Maratón escolar
La Y, pese a ser la penúltima letra del alfabeto, levanta jubilosa sus brazos en señal de triunfo, como si estuviera cruzando la meta en una carrera. Casi parece sorprendida de dejar atrás a la zeta, la pobre, esa eterna perdedora que renquea con su cuerpo torcido sin que nadie se apiade de ella.
Óscar Esquivias