Ay, mísero de mí
Hay ciertos semáforos que, de noche, dejan de gobernar el tráfico y se limitan a parpadear con su disco naranja (ámbar, dicen en las autoescuelas). Descontentos con su triste destino, declaman en morse los monólogos de Segismundo a un público de farolas, buzones y noctámbulos.
Óscar Esquivias