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13 Ene 2021
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Léxico profesional

El lenguaje perdido de la España vaciada

Pedro Aguilar

La escritora Luisa Etxenike1 aseguraba en un artículo que en iraqw, una lengua de Tanzania, el «Érase una vez…» de los cuentos se dice: «Recuerdo algo que nuestro padre nos contó…» y mencionaba, al hilo, una frase que había leído por primera vez en el libro La felicidad de la tierra, de Manu Leguineche, y que la dijo en su día Amadou Hampaté Ba:
«Cuando un anciano muere, una biblioteca arde y desaparece…». ¿Qué sucede cuando muere un pueblo? … Desaparecen muchas bibliotecas, desaparecen costumbres, usos, juegos, oficios, utensilios… Desaparece un lenguaje, una forma de ver el mundo… Desaparece una cultura. En 1984, la editorial Noguer publicaba por primera vez La gaznápira, una novela de Andrés Berlanga. La novela tiene, entre otros méritos, el de reflejar el lenguaje rural de los vecinos de una localidad ficticia, Monchel, trasunto de Labros, un pueblecito de la provincia de Guadalajara. Este ejercicio de reflexión del habla ya lo hicieron antes Pereda, Galdós, Cela o Delibes, entre otros, y después lo han hecho Julio Llamazares, Paco Cerdá o López Andrada. Pero como bien dice Manuel Seco2 en el prólogo a La gaznápira de la colección Austral: «Lo peculiar de Berlanga es la integración, casi insensible para el lector, de ese lenguaje en todo el discurso narrativo (…) No solo hay un propósito de adecuación a una realidad lingüística sino un impulso sentimental de salvar el habla, moribunda por la desbandada de la emigración».

La acción de la novela transcurre entre 1949 y 1981. En el arranque de la década de los 50, Monchel-Labros, ubicado en el Señorío de Molina de Aragón, tenía 240 habitantes; en 1967 vivían 91 personas; en 1981 solo había 10 viviendas habitadas («fuera de agosto, el lugar de más vida de Monchel es el cementerio», dice el tío Jotero en la novela) y en la actualidad, un martes del mes de febrero, es difícil encontrar alguna casa abierta.

El Señorío de Molina tiene una densidad de 1,6 habitantes por km2. En España la densidad es de 93 habitantes por km2. A esta comarca de Guadalajara se la conoce como la Siberia española. La gaznápira fue un intento de su autor de rescatar, mediante la literatura (la idea la tomo de Seco), la cultura, y en concreto el lenguaje, que se moría y que prácticamente ha muerto hoy, 36 años después de publicada la novela. Cada vez que los personajes hablan, lo hacen con una riqueza de léxico, de paremias, refranes, comparaciones y frases sentenciosas que conforman un auténtico muestrario del habla rural de esos pueblos de Castilla y Aragón que se quedan sin hablantes, esa España vaciada a la que ahora miramos de frente, después de haberle dado la espalda durante decenios («Cuando la liebre se ha ido, ¿a qué vienen los palos a la cama?», dice el Elías, uno de los personajes).

El profesor Óscar Barreiro3 asegura en su Historia de la Literatura Española Contemporánea que La gaznápira es evocación del tiempo ido, un documento social. «El tiempo que huye sin que sepamos de qué manera apresarlo queda retratado por Berlanga, no en los grandes acontecimientos, sino en los detalles en apariencia más insignificantes, pero tan entrañables como pueden serlo un cabás (cestillo), la tasca derribada para que sobre el solar que ocupa se eleven unos apartamentos, los oficios en trance desaparición…» y el lenguaje que amalgama todo el edificio social y cultural de un pueblo.

La novela se divide en siete capítulos, relatorias, término que el propio Berlanga aseguraba que se usa en su pueblo para designar el relato de un hecho real contado con aire de ficción, impregnado de resonancias imaginativas y literarias. Esa mezcla de relato e historia que era la forma de contar de nuestros abuelos. La protagonista es Sara Agudo, a la que los viejos apodan «la gaznápira», «esta chica es una miaja tarda», dirá uno de los personajes, «torpe, paleta» dice María Moliner4. Sara acabará abandonando Monchel para trabajar y estudiar en Madrid e irá regresando al pueblo, herido por el paso del tiempo, en diferentes épocas, para contarnos una relatoria cada vez, con triste desencanto, mientras triunfa como periodista en la ciudad.

