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21 Nov 2019
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Miscelánea de los desvíos de la norma que, por descuido o por ignorancia, cometen los periodistas. Los aciertos no están aquí pero son muchos más.

Alberto Gómez Font

Lingüista, miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, ex director del Instituto Cervantes de Rabat y ex coordinador de la Fundéu.

A la orden, mi capitana

En los manuales de uso del español, en los libros y manuales de estilo y en las gramáticas se aconseja —desde hace ya bastante tiempo— la generalización del femenino en los nombres de cargos,  oficios y profesiones desempeñados por mujeres.

Sin embargo se advierte de que esa norma no debe aplicarse al ámbito militar, donde, por alguna razón que se nos oculta, deben seguir usándose como comunes en cuanto al género: el/la soldado, el/la sargento, el/la teniente, el/la capitán, etc.

La mayoría de los hablantes del español siguen reticentes a formar el femenino de esas palabras y, lo malo del caso, es que la Asociación de Academias de la Lengua Española, en su Diccionario panhispánico de dudas,  apoya esa diferencia entre lo militar y el resto de los campos profesionales. Pero con la última edición del Diccionario de la Lengua Española se entreabrió la puerta a esos femeninos, aunque sea en un solo caso: la palabra capitán ya aparece como masculino o femenino —capitán/na—, con el significado de ‘Oficial de graduación inmediatamente superior al teniente e inferior al comandante’. También se recoge así en la edición del 2015 de El Pequeño Larousse Ilustrado.

¿Qué por qué antes no era correcto —o aconsejable— decir o escribir capitana y ahora sí lo es…? ¿Y que por qué ahora podemos hablar de las capitanas, pero todavía no nos dieron permiso para hablar de las cabas, ni de las soldadas, ni de las sargentas, etc.? ¡Ah! Yo no lo sé, y me encantaría que alguien me lo explicara. Y si fuera una capitana, le respondería gustoso: «¡A la orden de usté, mi capitana!