El joven forastero
Un «albarrán» era un mozo que se instalaba un tiempo en un lugar, bien de pastor o de bracero, o un simple trotamundos sin oficio. La propia palabra es muy andariega y nos ha llegado quizá desde el arameo. Bien mirado, Jesús de Nazaret fue, al menos durante sus últimos años, un verdadero albarrán.
Óscar Esquivias