Pero el verdadero personaje de la novela es el lenguaje, lo dice el propio autor: «He pretendido que el lenguaje, sobre todo el habla, actuara como un personaje total que empapase toda la novela». Sara, la protagonista, reconoce el valor de las palabras y de aprender a tascarlas (preciosa metáfora), algo que le enseñó en la escuela don Salustio, un viejo maestro de la República castigado en el pueblo de Monchel durante el franquismo.

Un aspecto a destacar es el empleo de dialectalismos, sobre todo el aragonés, que Berlanga, con fino oído, pone en boca de sus personajes de manera magistral y nada ficticia, enriqueciendo el lenguaje literario de la novela. La profesora María de la Concepción Ortiz5 hace una recopilación de algunas de esas palabras que desarrollamos en el diccionario final.

En uno de los numerosos monólogos, Sara, «la gaznápira», reflexiona: «En la ciudad, tu lenguaje se levanta sobre el mismo cascarón que tus otros lenguajes en Francia o en Estados Unidos: aunque no lo sean, los encuentras insulsos (sosos), aprendidos, fríos, como si no te chisporroteara su alma, ni te perteneciera tu pasado, ni sus intenciones secretas. Cuando escuchas al tío Jotero que le joteaban (cortejaban) bien joteado, vestido con ropa de comer fideos (en Monchel era tradición comer fideos, en los años cincuenta, el día de la fiesta para festejar a San Isidro) o que ahora anda asobinao (encogido) o que el Cristóbal es un ceborrero vaina, sabandija, trapacero, sandio, maula y fachendoso sientes que cada palabra relincha, como decía don Salustio (…). El día que al tío Jotero le pongan la última albarda, enterrarán también todas ellas. (…) Ya nunca será lo mismo: volverás a la orfandad sin remisión porque con las otras palabras, las que se apacientan y balan ahora por las ciudades, te sientes una persona mecánica, incapaz de encariñarte con ellas».

La protagonista nos cuenta cómo Monchel acaba siendo devorado por el progreso en forma de ausencia. Poco a poco, en cada relatoria, el pueblo va perdiendo la identidad y las almas que lo han conformado durante los últimos años; los hombres y mujeres que han heredado una cultura, un lenguaje, que les fue transmitido por sus antepasados y que ya no van a poder trasmitirlo a nadie, porque nadie queda en un pueblo maltratado por la despoblación. El autor, cuando hace hablar a Elías el Herrero (en el arranque de la novela), agonizante en su lecho de muerte, le hace decir: «De cólico de espinacas no se ha muerto ningún Papa, como decía aquél, pero yo no quiero probar ninguna de esas pamplinas que me traen, ni acelgas, ni tronchos (tallo de las hortalizas), ni judías verdes, ni Cristo que lo fundó. Ya que esto se acaba sin remisión ¡rediós!, lo que me apetece es una buena tajada de lomo».

Cuando Sara niña le pregunta a Elías si ha sido maestro, este le contesta «que es la usanza la que saca maestros», y le da un consejo: «siempre hay que tener el ojo bien abierto. Tú como las liebres: no los cierres ni para dormir. Allí donde fueras, primero aprende lo que vieras y luego haz lo que se te antoje».

Al tío Jotero le vemos «sentencioso, viendo pasar la vida desde el poyo de su barbería dando cuenta del almuerzo», como lo define María del Carmen Ugarte6 y usando siempre un ramillete interminable y certero de refranes mientras da cuenta de un cantero de pan y una tajada de güeña sujeta al dedo para guillotinarla: «Aquí, haciendo por la vida, que la muerte ya vendrá sola». El tío Jotero también se encarga de regentar el baile, cobra a los mozos dos reales por tarde y en el recuento saca una inapelable conclusión: «tres pesetas menos que hace un año (…) como aquel que dice: algo es algo y comía hielo».

La abuela de Sara usa de los refranes para aportar sus enseñanzas a la nieta. Esta le llama cagaleches (impaciente) con la manía de limpiarlo todo: «cosa hecha no corre prisa», le contesta la abuela, que pronto caerá enferma. Sara está segura de que en cuanto pueda se levantará, «se arrebujará con el retor de la cama envolviéndose las piernas y se sentará, en la silla más baja, de cara a la lumbre mientras tú tizoneas con las tenazas, sorda a sus refunfuños y a su desespero por no poder sacudirte un soplamocos : ¡al buen fogonero le sobran fuelles!; no apelmaces la támaras; aire por debajo es lo que pide; ¡muchacha, que nos ahúmas! ». Consejos y sentencias en forma de refranes: «Los hijos criados, los duelos doblados, y si están casados, multiplicados».

