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15 Ene 2020
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Léxico profesional

Ni el atleta nació en el Atlas ni el empate es una muestra de empatía

Carlos Arribas

Mediado el siglo XIX, antes de que el deporte de competición todo lo transformara, cuando la burguesía surgida con la Revolución Industrial comenzó a tener tiempo libre para aburrirse, los sportsmen no eran deportistas sino señoritos que salían por el campo a divertirse, sin mayor preocupación, como tan magníficamente describe Dickens en sus Papeles del Club Pickwick (justamente, el físico de su protagonista, Samuel Pickwick, esquire, rechoncho, gordinflón, el físico más antideportista, está en el origen de nuestro adjetivo pícnico, de cuerpo gordito, un término que no proviene de picnic, comida ligera, palabra que llegó al inglés y al mundo desde el francés pique-nique, comida en el campo en la que cada comensal aporta un plato o que se paga a escote), si no es la burla de los paisanos. De esta misma necesidad de librarse del aburrimiento de tanto tiempo libre nacieron los clubes deportivos, las sociedades, que comenzaron a organizar actividades deportivas, competiciones, a inventar deportes que empezaron a practicarse, sobre todo en colegios y universidades, y los obreros de las fábricas jugaban al fútbol los domingos.

Los sportsmen de Pickwick play (juegan), verbo que llegó al inglés del holandés pleyen (alegrarse, estar contento), que es el mismo verbo que designa a los músicos tocando un instrumento; como en francés, donde jouer lo hacen a la vez los músicos y los deportistas, pues nace de joer (divertirse, moverse rápidamente), y la joeresse era, en la Edad Media, tanto una bailarina como una música ambulante.

Deporte llega del verbo latino deportare, que significaba tanto divertirse, distraerse, disfrutar (hacer las cosas por deporte, por distracción, el significado que tenía deporte antes de que en el siglo XV los anglosajones le dieran también el de «divertirse haciendo ejercicio físico al aire libre o compitiendo en algún juego»), como trasladar a la fuerza a las personas de un lugar a otro, expulsarlas de un país. En francés, desporter (con el mismo origen latino) tuvo inicialmente el mismo sentido que el inicial español (divertirse), pero cuando llegó a Inglaterra, en el ‘Middle English’ se transformó en disport, y, poco después, por una aféresis a la que se mantuvo ajena el español, se hizo sport. Y ya con esa grafía y con el significado nuevo de hacer ejercicio físico, la tomaron prestada para siempre los franceses de los ingleses, que todo lo relacionado con el deporte lo exportan, hasta el doping, aunque lo inventaron los holandeses.

Los holandeses tenían el doop (salsa espesa, palabra nacida del dip inglés, sumergir en líquido), que el inglés americano adoptó a principios del siglo XIX como dope (salsa, cualquier líquido espeso). A finales del XIX, cuando se disparó el consumo de opio, presentado para fumar en forma semilíquida, tomó el significado de «narcótico» (y también el de estúpido, quizás por el atontamiento que producía el opio en sus fumadores). A finales del XIX también el dope (verbo) y el doping (sustantivo derivado que en español, por influencia del francés dopaje, decimos dopaje) llegan al vocabulario deportivo a través de las carreras de caballos con el significado de tomar o administrar una droga con el objeto de influir en el rendimiento. Curiosamente, a los caballos los dopaban en los hipódromos más para que corrieran menos (cuestiones de apuestas) que para acelerarlos. De los caballos pasó al ciclismo, cuyas carreras a principios del siglo XX también estaban controladas por los apostadores.

La comparación entre ciclistas y caballos de carreras se mantiene, y no solo porque el último gran escándalo de dopaje mundial lo protagoniza justamente un caballo, Justify, el potro que acaba de ganar la triple corona americana (Derby de Kentucky, Preakness Stakes y Belmont) y que, se sabe después, dio positivo en un control antes del Kentucky. También en ocasiones se les droga sin que ellos se enteren y se les exige y azota como si fueran bestias, y el cada vez más extendido, en todos los países, del término inglés team para designar a los equipos no hace sino hacer crecer la analogía. El sustantivo equipo llegó al español del équipe francés (grupo de personas unidas por una tarea y, ya desde 1912, grupo de personas practicando un mismo deporte), y este nació de équipage (tripulación de un barco), derivado verbal de équiper (dotar a un barco de todo lo necesario para navegar: velas, material, personas), palabra con origen en el indoeuropeo skei (dividir, cortar), que por un lado da el prefijo esqui, como en esquizofrenia, y por otro, a los antiguos alemanes les dio skif (árbol cortado y vaciado para hacer una canoa). De ahí al schip holandés, al esquife español y al ship (barco) inglés no hubo más que un paso. En francés, eschiper cobró el significado de abordar, hacerse a la mar.

El team inglés tiene un origen más prosaico, básico y significativo (para lo que son ahora los equipos): viene del Old English team, que se usaba tanto para designar a la familia, a la progenie, como al conjunto de animales uncidos juntos al yugo.

Del indoeuropeo kar (empujar) nació el car (coche) de los ingleses y el currus de los latinos (carro), que la aprendieron de los galos cuando conquistaron su territorio, donde los llamaban carros. Del currus nació la carraria latina, origen de carrera (espacio que debían recorrer en el circo los carros y los caballos) y surgió también currere (cursus, participio pasado), correr por una carrera, por una pista establecida. Los movimientos y la competición básicos de cualquier deporte —carrera (course en francés, corsa en italiano, cursa en catalán, nacieron de un derivado posterior latino, corse, expedición militar), competición de andar deprisa desde la Edad Media y correr (courir, en francés; correre, en italiano; correr, en catalán), andar deprisa— se han establecido, curiosamente, en español, sin haber pasado antes por el inglés, el idioma que nutre la terminología deportiva de la mayoría de los idiomas occidentales. En lo básico, pues, las lenguas latinas se han mantenido indiferentes al inglés, que, delatando su origen anglosajón, prefiere los monosílabos tan sonoros que son casi violentos, run (correr), del indoeuropeo rei (fluir, como en el panta rei de Heráclito); race (correr, carrera), del germánico rasen (arrasar), y ride (cabalgar, montar en bicicleta, conducir un coche…), del antiguo sajón ridan (ser transportado sentado).

