Vidas de novela
Una vida no escrita no es vida, se escapa, te empuja al olvido. Entiendo que el argumento de tus días no interese a nadie. Apenas nadie da para novela (ni siquiera para un relato corto), pero el mundo interior, sí. Nuestros conflictos intramuros. Nuestra voz en off.
Hombre de 56 necesita dormir con el dobladillo de la sábana alrededor del pulgar, acariciando el filo de la tela para conciliar el sueño. Hacerlo le permite evitar su auténtico deseo: chuparse el dedo como un bebé. Otra, Maricarmen, 41 años, se practica cortes en zonas no visibles de su cuerpo para sentir un dolor sostenido y moderado cercano al placer. Nadie sabe esto excepto ella (y el médico de urgencias que tuvo que curarle una infección en la parte baja del abdomen). Otro, Julián, 37, conductor de autobús. Le excita sobremanera ponerse ropa interior femenina (bragas negras de encaje, medias de lycra y ligas) debajo de su uniforme corporativo. Francisco, 26, repartidor de paquetería. Anota las matrículas de todos los coches que se cruzan a su paso (por colores) porque cree, está seguro, que existe un patrón numérico cuya fórmula le llevará a predecir el futuro.
Laura, 55. Lleva 23 años casada con Jaime, pero siempre, desde joven, ha estado profundamente enamorada del actor Paul Newman y ha aprendido a convivir con su secreto proyectando la imagen de Paul en su marido. Llegó incluso a inscribir a Jaime en una academia de inglés. Lourdes, 21. Tenía planeado suicidarse el 13 de mayo de 2020, pero gracias al confinamiento conoció la serie Modern Family y uno de sus protagonistas, Phil Dunphy, le ayudó a posponer la fecha sine díe. Pablo, 23. Su ex le pegó el virus del papiloma humano. Tiene multitud de condilomas (verrugas) en la zona genital y perianal pero tal es su vergüenza que no se atreve a acudir al dermatólogo por si sus padres se enteran. Lleva dos años y medio evitando mantener relaciones y se ha cerrado definitivamente al amor (su madre piensa que es gay). Daniel, 42, taxista y escritor, sufre fuertes desequilibrios en su estado de ánimo que disimula ensayando caras de póker delante del espejo retrovisor de su propio taxi. Necesita proyectarse en los demás y escribir sobre sus vidas para calmar su ansiedad y evitar escucharse a sí mismo.
Dicho lo cual, si me dices que tu vida íntima no da para novela, estás mintiendo.