Andrés Berlanga recuerda oficios perdidos como el de capador, esquilador, sacristán …Nos describe espacios y escenas que hoy permanecen solo en el recuerdo, nos habla de los remedios caseros: «Si sabe, como la abuela, que el malvavisco calma las toses, el vinagre corta las heridas, el casco de tomate seca la pus, las friegas de aguarrás alivian los riñones, ¿cómo no va a saber curarse, cuanto ni más si no le duele nada?». Repasa la labores del campo: «Pensaste que en las eras peladas, sin mies ni memoria, ninguno podría sentir bajo sus pies el recuerdo de parvas y barrastras , ni nada les dirán las piedras pulidas por miles de trillas, ni sabrían para qué sirvió la aventadora (…) Te contó el tío Jotero que el otro día la nieta del Sordico encontró una hoz en un pajucero y no sabía lo que era la siega ni para qué servía una hoz: solamente se aventuró a suponer que para hacer el escudo del PCE con el martillo».

Recuerdos de juegos, como la chapeta o saltar a dubles: «¡Qué hace ahí mozo viejo, que no te caaaaasas, que te estás arrugando como las pasaaaaaas!», mientras los zagalejos las atisban desde la cuneta para comprobar si es verdad que lo que se van a comer los gusanos mejor que lo disfruten los cristianos. Reflejo de costumbres como ver a los curas subidos en el púlpito para sermonear, o los bancos de la iglesia divididos durante la misa entre hombres a un lado y mujeres al otro; el pago en especie o ir de zofra al salir de la iglesia. Y también utensilios que hoy forman parte de los museos: «No te atreves a sacar tu cajita de mixtos, aunque lo has pensado mucho. Si las pinchetas y los clavos cuestan, si el año ha sido malo también para él, si aún le adeudan escobillos, hachas, legonas, mazas, azuelas, barrones de arado, si no le pagan…».

Mariano Marco Magüe, paisano y amigo personal de Berlanga, ha recogido en un Vocabulario muchas de estas palabras con el solo propósito de que no desaparezcan del todo, de perpetuar su testimonio.

Disfrutamos, al leer la novela, con la importancia del nombre de las cosas, del vínculo entre un hombre real, Andrés Berlanga, y una mujer imaginaria, Sara Agudo. Como afirma Medardo Fraile, «…tener un amigo para quien tu vida no se levanta sobre los relatos que le cuentas, sino sobre la memoria compartida y acuñada al tiempo los dos, es una manera hermosa de vivir». Palabras habladas y recordadas que sirven para traer al presente una realidad que, si ya pasada, forma parte de nuestra cultura y no deberíamos olvidar del todo.

¡Órdiga! . Exclamación. ¡Caracoles! (VPT)

¡Tuso! . Interjección para expulsar a un perro. (VPT)

Acoquinar. Amilanarse, acobardarse. (MM) «Poder apostar, sin apostarse nada, unos a que el Elías no le llamará y otros a que a última hora se acoquinará y hará lo que todos» (LG)

Ainarse. Ahogarse. Faltar el aire. (VPT)

Ajopuerco. Guisado de hígado de cerdo (también podría ser de oveja, cordero o cabra) machacado y desleído con especias y pan rallado. Esta pasta se conservaba en un recipiente del que el ama de casa separaba la porción que necesitase para una sopa o una crema, todo dependía de la cantidad de agua añadida. Hoy lo denominaríamos sopa o crema de hígado. (VPT)

Albarda. Utensilio que se pone sobre las caballerías para poner la carga. (MM)

Amerar. Añadir agua al cocido para que no quede seco. Entre agricultores aragoneses, empapar la tierra el agua de lluvia o de riego. (VPT)

Amolar. Fastidiar o molestar. (MM) «Si tenía que estrenar el corralillo (pared por medio del camposanto) que se amolaran: ¡alguno tenía que ser el primero!». (LG)

Amoragar. Recoger espigas en los caminos durante el acarreo de la mies y en los rastrojos, por las espigadoras/res. Hacer moragas de espigas. Espigar. Moragar. (VPT)

Amustiar. Ponerse mustio, languidecer. (MM)

Andorga. Vientre, tripa. (VPT)

Arbullón/arbollón. Gatera. (VPT)

Arcial. Artilugio consistente en dos varillas de madera o metálicas, unidas ambas por un extremo y con un aro que corría sobre un recrecimiento escalonado en el otro, (como un cepo) para facilitar la presión, y con ello amordazar o atar rudamente y presionando poco a poco, pinte a pinte, el morro a las caballerías para evitar así coceos y conseguir que se estuvieran quietas mientras se herraban o esquilaban. Torcedor. Acial. (VPT)