A los atletas les gusta pensar que está en Atlas, nada menos, el titán que sostiene el cielo sobre sus hombros, el origen de su nombre y el deporte que practican, el atletismo, pero no fue así, lo que en el fondo no está nada mal para ellos, pues no sería precisamente el mejor padrino. Atlas fue, sobre todo, un titán un tanto tonto que, como mucho, ha dado nombre a las colecciones de mapas desde que Mercator colocó su estampa en la portada del libro que contenía los mapas que dibujó en el siglo XVI, a una cadena montañosa y a un océano, pero no a algo tan importante como el atletismo. Atlas perdió una guerra con Zeus, que le condenó a sostener el cielo; se dejó petrificar por Perseo (y de ahí nace el Atlas, el macizo montañoso del actual Marruecos) y hasta le engañó Hércules, quien después de prometerle que sería él quien sostendría el cielo en su lugar a cambio de sus manzanas doradas le pidió que se lo sujetara un momento mientras iba a buscar un cojín para que no se le clavara en la espalda. Evidentemente, Hércules se fue sin cielo y con las manzanas. Así que los atletas deberían agradecer que su nombre, tan antiguo que ya apareció en la Iliada, pues atletas eran los luchadores griegos que participaban en los Juegos Olímpicos, provenga del griego athletes (el que compite por un premio), palabra relacionada tanto con athlos (lucha, combate) como con athlon (premio). Del griego pasó al latín como athleta, con el significado de luchador o competidor. Fueron los ingleses los que inventaron en cierta forma el atletismo, codificándolo y dotándolo de reglamentos, los que le dieron el significado preciso con que llegó desde las Islas Británicas a España,

Francia, Italia y otros países (no a Estados Unidos, donde el atletismo no se llama athletics, como en el Reino Unido, sino Track and Field, y un athlete es un practicante de cualquier deporte, no solo de atletismo. Exeter College, en Oxford, organizó en 1850 el primer mitin de atletismo en el Reino Unido.

Beata la ignorancia, debería alabar el gregario ciclista que no sabe que la designación popular de su oficio de ayudar a su líder, trabajar para él, acompañarle mientras orina en una cuneta, esperarle cuando pincha y darle de beber y comer tiene un origen tan escasamente glorioso que le remite directamente a la categoría de oveja feliz en su rebaño. Del latín grex-gregis (rebaño) los romanos derivaron gregarius para designar a los soldados rasos de sus legiones. Los italianos ampliaron el significado de gregario a «perteneciente a la multitud» con una clara connotación peyorativa, y, en la primera década del siglo XX, cuando el gran desarrollo del ciclismo como deporte inventó el Tour de Francia y el Giro de Italia, los franceses adoptaron los términos coéquipier (compañero de equipo, derivado de équipier, miembro de un equipo) y domestique (del latín domus, casa, hogar, persona empleada para el servicio de una casa y también hombre dedicado al servicio de un gran personaje) para designar a los corredores del montón. El español prefirió importar la designación italiana, entre otras cosas porque ya en su diccionario figuraba gregario para designar tanto a los animales que viven en rebaño o en manada como a las personas que siguen ciegamente ideas o iniciativas ajenas.

Consuélese el ciclista así designado, porque solo habiendo sido gregario se puede llegar a ser egregio, palabra que significa ilustre o insigne y que partiendo del mismo grex-gregis latino significa, etimológicamente, «aquel distinto de la multitud» o aquel que deja de ser gregario, y se usó inicialmente aplicado a las víctimas destinadas al sacrificio, que debían ser, según el ritual, «íntegras, intactas, egregias, eximias y elegidas entre los animales más bellos, sin mancha y nunca uncidos al arado».

Para ser egregio, un ciclista deberá demarrar (del francés démarrer, romper amarras), otro término, como équipe, de origen marino: amarres, amarras, cuerdas para sujetar el barco en puerto, tomado en préstamo del neerlandés aenmarten, atar, y romper las ataduras que le ligan al pelotón, gran grupo de ciclistas en competición, que llega del francés peloton, pequeño ovillo de lana, de hilo, diminutivo de pelote, proveniente del latín pilotta, a su vez, diminutivo de pila (bola). En Francia, en el siglo XVI se usa peloton para designar a un grupo de soldados en armas, tropa, y en 1855 entra en el léxico deportivo a través del hipódromo, significando el grupo más grande de caballos en una carrera. La analogía con un pelotón de ciclistas no tarda en producirse, y ya está documentado su uso en francés en 1884, pocos años después de la invención de la bicicleta. En España, su uso para las carreras ciclistas desplaza a partir de mediados del siglo XX al pelotón con el significado de pelota grande, balón de fútbol, que hizo famosa la frase «¡A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo!».

El ciclista (del francés cycliste, el que compite en carreras de bicicleta, que proviene del griego kyklos, rueda, palabra que con el prefijo latino bi-, dos, da origen a la bicicleta) que demarra puede hacerlo en llano, por pura velocidad y fuerza, y lo hará saltando como un muelle, esprintando, anglicismo desde sprint (del antiguo noruego spretta, saltar, en sueco spritta, salir disparado, sobresaltado, como hace aquel que recibe un susto), que en el Reino Unido, desde 1871, tiene el significado de «correr una distancia corta a toda velocidad», si es subiendo hacia un paso entre montañas o puerto (del latín portus, abertura o paso que permite el transporte). Si estuviera en Francia, ascendería un port o un col, del latín collum, cuello de camisa, y, por analogía, parte estrecha de un recipiente y, también, depresión entre dos espacios elevados; en Italia, superan un passo montañoso o valico (del verbo valicare, pasar de una parte a otra, especialmente superando montañas), que, como se sospecha de varices, de etimología incierta, proviene del latín varicare (caminar), convertida la primera erre en ele como en pellegrino por peregrino. Los italianos también tienen colle, palabra que no significa lo mismo que col, sino, proveniente del latín collis, y este del griego kolone, túmulo, columna, pequeña elevación del terreno con ligera pendiente hacia la llanura normalmente cultivado con huertos y árboles frutales, y su diminutivo es colline (colina). Y si la elevación supera por poco la colina ya se llama poggio (como el Poggio que decide la Milán-San Remo), que procede del latín podium, realzo, altura, en forma de pie, balcón, adonde llegó desde el griego podion, genitivo podos, pie. El escalador (el que asciende con escalas, del latín scala —de scandere, subir— adjetivo que llega del lenguaje militar, de scalare en italiano, conquistar por sorpresa o por la fuerza las murallas enemigas), trepará por empinadas rampas (de raíz germánica ramp, en inglés ramp; en francés, rampe, que originalmente significaba zarpa con garras, y, por similitud, y por influencia del francés ramper, agarrarse para impulsarse, pasó a significar subida tan empinada que para subirla es necesario utilizar brazos y piernas, y hacer fuerza con las manos también; de la misma raíz, en francés surgió grimper, trepar, como trepan los grimpeurs franceses el col del Tourmalet en el Tour de Francia). Y todos, escaladores y sprinters, por supuesto, deberán evitar el desfallecimiento o pájara. Este sustantivo, tan español, no es el femenino de pájaro, sino que llega de paja, el tallo hueco de las gramíneas, procedente del latín palia y este del sánscrito palas, moverse, agitarse, como se mueven los campos de cereal, con sus tallos tan débiles que no oponen resistencia, como los ciclistas que se bambolean sin fuerzas y ciegos. Que esta etimología no es muy absurda lo delata el hecho de que en varios países de Suramérica (Chile, Argentina), la palabra paja significa cansancio, pereza: andar con paja, me da paja hacer. De la misma paja sale payaso, vía el italiano paglia (paja): pagliaccio es un saco relleno de paja que sirve de almohada y también, en el viejo teatro italiano, una máscara de bufón cubierto de una larga vestimenta en tela de saco que daba al personaje que la llevaba el aspecto de un pagliericcio (colchón de paja), y, por metonimia, el personaje acabó siendo llamado el pagliaccio.

