Perdigones
Hemos dado nombre al canto de la perdiz («cuchichí»), a su tableteo en época de celo («piñoneo») y a sus gritos de angustia («ajeos»). Hasta sus andares tienen verbo («apeonar»). Esta atención de nuestro idioma por la perdiz tiene también algo cruel: llamamos igual a los proyectiles que la matan y a sus pobres crías.
Óscar Esquivias