Ardal. Monte bajo y espeso. En contraste a pardal. (VPT)

Arrebujar. Arrugar haciendo un rebujo con ella una prenda de ropa u otra cosa. Envolver o cubrir con ropa algo… (MM) «Después se arrebuja entre los dos almohadones, fija en el ventanuco los dos ojillos azules de puntitos verdosos y se amansa». (LG)

Arregostarse. Aficionarse a un placer material recientemente descubierto. (MM) «Cuando ya tu padre decía a la abuela que te estabas arregostando en demasía a pasarte las horas muertas en la fragua». (LG)

Arreñal. Paraje en los pueblos donde se sembraba pasto o forraje. (VPT)

Artesa. Recipiente de madera que se emplea para amasar el pan, para dar de comer a los animales o para lavar. (MM) «Los colocas de pie sobre el cucharero changado; y este sobre la artesa a modo de misal». (LG)

Asobinarse. Caer una caballería con la cabeza entre las patas, de modo que no puede levantarse por sí sola; por extensión, caer una persona con el cuerpo encogido. (MM)

Asomallar/Somallar. Dícese como comentario de asar carne en malas condiciones..., se socarraba para disimular. También se daba este nombre si se ahumaba la buena... Somarrar. (VPT)

Aventadora. Utensilio con que se avienta (MM). Separar el grano de la paja.

Aviar. Poner algo limpio y en orden, arreglar, darle a alguien lo que necesita de cierta cosa. (MM) «Dos reales de más a nadie le hacen duelo y a mí, unos con otros, me avían» (LG)

Azuela. Utensilio de carpintero que consta de una plancha de hierro de 10-12 centímetros de ancho, con corte, inserta en un mango doblado, se emplea para alisar. (MM)

Azuzar. Incitar uno contra otro a animales o personas para que luchen entre sí o se enemisten. (MM) «Que yo donde se mantoja, allí que meto la cabeza, dice farruco el Caguetas y tú le azuzas burlona con un ¡ánimo y a las gachas, que el que la sigue la consigue!» (LG)

Barrastra/barrastro. Rastrillo. Dialectalismo aragonés. (MCO)

Barrón. Barrote, aumentativo de barra. (MM)

Borboteante o borbotante. Que borbotea (Hervir o salir el agua formando borbotones y haciendo ruido). (MM)

Bordizo. Cualquier rama o esqueje de planta nacido fuera de tiempo e inútil para la producción, incluso planta infecunda e improductiva o virgen y que se emplea como raíz en la que injertar. (VPT)

Borlón. Amaranto, planta. (MM) «Antes que sople, para que vuele el borlón blanco, le pides a Juliana que esta vez te deje a ti pensar el deseo de la buena suerte que los vilanos siempre traen» (LG)

Burra. Abultamiento de forma redonda, morado y después renegrido por causa de un golpe o pellizco, ya que en él se recoge la sangre. (VPT)

Cabás. Capazo o cestillo que usaban las mujeres para la compra. (MM) «Sacarás del cabás escondido bajo el cernedor este recordatorio que has guardado treinta y dos años». (LG)

Cagaleches. En el lenguaje hablado vulgar: cagaprisas, impaciente.

Calabacero. Así denominaban a los gatos nacidos en los meses de los calores veraniegos y decíase de ellos que no eran útiles para ningún menester, porque no abandonaban el fuego o la estufa, eran en extremo frioleros. (VPT)

Calitrompa. En argot, borracho, ebrio. «A la vuelta, Moisés les bajará al portal la botella del aguardiente; alguno acabará algo calitrompa». (LG)

Camajuste . Escalera para coger la fruta. Está formada por dos palos convergentes cuyos travesaños, en la fase más estrecha, sobresalen por ambos lados. (VPT)

Cámara. Local alto destinado en las casas de labranza a almacenar los granos y los frutos. (MM) «Incluso te esconderás en la cámara y la abuela, con la mesa puesta y la sopa enfriándose, te reclamará a gritos» (LG)

Canear. Pegar, golpear con la mano, calentar, azotar. (VPT)

Cantero. Canto de pan, de descanterar o descantar, quitar las esquinas del pan. (MM)

Cañamones. Semilla del cáñamo. Costumbre de la segunda amonestación... La familia de la novia invitaba a dos puñados de cañamones tostados, a dos trozos de torta, era hecha con cañamones también, y a otros tantos vasos de vino, a toda la mocedad del pueblo... el resto de familiares se favorecían de las mismas viandas sin medida ni restricción. (VPT)