El fútbol los ingleses lo juegan dando patadas con el pie a un ball, balón (del ‘Old English’ beall, diminutivo bealluc, testículo, de donde procede el actual ballocks) y lo denominan football (textualmente piebalón; foot, pie, llega desde el ‘Old English’ fot, y este del indoeuropeo ped, que en latín se transforma en pedem, en francés en pied y en español en pie). Fracasada la castiza denominación-traducción textual balompié, en España el football es el fútbol, su transcripción exacta, mientras que en Francia no se han esforzado ni en eso y lo llaman football, mientras que en Italia, desde el siglo XIII, quizás porque más que patadas dan coces, lo llaman calcio (patada dada con el pie, coz, del latín calx, calcis, calcáneo, talón, de donde nace también el calcetín, el calzado, las calles y la calceta; y del mismo calx, calcis latino, que también significaba guijarro, salieron la cal y, a partir de 1808, año en que fue acuñado, el calcio como elemento químico). En Italia los calci no se los dan a un balón, sino a una palla (que significa balón y también bala), y que les llegó desde el alemán antiguo bal, cosa redonda (en el origen también de bala de paja y embalar, que llegaron al español desde la balle francesa, bala, balón y fardo de mercancías).

Para distinguirlo de su deporte nacional, el llamado fútbol americano (el primer partido con reglas se jugó en la Universidad de Princeton el 6 de noviembre de 1869, y lo llamaron foot-ball), en Estados Unidos se apropiaron del slang, jerga, inventado por los escolares ingleses de finales del siglo XIX, que lo llamaron soccer (socca, en 1889; socker, en 1891, y soccer, en 1895) como abreviatura de association (grupo de personas organizadas con un objetivo común, del latín socius, compañero, aliado), pues entonces, para distinguirlo del rugby (Rugby Football), al fútbol lo llamaban Football Asocciation. Normalmente, estas abreviaturas se formaban con las tres primeras letras de la palabra (al fútbol rugby lo llamaban rugger), pero, quizás, dado el significado de ass (culo, las tres primeras letras de association), no hubo ballocks para hacerlo.

El fútbol lo llevaron a las islas británicas los legionarios romanos, que se juntaban a cientos para darle patadas a un balón de forma tumultuosa, sin estar divididos en equipos, pero
hasta 1400 no fue denominado fútbol. Un partido equivalía a un motín; tanto jaleo generó que James III de Escocia prohibiera su práctica en 1424; y, para Shakespeare, llamar a alguien football player (futbolista) era insultarlo. Solo en el siglo XIX comenzó a limitarse el número de jugadores por partido y a jugarse en equipo. Se convirtió en el deporte único de las muy exclusivas public schools (colegios privados).

En 1862, el colegio de Charterhouse inventó sus propias reglas, que un año después fueron la base del primer reglamento del Football Association, cuando un comité de las siete principales private schools (Eton, Harrow, Marlborough, Rugby, Shrewsbury, Westminster y Charterhouse) las convirtió en únicas. Ocho años más tarde, nació la Copa de Inglaterra. En 1886, las cuatro federaciones de fútbol británicas (inglesa, galesa, escocesa y norirlandesa) fundaron la International Board, el organismo que estandarizó e hizo internacionales y únicas las normas británicas y que aún tiene todo el poder como guardián del reglamento (la FIFA, Federación Internacional de Fútbol Asociación,
nació en 1904).

Gana un partido el equipo que más goles encaje en la portería rival, defendida por su guardameta, portero, arquero o cancerbero, siempre que el árbitro y sus linieres le concedan validez. Y todo ello, de acuerdo con las normas escritas y vigiladas por su federación correspondiente. Es este concepto, federación, al que Robespierre dio valor revolucionario en 1789 como alianza de pueblos, y lo tomó del latín foederare, coaligar, procedente de foedus, liga basada en confiar en el de al lado, en tenerle fe —el que quizás más ha pervertido la realidad actual, visto en qué cavernas de corrupción y tiranía se han convertido las grandes federaciones deportivas.

Los ingleses inventaron el rugby también, e hicieron suyos términos franceses, como touche (toque, del juego del pillar, pierde aquel a quien se toca, está muerto), que es el espacio que rodea por las bandas, líneas de touche, y por los fondos, líneas de but, el terreno de juego del rugby y el fútbol americano. Son zonas en las que no se puede jugar: por eso, en el rugby, el saque de banda del fútbol es el saque de touche, y en el fútbol americano, el ensayo (de essai y del latín exagium, ponderar, pero que en el teatro romano significaba sacar de dentro, como hacen los actores para construir sus personajes, palabra con la que los franceses tradujeron el try, intento, de los ingleses), que consiste en posar el balón en la zona más allá de las líneas de goal, se llama touchdown. Como el rugby llegó a España o bien del contagio en las zonas fronterizas con Francia (Cataluña, País Vasco) o bien de mano de los profesores de los colegios religiosos de órdenes francesas o de los liceos franceses, el vocabulario de este deporte en España está construido a partir de los términos franceses y no de los ingleses.

El francés es una isla en un mar etimológico de predominancia inglesa en el que los términos en los que el español se basta son islotes. Son pocos, pero alguno, como empatar, nos
lleva a través de su origen a regiones hermosas. Tie, en inglés atadura y, también, corbata, del ‘Old English’ teag, cuerda; pareggio, en italiano, del par latino y del antiguo italiano pareja; match nul, en francés, para quienes empatter es ponerle patas a algo, del latín nullus, ninguno, sin valor, sin importancia, el empate no se inventó en España alargando hasta la metáfora la empatía —ponerse en el lugar del otro, sufrir y alegrarse como si fuera él—, de manera que decirle al rival te empato vendría a decir, soy tú, sino tirando del latín pax, pacis, paz, del que salen los italiano patta —paridad, pactado— e impattare, estar en paz, estar de acuerdo, estar igualados. Mejor así, aunque habrá cínicos, claro, que recuerden que la única paz la ofrece la victoria. Pero todos sí que estarán de acuerdo en que el sentido más auténtico de lo que todos buscan en el deporte, los que lo practican y los que lo contemplamos admirados, nos lo da el record (registro, la mejor marca en una competición o en el mundo o en un país), que proviene del latín recordari, memorizar algo para que no se olvide, y que, como procede de cor, cordis, corazón, significaría textualmente, restaurado en el corazón.

