la que sigue sufriéndolo.

Uno de los muchos lugares donde la vida ha cambiado a peor es la universidad. Gracias al testimonio de Sarah Walizada, profesora y directora del Departamento de Español de la Universidad de Kabul, hemos podido llegar hasta Afganistán para conocer las enormes dificultades que existen para que una persona aprenda allí nuestro idioma.

Las palabras de Walizada son un grito de auxilio y, al mismo tiempo, una declaración de amor incondicional por el español. En un contexto realmente adverso, esta mujer afgana, con más de 20 años dedicados a la lengua y literatura española, lucha para mantener abierto y activo el departamento que dirige.
«Soy la única profesora para muchos jóvenes interesados en la lengua y la cultura españolas. Arriesgo mi vida para que puedan estudiar y no cierre el que —actualmente— es el único centro donde aprender español en el país. ¡Sus ojos me miran llenos de esperanza!», afirma.

Antes de la llegada de los talibanes, el departamento de español contaba con cinco profesores. Cuatro de ellos dejaron el país en la primera evacuación. Walizada se quedó sola, con casi 150 estudiantes.

Según nos cuenta, el departamento tiene actualmente unos 120 estudiantes, de los cuales el 60 % son mujeres: «Para afrontar la situación, he buscado algunos graduados voluntarios que, a pesar de la situación económica tan mala, están dando clases sin recibir nada a cambio. Tienen familia y, a veces, ¡no pueden pagar ni el transporte!», lamenta.

Una pesadilla para las mujeres

La profesora describe el suplicio que supone para las mujeres afganas entrar cada día en la universidad: «Nos insultan y nos amenazan. No podemos vestirnos como queremos, no nos podemos comunicar con otras personas de manera normal. Solo por ser mujeres. Para los talibanes, somos pecadoras y culpables. Aquí la mujer no puede ni respirar libremente».

A pesar de esto, no se rinde y trabaja todos los días durante muchas horas para demostrar lo válidas que son. Asegura que no quiere trasladar las dificultades que atraviesa el departamento a las autoridades nacionales porque sería una buena excusa para cerrarlo, ya que no les interesa tener activa la enseñanza de lenguas occidentales.

No obstante, sí reclama ayuda exterior: «Nuestros estudiantes trabajan con fotocopias de un libro de ELE de 2002. El Instituto Cervantes nos prometió enviar algunos manuales, pero la realidad es que no han llegado. También necesitamos un profesorado competente con buen nivel de español».

En este sentido, la Universidad Complutense de Madrid está intentando ayudar. El catedrático José Manuel Lucía Megías cuenta a Archiletras que han creado un grupo de apoyo para enviar materiales por Internet, que se han ofrecido a corregir trabajos de los estudiantes, y todo lo que necesite para que el español se mantenga en Kabul.

Además, antes del régimen talibán, pusieron en marcha una hermosa iniciativa: la Biblioteca Básica del Español de la Universidad de Kabul. A pesar de las dificultades, y tras un largo recorrido, un primer cargamento de libros llegó a la institución afgana en febrero de 2022. «Un segundo envío, donación del Fondo de Cultura Económica y de la Embajada de México, está todavía en nuestra biblioteca a la espera de poder enviarlo», añade Lucía Megías.

Profesores refugiados en España

Parece un milagro que las clases de español continúen en Afganistán. Nos sorprende todavía más que una mujer esté al frente dada la situación actual. Mohammad Kabir Nezami, antiguo responsable del departamento, refugiado desde hace poco más de un año en España, nos lo intenta explicar: «Los talibanes lo permiten porque han dividido las clases. Chicos y chicas asisten por separado, en días distintos, de manera que no coinciden nunca en las aulas».

Asimismo, según Kabir Nezami, «el hecho de no haber trabajado directamente con el ejército español, hace que los talibanes no consideren “peligrosos o infieles” a la profesora y a los graduados que trabajan actualmente en el departamento». Cuestión que sí puso en el punto de mira a él y a otros tres profesores, y que les obligó a tener que dejar su país.

Al igual que Mohammad, Abdul Naser Noorzad también vive ahora en España con su familia. Además de dar clases de español, fue su trabajo como traductor para periodistas y militares españoles, así como artículos que escribió sobre seguridad en la prensa afgana, lo que le situaba en una situación muy vulnerable al terror talibán.

Hispanista de corazón, Naser Noorzad tenía ganas de conocer España, pero nunca pensó que llegaría huyendo del fundamentalismo talibán. A pesar de lo que significa empezar de cero en otro país, espera poder trabajar como traductor o dando clases para que la población afgana residente en Zaragoza, donde vive, pueda integrarse lo antes posible.

 

Este artículo es uno de los contenidos del número 17 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras, disponible en quioscos y librerías
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