Capador. El que tiene el oficio de capar (castrar) a los animales. (MM)

Cardelina/o. Jilguero, pájaro. (MM). «En lo de encender la fragua de nuevo no hay nada que hablar en tres semanas, hasta que los cardelinos no abandonen el nido de la chimenea». (LG)

Cascurro. Resto inservible de cualquier utensilio de loza o de metal, sea puchero, cazuela o tazón, al que siempre se daba una utilidad aunque sólo fuera para poner el pienso o el agua a las gallinas. (VPT)

Ceborrero. Deformación hablada de ceporro, cepa dispuesta para emplearla como leña, que se aplica a una persona torpe o tosca. (MM)

Celemín. Medida de capacidad para áridos equivalente a 4,625 litros. 12 celemines = una fanega= 537 m2. Extensión territorial: 12 celemines = a una fanega o 64 áreas aproximadamente. Por extensión recipiente, principalmente de madera. (MM y VPT)

Ceremeño. Peral cuyo producto es la ceremeña, que madura para San Juan. (VPT)

Cernedor. Criba, tamiz. (MM)

Chapeta. Chapa (MM). «La acacia campanuda sombrea a los chavales que tiran la chapeta contra la barbacana jugando al cara o culo». (LG)

Charrador. Parlanchín, que habla mucho. Dialecto aragonés. (MCO) «El Herrero ya está más entonados, charrador, chiribiténdole los ojos». (LG)

Chingueta. Instrumento para tirar agua, o cualquier otra cosa a presión. Entre los niños, la más usual, la componíamos con la caña del saúco, limpia de la médula, a cuyo hueco acomodábamos un palo para que lo penetrara. Después masticando fibra de cáñamo lo metíamos forzándolo para que presionara contra las paredes hasta el fondo, luego con otro tapón del mismo material comprimíamos el aire hasta hacer salir el primero, consiguiendo un ruido y su disparo. (VPT) «Aún no se ha llenado el cabás con el cinturón transparente, la chingueta, el acerico alfileretado de bonis, la diadema…». (LG)

Chorlito. Carámbano, chuzo de hielo que cuelga de los aleros de los tejados. (VPT)

Chumeta. Cotilla. Chismosa. Chafardera. (VPT)

Colodro. Vaso de cuerno que usaban los pastores para ordeñar las ovejas y cabras, o para transportar la sal según las épocas y las utilidades. Cuerna. (VPT)

Cordelero. Liante. Que da cuerda . Metijón y revolvedor. (VPT)

Corvejón. Articulación en las caballerías que responde a las rodillas. Cuando sobre nieve, o sobre barro, andaban con dificultad, decíamos: «Se hunde hasta los corvejones». (VPT)

Cuatro perras. Expresión que significa: por poco dinero. Perra significa: dinero. La perra chica era una moneda de cobre que valía 5 céntimos; y la perra gorda, 10. (MM)

Desbocar. Dejar una caballería de obedecer al freno y echarse a galopar alocadamente. (MM)

Descojonarse. Valorar desmedidamente lo visto o escuchar el dicho desaforándolo y responder a ello con risotadas descontroladas y desvergonzadas. Troncharse, desternillarse. (VPT)

Encandilar. Acercar el candil a los ojos de alguien y deslumbrarle. Suscitar en alguien el deseo de cierta cosa o la ilusión de que va a conseguirla. (MM)

Encerado. Tablero o lienzo pintado de negro o de color oscuro, que se emplea, por ejemplo, en los locales de enseñanza para escribir o dibujar sobre él con tiza. Pizarra (MM)

Enrobinarse. Oxidarse. (MM)

Entamar. Cubrir el montón trillado con el polvillo salido de la parva y barrido en la era; por su menudencia evitaba que la lluvia penetrara en el montón. (VPT)

Entanguillar. Meter en orden. (MM) «Hay que entanguillar la vida como mejor se pueda» (LG)

Eriza. Persona huraña, adusta e insociable. (MM) «La abuela también te había llamado mula terca, cabezona y eriza cuando le diste calabazas rabonas».(LG)

Esbarar. Resbalar. (MM) «Adolfo, el pequeño de la Pitona, se esbara de bola a bola del murete». (LG).