 

La paradoja del tenis

Tenis

Los ingleses codificaron, regularon o inventaron la mayoría de los deportes que se practican en la actualidad, y para bautizarlos utilizaron en muchas ocasiones palabras de origen griego o latino que en España y en otros países se utilizaban para designar otros objetos o procesos. Al importar los deportes procedentes del Reino Unido, todos los países importaron con ellos sus denominaciones. Un ejemplo muy esclarecedor de todo ello es el vocabulario del tenis, deporte de origen francés, desarrollado en Inglaterra a finales del siglo XIX y con una terminología afrancesada que los franceses solo asumieron cuando les llegó desde las islas.

La palabra tenis proviene del francés tenez (imperativo de tenir, tener), la palabra de advertencia que el que sacaba lanzaba al oponente, ten, para que este estuviera en guardia, en el antiguo antecedente del tenis, llamado en Francia jeu de paume* (juego de palma, pues antes de jugarse con raquetas se golpeaba a la pelota con la mano desnuda, con la palma), deporte medieval que practicaban reyes y nobleza. En 1325, los caballeros franceses lo exportaron a Florencia, donde comenzaron a llamarlo tenez; 50 años más tarde, cuando los reyes ingleses comenzaron a jugar al jeu de paume lo llamaron te’netz y te’neys, que es como pronunciaban el francés tenez y que acabó asentándose finalmente como tennis. En 1874, una versión más popular del deporte comenzó a practicarse en el Reino Unido, con una cancha más pequeña y al aire libre (el jeu de paume y el primer tennis, luego conocido como real o royal tennis para diferenciarlo), a la que llamaron lawn** tennis (tenis sobre hierba). En 1875, el All England Croquet Club construyó pistas en los prados que poseía en Wimbledon y fijó las dimensiones que debían tener y las reglas del deporte. Dos años más tarde se disputó el primer torneo.

En francés, idioma del que se origina el nombre del deporte, solo empezaron a llamar tennis al tenis cuando los ingleses exportaron su deporte, cuyo vocabulario tiene, además, mucha influencia francesa:

Raqueta. Llega al inglés racquet desde el francés antiguo rachette, que nace del rachete medieval (carpo de la mano, conjunto de huesos que conforman la muñeca), que llegó al francés vía el español raqueta, y todo originado en el árabe raha o rahat (palma de la mano). Y cuando el tenis inglés invadió el mundo, el español tomó prestado su vocabulario y le dio a la vieja raqueta, término anatómico en desuso, el significado de «instrumento formado por un mango y una superficie oval, un bastidor con una red de cuerdas tensadas, que se emplea para golpear la pelota en el tenis u otros juegos».

Love. Se apunta un juego de tenis el jugador que gane cuatro puntos que, siguiendo los marcadores del jeu de paume se cantaban en un principio de 15 en 15 (15, 30, 45: fifteen, thirty, forty five, el punto ganador no había necesidad de cantarlo). Para simplificar y dejar todos los puntos en dos sílabas, en inglés los árbitros que cantaban las puntuaciones abreviaron el forty five, dejándolo en forty, 40. Una peculiaridad, también nacida en Francia, es que el árbitro que canta al público cómo va la puntuación no usa las palabras habituales zero, nil, nothing para anunciar la puntuación del jugador que no consigue punto, sino la palabra love, que se escribe y se pronuncia igual, pero que no tiene nada que ver con la que originada en el indoeuropeo leubh (preocuparse, desear, amar) dio liebe a los alemanes, love a los ingleses y libido (deseo sexual) a Freud a través del latín libido (lujuria). El love del tenis tiene un origen bastante más prosaico: en el jeu de paume, el redondo cero se cantaba l’oeuf (el huevo), cuya pronunciación a los ingleses les sonaba más a love que a ninguna otra palabra que conocieran.

Deuce. El empate a 40 se canta como deuce, término que los españoles oímos como yus y que también, desde el indoeuropeo dwo (dos), pasando por el francés antiguo deus (moderno deux) llegó al inglés medio (siglo XV) como dews y designaba al dos de los dados (dice) o de la baraja. La ortografía deuce nació de un deseo de asimilarlo a dice (dados). Cuando el árbitro canta deuce quiere decir, en realidad, no tanto empate como que uno de los dos jugadores necesita dos puntos más para ganar el juego. Como el dos era el número más bajo, y como el deus se aproximaba en cierta forma a dios, la exclamación deuce! tuvo valor de blasfemia en el siglo XVIII británico.

Set. La puntuación de un partido de tenis se divide en sets al mejor de seis juegos con dos de diferencia. El set inglés (conjunto de juegos) llega al tenis desde el francés set, conjunto de cosas diversas, surtido, que nace de sete (grupo de personas del mismo credo), deformación popular de secte (secta), originada en el latín secta (línea de conducta, partido, escuela), que proviene de secuta, perfecto femenino del verbo sequi (seguir), y de ahí, también, séquito, por ejemplo.

* Paume. Proviene del griego palame, latín palma, que designaba la parte plana de la mano con los dedos extendidos y, por analogía, las patas de los palmípedos y las hojas de las palmeras. De palma nació también en Francia palmarés, el término que designa el historial de victorias de un deportista. El origen reside en que en la Grecia y la Roma antiguas se premiaba con palmas a los vencedores de las competiciones. En latín palmares es el plural de palmaris, que significa «el que merece una palma».

** Lawn. En inglés, extensión de hierba. Proviene del ‘Middle English’ launde, que lo tomó del francés lande, extensión de tierra pobre y sin cultivar donde solo crecen plantas silvestres. En español, landa. ¿Quizás, en vez de llamarlo tenis sobre hierba, deberíamos traducir lawn tennis como tenis de landa?

 

Algunas etimologías deportivas

 

G50GED Golf – Eurobet Seve Ballesteros Trophy 2000 Tournament – Sunningdale

Aficionado. Deportista no profesional. Del latín affectio, querer con afecto, cariño. En italiano, al amateur o aficionado se le llama dilettante, el que se deleita con una afición, del latín delectare.

