Paraísos artificiales
Es normal que, ante un clima político desolador, la gente se lance en plancha al consumo masivo de ficción en cualquiera de sus formas. Leer novelas, por ejemplo, es mucho más barato y menos nocivo que drogarse. Y el síndrome de abstinencia lo combates leyendo más libros. Y además es legal. Por ahora.
Daniel Díaz