Escobillo/Escobillón. Cepillo sujeto a un mango, usado para barrer el suelo. (MM)

Eslambrío. Muy delgado. Lambreño. (VPT)

Esmotar. Sacar los garbanzos de su cascarabuto, y las guijas, las judías y etc. de la vaina. Cuando aún no se utilizaban los insecticidas, se cogían uno por uno (se esmotaban) los escarabajos de la patata... y se machacaban sobre una piedra. Al despiojar rebuscando entre la mata del pelo, también se denominaba esmotar piojos. A las liendres en las camas y los chinches los socarraban y los mataban con zotal. Desmotar. (VPT)

Espamplonear. Mandar a hacer gárgaras… echar con viento fresco. (VPT) «¿No te parece Elías que llamemos al señor cura? Bufa, espumea, espamplonea a todos» LG)

Estornija. Juego de muchachos consistente en dar con un palo, marro, en el extremo de otro pequeño, estornija, puntiagudo por ambos lados y colocado en el suelo; el golpe lo hace saltar y ya en el aire se le da un segundo golpe que lo hace desplazarse cuanto más lejos mejor, y desde la lejanía a la que llegó, el contrincante, haciendo puntería al devolverlo con la mano, debía llegar hasta la meta donde se colocaba el marro, tocándolo. (VPT).

Galvana. «El lunes: galvana; el martes: mala gana; el miércoles costipau; el jueves: moquitero; el viernes no quiero y el sábado por no faltar, ¿para qué quiero trabajar?» (VPT)

Gamellón. Cajón de madera para la matanza; de gran tamaño, sobre el que se mata al cerdo y dentro de él se pela y limpia. También cajón de madera donde se echa de comer a los cerdos. (La comida y la muerte en el mismo soporte...). Artesón. (VPT)

Gamusino. Animal imaginario para gastar bromas a los forasteros, o a los novatos, en algunos pueblos. Según mis conocimientos, los de Hinojosa son expertísimos en ello. Esta costumbre existe con ligerísimas variantes en otros muchos pueblos. (VPT)

Güeña. Cierto embutido compuesto de vísceras de cerdo y desperdicios de otros embutidos. (MM)

Gulusmear. Curiosear lo que se está guisando, olfatearlo o probarlo.

Hinque. Juego. El de la navaja consistía en tirarla tres veces en cada una de las distintas formas que enumero a continuación, consiguiendo que en cada una se clavase: 1)cogiéndola por el mango, 2)por la punta del corte, 3)colocándola sobre la palma de la mano con las cachas sobre los dedos, 4)la hoja del corte sobre los dedos y las cachas sobre la palma, 5)colocándola sobre el dorso de la mano con la punta del corte mirando hacia la muñeca, 6) colocándola sobre el dorso de la mano con la punta de la hoja mirando a la punta de los dedos; cada vez que se fallaba corría turno. Como se puede comprobar por los juegos, la navajilla era objeto común en nuestros bolsillos. (VPT)

Horno. Colmenar cerrado. Edificio pequeño con una pared orientada al sur, con celdas de madera como colmenas en el interior para las abejas, y con sus respectivos agujeros atravesando la pared, que facilitaban su actividad, saliendo y entrando. (VPT)

Insulso. Insustancial o soso, aplicado a personas o cosas sin gracia o sin interés (MM)

Jajarabá. Juego infantil de correr y pillar. Juego del rescate. (VPT)

Jupa. Lluvia desconsiderada: me ha caído una jupa que «pa qué». Aunque a veces la jupa pueda ser de palos. (VPT)

Lamparillazo. Trago grande de vino o de otro licor. Dialecto aragonés. (MCO). «Tó puede esperar en esta vida, menos una cosa, y no es esa. Así que ¡buen lamparillazo y a disfrutarla, que son cuatro días!» (LG)

Lantero/a y lanterete/a o lanterejo/a. Distintas maneras de denominar a un mozo/a como si fuera viejo/a. Cualquier bicho viviente con edad avanzadeja. (VPT)

Lastra. Terreno erial (lassitus = cansado) aunque en tiempos fuera productivo. (VPT)

Legona/legón. Azada pequeña que se emplea para escardar. (MM)

Maganta/o. Demacrada, triste, preocupada. (MM) «Anda algo maganta esta, don Dimas. Alguno la ha trastornado, eso no se me quita a mí de la cabeza…). (LG)

Malvavisco. Planta malvácea de tallo como de un metro de altura (…) la raíz se usa como emoliente. (MM)

Maula. Persona tramposa o mala pagadora. Holgazán. Persona cobarde o despreciable. (MM)

Miaja/Migaja. Tan poquico que es nada. Ni miaja: nada de nada. (VPT)

