Alma colmenera
Hay tantas abejas y abejorros en los poemas de Emily Dickinson que, a veces, oigo un zumbido de colmena al acercarme a sus libros. Si me encuentro con una abeja en algún poema de otro autor, siempre pienso que se ha escapado de algún verso de Emily Dickinson y que, con suerte, llevará algo de su miel.
Óscar Esquivias