Acceder, aunque algunos seguimos empeñados en entrar
En español culto y bienhablado acceder solo significaba dos cosas: ‘Consentir en lo que otro solicita o quiere’ y ‘Ceder uno en su parecer, conviniendo con un dictamen o una idea de otro, o asociándose a un acuerdo’; es decir, en esos tiempos era harto difícil imaginarse a una persona —o un grupo de ellas— accediendo a una sala de cine, a no ser que antes se hubieran puesto de acuerdo con él…
Mas ocurrió que en el Diccionario de 1984 hicieron caso de ciertos usos del verbo acceder ya bastante difundidos y asentados entre algunos hispanohablantes —yo no era de esos—, y eran los que definieron como ‘Tener acceso, paso o entrada a un lugar’ («Por aquella puerta se accedía a las estancias») y ‘Tener acceso a una situación, condición o grado superiores, llegar a alcanzarlos’ («Acceder el colono a la propiedad de la finca»). Y así sigue apareciendo —sin ningún cambio— desde entonces hasta la edición del 2014 del diccionario académico.
Pero aún hay gente como yo que sigue empeñada en entrar a los sitios.