Mochones. Cansados, cabizbajo, alicaído, mustio. Dialectalismo aragonés. (MCO) «Se les veía mochones, el Moisés lo tenía dicho». (LG)

Motete. Leguminosa silvestre y autóctona, que crece en los sembrados, cuya semilla la comíamos cuando estaba verde... y cuyo sabor coincide con el de los guisantes. (VPT)

Mureco. Macho ovino, macho de las ovejas. Por extensión poco sociable, huraño. (VPT)

Murrio. Atacado de murria (abatimiento o melancolía). (MM) «Le encontrabas cada vez más apagado, murrio, con ánimos más tristes». (LG)

Nombradía. Circunstancia de ser conocido por mucha gente, celebridad, fama. (MM) «En esto se ve también que Rueda, cuna de obispos, bachilleres, regidores y guardiaciviles, es villa de nombradía y muy principal». (LG)

Pajucero. Montón de paja. Dialectalismo aragonés. (MCO)

Parva. Montón de mies extendida en la era para trillarla o ya trillada. (MM)

Pavesa. Ceniza. (MM) «El Elías empieza a ser una pavesa y quizás sea verdad que todos esperan su muerte en cuestión de horas» (LG)

Pavisoso. Se aplica a una persona sosa, falto de sal, sin gracia. (MM) «Tu primo tan pavisoso y paliducho, siempre hecho un enredica con las muchachas, presumiendo de que tiene una lechería en la ciudad». (LG)

Peoría. Circunstancia de estar peor (MM). «El que está mal, y en peoría, es el Herrero». (LG)

Petar. «Esto peta...» «...ha petau» dicen en Aragón. Reventar, romperse con explosión. Explotar.

Plana. Cara de una hoja de papel.

Prieta. Apretada. (MM) «Darle el crucifijo para que lo sujete con las dos manos prietas, absolverle, bendecirle, rezarle, canturrearle, ungirle, darle a besar la estola…». (LG)

Rasero. Madera que se usaba para ajustar las medidas en los áridos. (VPT)

Rediós. Interjección que se usa para expresar enfado o asombro. (MM)

Remusguillo. Diminutivo de remusgo: barrunto. También viento frío y penetrante (MM).En ciertas partes de Guadalajara se emplea como dolor tenue que queda después de una lesión.

Repecho. Pendiente empinada y corta. (MM) «Todavía a sus años, nació con el siglo, le responden las garras para coronar el repecho final de la cuesta» (LG)

Retor. Tela fuerte de algodón, con la urdimbre y la trama formados por dos cabos, generalmente de color moreno por estar hecha con algodón sin curar y con pequeñas impurezas. (MM).

Sacar de pila. Apadrinar en el bautizo. (VPT)

Samuga. Palos con las muescas apropiadas para una vez atados entre sí se colocaban sobre la albarda de las caballerías para el trasporte de los haces de mies, o de cualquier otra cosa que se atara a un lado y a otro. En el centro de estos palos se ataba una larga y sólida soga para atar lo que se cargara. (VPT)

Samugazo. Azote, golpe. Dialectalismo aragonés. (MCO)

Sandio. Tonto y majadero, se aplica a las personas a la vez faltas de inteligencia e indiscretas o inoportunas. (MM)

Secanita/Secana. Cualquier cosa que está muy seca (Habla popular).

Sobaquillo. Manera de tirar piedras, o de jugar a la pelota con el brazo pegado al cuerpo, sin abrir la axila, con el hombro como eje. (VPT)

Sofaldear. Rebuscar por debajo de las personas, a sus pies, removiendo los estorbos, sean pantalones, faldas y, si en las alcobas, encajes y colgantes de colchas, etc… (VPT)

Soplamocos. Cachete, sopapo. (MM)

Sositaina/sosaina. Soso, aburrido, sin ninguna gracia. (MM). «La Liboria le parece muy sositaina, cenicienta y enfermiza». (LG)

Tajá. Trozo de lomo, chorizo, longaniza o güeña conservada en la orza. Tajada de la orza. (VPT)

Talega. Saco de tela fuerte, largo y estrecho, con capacidad para fanega y media. (VPT)

Talegazo. Caída sin defensas, cuando llevábamos las manos en los bolsillos, por ejemplo. Como si fuéramos una talega. (VPT)

Támara. Carga o medida de leña cuyo peso es de diez arrobas. Leña menuda o desperdicios de madera que resultan de partir leña gruesa o de trabajar la madera. MM)

Tamujos. Ramitas u hojas adheridas al rabo de las olivas o de otras frutas, cerezas por ejemplo, que vienen a la cesta al recogerlas. (VPT)