Alineación. Como los ejércitos en las batallas, los futbolistas se dividen en líneas por delante del portero, defensas, centrocampistas y delanteros. La alineación (del latín linum, como línea), la elección de los futbolistas que formen las líneas y la disposición táctica (del griego taktike, poner en orden las cosas y, en el ámbito militar, arte que enseña a formar, disciplinar y ordenar un ejército y a moverlo en presencia del enemigo) de un equipo las decide su entrenador, textualmente, el que arrastra a alguien como un tren, o, en inglés, coach. Ambos términos tienen su raíz en máquinas que arrastran o transportan. Entrenar llega del inglés train (inicialmente manipular para dar el orden y tamaño deseado a las ramas de los árboles; después, por analogía, «disciplinar, enseñar, llevar a alguien al estado deseado mediante la instrucción») y este del francés traîner (arrastrar, camino, senda) y del latín vulgar traginare, surgido de trahere, tirar, formado desde tractus, participio pasado de trahere (arrastrar). Antes de que se inventaran la locomotora y la vía férrea, en francés, train significaba hilera de bestias que transportan mercancías, y su derivado, entraîneur, entrenador, el que tiraba de ellas. El entraîneur, en ciclismo, es la persona en moto que lleva tras de sí a un ciclista en las competiciones de fondo en velódromo. Coach, carruaje de cuatro ruedas cubierto, llega al inglés del francés coche, la pronunciación que daban en Francia al alemán kotsche y al húngaro kocsi, que significa textualmente «de Kocs», la ciudad húngara en la que tal tipo de carruaje fue construido por primera vez. En inglés coach significa tanto autocar como entrenador, instructor, sentido que adquirió en el uso de la palabra en la jerga de los estudiantes de la Universidad de Oxford para designar al tutor privado que «transporta, conduce» a un estudiante durante un examen. De 1861 hay constancia de que también se usaba coach con el significado de persona que entrena a deportistas para una competición.

Alpe. No es el pico, sino el prado más elevado de una montaña, sus pastos.

Amateur. Aficionado, del latín amare, amar, el que practica el deporte por placer y no por dinero.

Arbitro. En los tiempos en los que se castellanizaban directamente los términos futbolísticos ingleses, se gritaba ¡aut! (de out) cuando la pelota se iba fuera y al fuera de juego se le decía órsay (de off side, en el lado equivocado), el árbitro era el réferi (de referee, relator que examina las peticiones de patentes, y esta del latín referre, de re-, atrás, más ferre, llevar, relatar una historia remontándose a sus orígenes; en 1820 se registró por primera vez su entrada en el léxico deportivo, como autoridad cuya decisión dos partes en disputa se comprometen a aceptar). De esos tiempos aún subsiste el uso generalizado de llamar al saque de esquina córner (corner kick, dicho en corto). Kick, patada, llega al inglés del escandinavo kikna, doblar la rodilla, y corner, intersección de dos calles o dos muros, esquina, del latín cornu, cuerno, y este del indoeuropeo ker, cuerno, cabeza. Tanto el español como el francés como el italiano mantienen, sin embargo, la denominación de árbitro (del latín arbiter, acusativo arbitrum, ante el que se va, figura que en Roma primero significaba testigo de un hecho y poco después el de persona designada para decidir un litigio entre dos partes) para la máxima autoridad del juego.

Archery. Deporte regulado en 1780 en Leicester, similar al tiro con arco. En inglés el arquero se llama archer (préstamo del francés, 1297), aunque el arco se llame bow, curvo. En España, arco, del latín arcum, curvado, doblado.

Ariete. Porque strike significa asestar un golpe, golpear con un proyectil, en inglés llaman striker al delantero centro, el encargado de golpear con el balón las redes del equipo contrario; para no quedarse cortos en el empleo de la fuerza, el fútbol español tradujo striker por ariete, arma de ataque consistente en un robusto tronco de árbol que se balanceaba y con el que se golpeaban las puertas de las murallas hasta derribarlas. El origen de la palabra es el latín aries, arietis, carnero, animal conocido por su forma de embestir con la cabeza. La analogía la completa la gran piedra que se incrustaba en la punta del tronco para aumentar su masa y su inercia, y que a veces se labraba en forma de cabeza de carnero.

Bádminton. Deporte que toma el nombre del palacio de los duques de Beaufort en Gloucestershire, en el Reino Unido. Allí, en su casa de baños, los oficiales del ejército que volvían de la India jugaban, en 1873, el juego del volante, pasado de moda.

Baloncesto. Traducción directa al español del inglés basketball (de basket, cesto, del anglofrancés del siglo XIII bascat) deporte inventado en Estados Unidos en 1891 por James Naismith, instructor deportivo de la Asociación Cristiana de Jóvenes YMCA en Springfield, Massachusetts. Curiosamente, mientras en inglés se llama basket tanto al aro con red por el que hay que introducir el balón como a la propia acción de introducirlo, en español no se les denomina cesto o cesta (del latín cista y este del griego kisté, cesto profundo de mimbre), sino su sinónimo canasta (del latín canistrum y este del griego kanastron, de kanes, canna en latín, caña, cálamo, junco, pues era un cesto armado de cañas trenzadas para llevar mercancías sobre la cabeza), quizás por influencia del italiano, donde al baloncesto lo llaman pallacanestro (baloncanasto).

Balonmano. Traducción directa del alemán handball (hand, mano, del gótico handus). Deporte de equipo codificado a finales del siglo XIX en Escandinavia y Alemania, cuyas primeras reglas escritas se fijaron en Dinamarca, en 1906, por el profesor de gimnasia Hoger Nielsen, y las modernas en Alemania, en 1917.

Bat. Estaca (como el stick inglés, de origen germánico, stecken) para golpear personas y, en su uso deportivo, pelotas en deportes como el béisbol o el cricket. Del inglés bat y este del ‘Old English’ batt (porra), influenciados por el francés batte (mano de mortero) y este del latín batere, aplastar como se aplasta el pesto y el pisto en el mortero. Y todo del indoeuropeo bhat, golpear.

Beísbol. Baseball, deporte inventado en 1839 por Abner Doubleday en Cooperstown, Nueva York. Base (del latín basis, cimiento, y este del griego basis, escalón, pedestal, base de estatuas y edificios), cobró en inglés el significado de línea inicial o final de una carrera desde el siglo XVII inglés; y el sentido de una de las tres bases del béisbol (base = lugar seguro) data del siglo XV. En el siglo XIX, los militares comenzaron a llamar base al territorio seguro, a veces en territorio enemigo, desde el que se podían lanzar operaciones.

Boxeo. Del inglés box, golpe, sustantivo anterior al verbo posiblemente relacionado con el holandés boke, el alto alemán buc y el danés bask, y todos significan golpe. Los combates de boxeo, en los que dos personas se golpean por encima de la cintura durante un tiempo limitado con guantes acolchados se desarrollan sobre un ring, que en inglés antiguo es el espacio circular que dejan libre los espectadores que quieren contemplar una lucha, una pelea. En español, dado que los combates reglamentarios se disputan en un ring cuadrangular, se dice que se disputan en el cuadrilátero.

Cancha. Recinto en el que se practica un deporte, terreno de juego. Palabra llegada al español desde América, de origen quechua: kancha, recinto cerrado.

