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28 Abr 2021
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Los pasadizos secretos del lenguaje

‘La naturaleza de la ambigüedad léxica. Un estudio sobre los sustantivos en español’

¿Por qué nos reímos cuando leemos en Twitter «He ido a pagar un café con hielo y me han dicho que solo aceptan dinero» o «Me he comprado un juego de sábanas, pero la verdad es que no es muy divertido»? Estos chistes se basan en el uso de la ambigüedad, el fenómeno lingüístico que hace que secuencias de nuestra lengua puedan significar varias cosas. De entre todos los tipos de ambigüedad, hay una que se origina dentro de los límites de la propia palabra: la ambigüedad léxica, protagonista de mi tesis doctoral.

Las palabras cardenal, heroína, gato o muñeca son ejemplos de ambigüedades léxicas. Pero no todas estas palabras son iguales: todas tienen varios significados, pero la relación entre estos no es siempre la misma. Podemos encontrar significados no relacionados (como los de llama) y otros que muestran, de manera más o menos evidente, una relación (como ocurre con cresta, que se puede aplicar a la parte superior de la cabeza de un gallo o de una ola). Así, entran en juego dos nuevos personajes en mi tesis: la homonimia y la polisemia. La primera parte de mi investigación se ocupa de definir estos fenómenos y determinar qué estatus tienen dentro de la disciplina de la Semántica, la rama de la Lingüística que estudia el significado.

Además, la ambigüedad léxica es interesante por otros muchos motivos. Si ahora os pidiera que pensarais en una palabra que solo pudiera significar una única cosa, probablemente tuvierais serias dificultades: casi todas las palabras de nuestra lengua son ambiguas. Entonces, ¿cómo podemos vivir tranquilos en un mundo donde lo que decimos puede significar varias cosas? Lo maravilloso es que nos comunicamos sin que esto nos suponga ningún problema. Así, en la segunda parte de mi tesis abordo esta (apa-rente) contradicción.

Para ello, parto de la disciplina de la Psicolingüística. Por un lado, recabo información sobre cómo interpretamos de manera consciente la ambigüedad a través de cuestionarios que completan hablantes nativos de español. Por otro lado, me intereso por cómo procesamos de manera inconsciente la ambigüedad, a través de la realización de tareas experimentales en las que, por ejemplo, mido el tiempo que tardamos en reaccionar ante estímulos ambiguos o estudio los movimientos de nuestros ojos ante palabras con varios significados. Todos estos datos que obtengo en laboratorio me permiten elaborar hipótesis sobre cómo los hablantes almacenamos estos significados en nuestra memoria a largo plazo, en el lexicón mental.

Por último, es inevitable que nos preguntemos por qué existe la ambigüedad: ¿es que los hablantes somos perezosos y queremos utilizar cuantas menos palabras, mejor?

Las últimas investigaciones indican que el asunto es mucho más complejo: la ambigüedad léxica permite poner en relación conceptos e ideas y hace que la construcción de nuestro lexicón sea mucho más eficaz. Así que ya sabes por qué te hacen gracia los chistes de Twitter: porque te descubren un pasadizo secreto entre dos conceptos, dos ideas de tu lexicón que, sin la ambigüedad, estarían totalmente desligadas.

Presentación prevista para septiembre de 2021
Universidad de Zaragoza. Grupo de investigación: Psylex
Directora de tesis: M.ª del Carmen Horno Chéliz
Pendiente de calificación

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Natalia López Cortés