No abras a nadie
Mi madre era muy miedosa y, si oía ruidos sospechosos, se acercaba con sigilo a la mirilla de la puerta y se quedaba allí quieta y expectante. En América llaman «ojo mágico» a la mirilla, expresión que me parece preciosa. Hoy pienso que quizá mi madre veía al otro lado ogros o monstruos y me protegía de ellos.
Óscar Esquivias