Canoa. De cana (cavar, vaciar) + oua (árbol), barca excavada en el tronco de un árbol con la que navegaban los caribes cuando Colón los vio en América. En el deporte de piragüismo, la canoa es la piragua que se maneja con un solo remo (de rama), que el remero maneja apoyando una rodilla en el fondo de la barca.

Cricket. Deporte nacional inglés, como el béisbol, que juegan 11 deportistas por bando con bates, pelotas y defienden wickets (puertecillas que hay que alcanzar con la pelota, del antiguo francés guichet, ahora taquilla), y que se desarrolló a finales del siglo XVI. Toma su nombre del antiguo francés criquet, bastón, poste, y este del flamenco cricke, bastón (de ahí salió el inglés crutches, muletas).

Driblar. Regatear, hacer avanzar el balón con pequeños toques del pie sin perder el control y esquivando a los rivales (en baloncesto y en balonmano el dribling o regate se efectúa botando la pelota), término que llega del inglés dribble, caer gota a gota, de drip, gotear, que en 1863 empezó a significar regatear (del italiano rigattare, competir, disputar, vender al retail, en el origen del regateo en los mercadillos, las regatas en los canales de Venecia, y, con el sentido competición en maestría, el regate futbolístico) en fútbol.

Esgrima. El origen del scrimmage inglés está también emparentado con el italiano scrima, arte de manejar la espada, esgrima (arte del combate con arma blanca, espada, florete o sable), deporte que en Francia se denomina escrime (de escremir, combatir) y que curiosamente, en Italia llaman scherma (del antiguo alemán scirm, escudo), acto de schermire, manejar la espada.

Eslalon. Del inglés slalom y este del noruego slalam, carrera sobre esquís, literalmente pista en pendiente, de sla, ladera, más lam, pista.

Espada. Arma blanca de hoja ancha, larga y de dos filos, del latín spatha y este del griego spathe.

Esquí. Del noruego ski y del noruego antiguo skid, gran zapato para la nieve, trozo de madera, tronco. Deslizarse sobre esquís es esquiar, y esquí es el deporte que practican los que esquían.

Flecha. Del francés flèche, de origen germánico. Holandés, vlieke, del alemán fleukkon, volar, y de aquí fly. Desplazó a saeta, del latín sagitta.

Forete. Arma similar a la espada de hoja cuadrada y flexible terminada no en punta sino en un botón de cuero con parangonado al capullo de una flor que se usa en la esgrima. Del francés fleuret y este del italiano fioretto, diminutivo de fiore (flor) y del latín flos, florem.

Fórmula1. En automovilismo, la fórmula (del latín formula, formulario, esquema, contrato, regulación) es el conjunto de regulaciones que los coches deben acatar para competir en carreras. La fórmula 1 fue el nuevo conjunto de normas implantadas por la FIA, la Federación Internacional de Automovilismo, en 1946, después de la Segunda Guerra Mundial. El primer Grand Prix (del francés prix, precio y, también, premio, recompensa, y por extensión, carrera en la que se entrega un premio al ganador, es una expresión que deportivamente se utilizó por primera vez, con el significado del premio más grande, en referencia al Grand Prix de París, carrera de potros de tres años que se disputa cada mes de junio en el hipódromo de Longchamp. Su origen es el latín pretium, valor de una cosa) de fórmula 1 se disputó en Turín, en 1946, pero hasta 1950 no se creó el campeonato mundial actual.

Gimnasia. Del latín gymnasticus y este del griego gymnazein, figuradamente ejercitarse o entrenarse en el gymnasion, edificio público en el que se practicaban ejercicios atléticos, escuela de gimnasia, y en cuyos soportales se impartían lecciones de literatura y filosofía peripatéticas (caminando, del griego peripateo, yo paseo, forma por peri-, alrededor, y pateo, voy, camino, doy pasos, raíz de la que sale patos, paso, pie), y, literalmente, entrenarse desnudo, pues la palabra se forma a partir de gymnos, desnudo.

Gol. De goal, entra en el inglés en la década de 1530 con el significado de punto final de una carrera, meta. El término aparece por primera vez en un poema inglés del siglo XIV, con grafía gol y con el significado de frontera, límite. Probablemente derivado del ‘Old English’ gal, obstáculo, barrera. En la década de 1540 cobró el sentido de «lugar en el que el balón marca puntos» y el sentido figurado de «objetivo de un esfuerzo». En Francia, al gol le llaman but, término de uso militar, objeto al que se apunta para alcanzarle con un proyectil. Por extensión designa a un punto en el espacio al que se quiere llegar y, consecuentemente, en deportes, al punto marcado cuando se alcanza ese lugar en el espacio. Nace en el siglo XIII como bute, tronco de leña, y adquirió el significado de diana porque probablemente los arqueros practicarían su puntería apuntando con sus flechas a butes. Por metonimia, tanto goal, en inglés, como but, en francés, significan también portería, lugar en el que se debe encajar el balón para conseguir un gol, y por ello, portero en inglés es goalkeeper y en francés gardien de but (los que protegen el goal y el but, respectivamente).

Golf. Del escocés gouf y este del holandés colf, palo para golpear, estaca. El deporte nació en el siglo XIV y la palabra golf se menciona por primera vez en 1457, al mismo tiempo que fútbol, en una ordenanza escocesa de juegos prohibidos.

Green. Espacio del campo de golf con la hierba muy cortada en la que se encuentra el agujero en el que hay que embocar, colar por su boca, la bola. Del ‘Old English’ grene, el color de las plantas vivas, de raíz indoeuropea ghre, crecer, volverse verde, la misma de la que surge grass, hierba, y que cobra en 1200 el valor de «cubierto con hierba o follaje».

Halterofilia. Deporte que consiste en levantar pesas, del francés haltère (barra de metal con dos bolas o discos pesados en sus extremos) y este del latín halteres y este del griego halteres.

Hockey. Deporte en el que se golpea la bola con un hockey (estaca o garrote curvado, de origen desconocido o, quizás, del francés hoquet, bastón de pastor) que comenzó a practicarse en los prados de Irlanda en el siglo XVI. Los jugadores también pueden desplazarse sobre hielo, calzados con patines con cuchillas, o patines a ruedas sobre canchas de superficie dura.

Jabalina. Proyectil que se lanza con la mano, lanza de madera con una punta de hierro triangular, del francés javeline, lanza ligera, diminutivo de javelot y este del flamenco antiguo gavelote.

Jockey. Del inglés jockey, jinete, persona que monta a los caballos en las carreras. Entró en el inglés en el siglo XVII como un uso específico del sentido antiguo (desde el 1520), de jockey como muchacho, chaval, sustantivo nacido en Escocia del nombre propio Jockey, diminutivo cariñoso de Jock, Jack en inglés.

