Lunares con encanto
No es casualidad que el lunar que gravita rozando el universo de tu boca provenga de la palabra «luna». Y tampoco que brille aún más cuando sonríes en cuarto creciente. (Confieso que el satélite español que despegó hace unos días era yo, intentando alcanzarte. Salió mal: un cable mal conectado, no sé).
Daniel Díaz