Tanga. Trozo cilíndrico de madera que se ha de derribar jugando con la cuja. (VPT)

Tanganazo. Trago de jarro grande y todo seguido. Golpe dado con el tanganillo, o con la tanga, también golpe dado a la tanga con la cuja. (VPT)

Tanganillo. Artilugio consistente en un simple palo de determinada longitud colgando de un collar que impide andar a los perros, y se les ponía en época de veda, sobre todo a los galgos. (VPT)

Tarja. Cuadradillo de madera donde con pintes o muescas en cada ángulo se señalaban las compras en la tienda, carnicería etc., llamados pintes, escabacotes, esconces. (VPT)

Tascar. Golpear el lino o el cáñamo con el tascador o espadilla para dejar las fibras limpias. (MM)

Teje. Juego. Cuadriculando el suelo, se echaba sobre el suelo una piedra lisa o un trozo de teja y con el pie a golpecitos, yendo a la pata coja, se le llevaba de cuadrícula en cuadrícula en varias veces: saltando de uno en uno, de dos en dos, en cruzado... todos y cada uno de los cuadros del dibujo. Tejo. Truco. (VPT)

Tizonear. Remover y arreglar los tizones en la lumbre. (MM)

Tomiza. Soguilla de esparto. (MM)

Tontolaba (tonto del haba). Expresión intensiva de tonto. (MM) «Mándala a la capital, no seas tontolaba, es por su bien». (LG)

Trapacero. Se aplica a la persona que usa o arma trapacerías: trampas, embustes, chismes o enredos. (MM)

Trompiquilla. Voltereta. Dar la voltereta, voltearse. Tarivuelco. Caramulleta. (VPT)

Troncho. Tallo carnoso de las hortalizas. (MM)

Unte. Aceite o grasa, resto de fritos o salsas, para mojar, sea más o menos apetitoso. Moje. Unto. (VPT)

Vaina. Apelativo aplicado como majadero, botarate o mequetrefe a un hombre al que se desprecia por su falta de discreción o buen sentido. (MM)

Vilano. Milano, ave rapaz. (MM) «Te escucha en silencio y, en cuanto puede se sale de la fila para coger un vilano-vilano ponte en mi mano, te doy de comer, te vas a la feria de San Miguel» (LG)

Zofra. (ir de zofra). Expresión que se da en Aragón, Soria y Guadalajara para indicar la hacendera o trabajo de utilidad común al que coopera sin cobrar el vecindario de un pueblo. «Quien no quiera ir de zofra mañana que se atenga a las consecuencias» (LG)

Zopenco. Cojo. Tonto y abrutado. (VPT)

Zurriaga. Alondra, pájaro. (MM) «Me decía ella… ¡queseó las ocurrencias! Que si mis manos eran como zurriagas, que si mi voz de trueno…» (LG)

Término recogido en...
LG —La gaznápira.
MM —Diccionario del uso del español, de María Moliner.
VPT —Vocabulario de palabras típicas, de Mariano Marco Yagüe.
MCO —Léxico dialectal en ‘La gaznápira’, de María Concepción Ortiz.

Citas:
1—Etxenike, Luisa. «Cimientos» en Relatos: diez miradas de escritores vascos sobre los días del coronavirus. El Diario Vasco. Bilbao 2020.
2—Seco, Manuel. Prólogo a La gaznápira. Colección Austral. Espasa Calpe. Madrid 1994
3—Barriero, Óscar. Historia de la Literatura Española Contemporánea (1939-1990). Ediciones Istmo. Madrid 1992.
4—Moliner, María. Diccionario del uso del español. 2 vols. Gredos. Madrid 2007
5—Ortiz Bordallo, María Concepción. «Léxico dialectal en La gaznápira de Andrés Berlanga». Archivo de Filología Aragonesa (AFA) Zaragoza 2001.
6—Ugarte García, María del Carmen. «La gaznápira y sus personajes. Una visión a través de los refranes». Calatayud.
7—Marco Yagüe, Mariano. «Vocabulario de palabras típicas. Recogidas en Labros, Hinojosa y en otros pueblos del Señorío de Molina». Cuadernos de etnología. Nº41. Diputación de Guadalajara 2009.
8—Fraile, Medardo. «La gaznápira» en La letra con sangre, Estudios literarios. Ediciones Almar. Salamanca 2001

Este léxico es uno de los contenidos del número 8 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras. Si desea suscribirse o adquirir números sueltos de la revista, puede hacerlo aquí https://suscripciones. archiletras.com/