Judo. Del japonés judo, textualmente, con gentileza (de ju, suavidad, gentileza, y do, arte, manera). Arte marcial japonesa, forma refinada de jiu-jitsu (el mismo significado que judo, pues jitsu, del chino shu, shut, significa ciencia, arte), inventada en 1882 por el doctor Jigoro Kano y basada en principios de movimiento y equilibrio.

Karate. Combate sin armas usando manos y pies. Nacido en 1947 en Japón, karate significa textualmente mano vacía, desnuda (kara, vacía, más te, mano). El practicante de este deporte que será olímpico en Tokio es un karateca.

Kayak. Del esquimal de Groenlandia qayaq, barca fabricada con pieles de foca estiradas sobre un marco de madera. En el deporte del piragüismo, el kayak se maneja con un remo de dos palas por piragüista. Hay competiciones olímpicas para kayaks de una, dos y cuatro plazas (K1, K2 y K4).

Linier. El árbitro tiene dos ayudantes que corren por detrás de las líneas (del latín linum, lino, pues no había nada más fino que un hilo de lino para marcar la sucesión continua de puntos) que delimitan por los lados el terreno de juego. Desde 1890, los ingleses les llaman linesmen (hombres de línea, el mismo nombre que recibían los que tendían líneas de telégrafo), denominación que en catalán se tradujo por linier, idioma del que lo adoptó el español.

Lucha. Esfuerzo que hacen para derribar el uno al otro dos individuos que se agarran cuerpo a cuerpo. Del latín lucta, combate cuerpo a cuerpo, étimo que da también en castellano luto y luctuoso, triste, fúnebre. En inglés, a la lucha olímpica se le llama wrestling, del ‘Old English’ wraestlung, textualmente «deporte de agarrar y arrojar».

Melé. Del francés mêlée (fase del juego de rugby en la que los delanteros de ambos equipos, de manera ordenada, se agrupan hombro con hombro y chocan con los rivales para ganar el balón después de una falta), mezcla heterogénea de cosas y personas, barullo, grupo de animales inquietos, palabra que llega del latín popular misculare, alargamiento del latín clásico miscere (mezclar), que en español da mezcla. Mêlée es la traducción literal francesa del inglés scrummage, scrimmage, que nace del francés escarmouche (escaramuza), procedente del italiano scaramuccia y del antiguo alemán skerm, escudo, defensa.

Meta. El español es el único de los grandes idiomas que tanto al punto final de una carrera (arrivée, llegada, en francés; arrivo, llegada, y traguardo, en italiano, de traguardare, mirar a través de algo; el traguardo es una regla con dos mirillas a través de las cuales pasa el rayo de luz en los instrumentos ópticos, y, por analogía, línea de meta; finish, final, en inglés, que huyendo del vocabulario de los aeropuertos no usa arrival) como a la portería les dice meta, final, del latín meta, grupo de tres columnas cónicas colocadas a las dos extremidades de la barrera que dividía la arena del circo romano y que señalaba el lugar en el que debían dar la vuelta los carros en sus carreras. De ahí, el sentido figurado de fin, objetivo.

Natación. Del latín natatio (pero nager, en francés, viene de navigare). El primer libro de natación fue escrito por Nicolas Winmann, un profesor de Lengua de Ingolstadt, Baviera, en 1538. Tras la sublimación, el swim, nadar en inglés, es la parte clara del líquido que flota sobre el sedimento (raíz indoeuropea: swem, moverse).

Partido. Del latín partire, dividir, enfrentamiento deportivo entre dos personas o dos equipos.

Patinaje. Deporte que se practica echando carreras o demostrando habilidades en patines de ruedas o de hielo (una cuchilla en la suela). Patín proviene del francés patin, calzado consistente en una plancha de madera que se abraza al pie con bridas y correas y con una suela más o menos espesa. Cuando se le ponía una pieza de fieltro a la suela, servía para sacar brillo a los suelos de madera encerados. Derivado de patte (pata), de raíz onomatopéyica patt-, imitando el ruido que hacen dos objetos que chocan, que los preceltas dijeron pauta, y pata en español.

Pilier. Cada uno de los dos jugadores de rugby que ocupan los flancos de la primera línea en las melés arropando al talonador. Del francés, pilier, pilar, y este del latín pila, columna, que en español es un pilar, columna cuadrada o una pilastra.

Piragua. Del taíno piragua, canoa grande de los caribes. En España, al deporte que los ingleses denominan canoeing se le llama piragüismo. Los italianos, por su parte, llaman canotaggio (de canotto, pequeña barca a remos, del francés, canot, diminutivo de canoa) al deporte de remo. Al piragüismo lo denominan canoa-kayak.

Piscina. Estanque artificial dedicado a la natación, del latín piscina (vivero de peces que los romanos tenían en sus villas), y esta de piscis, pez, y del indoeuropeo pisk, pez. También se llamó posteriormente piscinas a los estanques con cocodrilos, y, en el ámbito religioso, estanques en los que se realizaban actos purificatorios (como la piscina probática cercana al templo de Jerusalén en la que se purificaba a las víctimas antes del sacrificio), bautismos por inmersión en los primeros años del cristianismo. Curiosamente, en Italia no se usa el término piscina sino vasca (del latín vaso, recipiente), recinto de piedra o mármol para recoger el agua que sueltan los chorros de las fuentes. En Argentina y México se utiliza el término pileta, del latín pila, mortero, especie de vaso en el que se colocan las olivas en las almazaras para aplastarlas y lograr que suelten aceite, y, ya más genéricamente, gran vaso de piedra que tiene o recoge agua. De aquí, en español, pila dónde lavar la ropa o pilón, pila donde bebe el ganado, y pileta, piscina en algunas zonas de Latinoamérica. En Francia, a la piscina la llaman piscine o bassin (del latín vulgar baccinus, y antes del latín bacchinon, estanque; y de ahí salieron en español la bacía, vasija de barbero que Don Quijote toma por yelmo de Mambrino, y la bacinilla, sinónimo de orinal). En inglés una piscina es una swimming pool, del ‘Old English’ pol, remanso profundo de agua en un río, agua estancada, del poel holandés y del ‘Old High German’ pfuhl, charco.

Pívot. Del francés pivot (pivote, pieza que constituye la extremidad de un eje alrededor del cual gira un cuerpo) y este del latín puga (derivado verbal de pungere, picar, que en español dio púa). El pivot era el sargento que cuando las filas militares giraban en un desfile mantenía el paso en el extremo de la fila para que no se perdiera el orden, de manera que todos pivotaban (giraban) en torno a él, como giran sobre sí mismos los pívots, los jugadores más altos de los equipos de baloncesto, para lanzar a canasta después de recibir el balón de espaldas en la zona. Por extensión, también se llama pívot al jugador de balonmano que, en el centro de la línea, recibe el balón de espaldas y se gira para rematar a portería.

