Génesis
«¡Cómo huele a humanidad!», decía mi madre al recogerme en el gimnasio donde yo hacía taekwondo. Los niños estábamos sofocados y sudorosos de tanto dar patadas al aire con nuestros piececitos desnudos. Quizá Dios pensó lo mismo en el Edén tras crear a Adán y Eva: «¡Pero qué olor a humanidad!»
Óscar Esquivias