Portería. En Italia, al gol le llaman rete, red, porque normalmente cuando se consigue el balón toca las redes que convierten en portería a la puerta delimitada por los dos postes verticales y una barra horizontal (larguero) en cada extremo del campo de juego. La portería (del latín porta, puerta) la protege en España un portero (del latín portarius, perteneciente a la puerta), un guardameta o, en los tiempos redichos y pedantes, un cancerbero (de Kérberos, nombre del terrible perro, can, de tres cabezas, guardián de los infiernos en la mitología griega) que calzaba borceguíes (botas de cuero con cordones que cubren el tobillo), del árabe borzeguí, botas que usaban los jinetes en el siglo XIV. En Suramérica, más sencillos, a la portería la llaman arco, del latín arcus, curvo, como el arco arquitectónico y el arco de lanzar flechas, y este, del indoeuropeo arqu, doblado, y al portero, arquero.

Putter. Palo de golf con el que se da el putt, el golpe delicado que hace rodar a la bola por el green hacia el agujero. Del escocés putt, empujar, su sentido golfista nace en 1743. Antes comenzó a significar también lanzamiento de un peso para demostrar fuerza (y por eso, en inglés, al lanzamiento de peso del atletismo se le denomina shot put).

Rugby. Del colegio inglés de Rugby, en cuyo césped, una mañana de 1824 y en mitad de una algarabía de fútbol, su alumno William Webb Ellis sorprendentemente cogió el balón con la mano y agarrándolo para sí avanzó corriendo hacia la portería contraria. Solo en 1841 el colegió reconoció la innovación y la incluyó en sus reglas del conocido desde entonces como fútbol de Rugby. En 1871, los numerosos clubes que lo practicaban fundaron la Rugby Union, que fijó las primeras reglas del deporte.

Sable. Arma blanca de larga hoja puntiaguda ligeramente convexa por el lado de su único filo. Tercera arma de la esgrima. Del alemán sabel y este del húngaro szablya por intermedio del polaco szabla o del ruso sablja.

Taekwondo. Deporte coreano de combate de 1967 y también olímpico: tae (patada) más kwon (puño) más do (método).

Tartán. Como con la cinta adhesiva o celo (Sellotape), los pañuelos de papel o clínex (Kleenex), la cinta velcro (de Velcro BVBA, empresa británica) o el teflón de las sartenes (Teflon de DuPont, de tetrafluoroetileno) en los que la marca comercial se ha convertido en nombre común y genérico del producto, las pistas de atletismo sintéticas se dice que son de tartán por Tartan, la marca de revestimiento sintético hecho de amianto, caucho y plástico que la multinacional estadounidense 3M (Minnesota Mining Company, la misma de la cinta Scotch, el Velcro o los Post-it) patentó en 1964 y con la que desaparecieron las viejas pistas de tierra compactada o de ceniza. 3M eligió el nombre Tartan porque el envoltorio de todos sus productos utiliza el diseño de tejido escocés correspondiente al Clan Wallace, tela de lana roja sobre la que se cruzan tejidas rayas de colores anchas y finas. Tartan nace del latín tyrius (ropa de Tyre, por el Tiro libanés, que dio origen a la púrpura de tiro, un tinte textil parecido al índigo o añil de la India), cuya pronunciación se vio afectada por la palabra del inglés medio tartaryn, rica ropa de seda, y este del francés antiguo tartarin (ropa tártara, por los tártaros, habitantes de las estepas de Asia central). Hacia 1500, los escoceses llamaron tartán a los tejidos con los que los highlanders confeccionaban sus ropas, que permitían distinguir a cada clan porque cada uno usaba un diseño y unos colores diferentes.

Tee. Palabra escocesa de origen incierto que originalmente designaba al pequeño montículo de arena en el que se colocaba la bola para golpearla de salida (en el también llamado, por metonimia, tee). El tee actual, aparte del lugar en el que comienza cada hoyo, de ahí la expresión de tee a green, es un pequeño clavo de madera con cabeza lo suficientemente ancha para soportar la bola.

Tiro con arco. Archery, deporte regulado en 1780 en Leicester por la Royal Toxophilite Society. En inglés el arquero se llama archer (préstamo del francés, 1297) aunque el arco se llame bow, curvo. En España, arco, del latín arcum, curvado, doblado.

Toxofilita. Amante del arco. Palabro inventado por el británico Ascham en un libro de 1545: toxo, arco en griego y filo, amoroso, pero debería haber sido filotoxía.

Trampolín. Plancha elástica situada a cierta altura sobre la piscina desde la que se toma impulso para alcanzar más altura en los saltos hacia el agua. Del francés tremplin y este del italiano trempellino y de origen alemán trampeln, andar con paso pesado.

Volante. Del francés vélo, bicicleta, abreviatura de vélocipède, nombre antiguo de la bici, del latín velox, veloz, rápido, y del latín pes, pedis, pie: ir rápido con los pies, pues el primer modelo de bicicleta, la draisiana (invento del barón alemán Von Drais), carecía de pedales y había que moverse cobrando inercia con los pies en el suelo. Se forma con el griego dromo (pista para carreras) como se forma carreras de caballos, hippo en griego, y de ahí, hípica e hipódromo; autódromos para carreras de coches y aeródromos para aeropuertos.

Volante. Pelota de bádminton, del latín volare, volar; juego de volante, siglo XVI: cono de madera con plumas.

Voleibol. Después de llamarse sin éxito balonvolea, traducción directa de volleyball, el español optó por la transcripción directa del nombre que el espectador Alfred Halstead dio en 1896 al deporte inventado en el invierno de 1895 por William G. Morgan, director de Educación Física de la Asociación Cristiana de Jóvenes YMCA en Holyoke, Massachusetts, a 16 kilómetros del Springfield donde solo seis años antes se inventó el baloncesto. Para emparentarlo con el bádminton, su inventor había bautizado el voleibol como mintonette, un nombre que, afortunadamente, no sobrevivió. Volley, volea, devolución al campo contrario de una pelota sin dejarla que toque el suelo en tenis y otros deportes, significaba en el siglo XVI inglés una descarga de muchos fusiles a la vez, lo que en español dio lo de sembrar a voleo, arrojando la semilla a puñados esparciéndola en el aire, y llegó del francés volée, vuelo, y del latín volare, volar.

Waterpolo. Waeter, agua, ‘Old English’: raíz indoeuropea wod, voda en ruso, hidro en griego. Las primeras reglas se escribieron en Inglaterra, en 1884. De allí pasó a Francia y de Francia a España. En italiano, pallanuoto (balón a nado).

Este reportaje es uno de los contenidos del número 5 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras. Si desea suscribirse o adquirir números sueltos de la revista, puede hacerlo aquí https://suscripciones.archiletras.com/